MIAMI, Estados Unidos. — Durante la última presentación del programa de películas con temas cubanos —que coordiné para este evento representativo del Miami Dade College, el Festival de Cine de Miami en su glorioso aniversario cuarenta—, el director Eliecer Jiménez trató de convencer al entusiasta público presente que era una suerte de hacedor de documentales sin tener mucho conocimiento de la conducción de actores, certidumbre que entró en contradicción con su propio primer largometraje de ficción que acababa de estrenar: Havana Stories, donde las actuaciones resultan ser impecables y la comedia sarcástica, con viñetas sobre el exilio y algunos de sus dilemas, transcurre sin intromisiones que perturben un verosímil sentido documental.
Luego de una exitosa primera parte del programa con filmes extraordinariamente populares como Patria y vida: el poder de la música y Plantadas, así como documentales que exploran capítulos de la cultura cubana obliterados por la dictadura, como los dedicados al grupo AfroCuba, al cantautor Pedro Luis Ferrer y al maestro Bebo Valdés, los días que siguieron fueron la demostración fehaciente de la necesidad de cultivar lo cubano, como capítulo indeleble del Festival, en el corazón de la comunidad que ha demostrado la importancia de la libertad para el progreso en todas sus facetas creativas.
Realizado de manera independiente entre Miami y Tampa, la presentación de Havana Stories fue la demostración palpable de este requerimiento, que debiera ser ineludible a partir de ahora.
No solo estuvo presente el reparto en pleno de la película, su guionista, el músico Alfredo Triff y el editor vivo más importante del cine cubano, Tuti Abello, sino personalidades culturales y mediáticas como Zully Montero, Marcos Miranda, Humberto Calzada y Alex Otaola, muchos de los cuales hicieron preguntas y emitieron opiniones atinadas sobre la circunstancia nacional y la importancia de poner un poco de humor en nuestro drama, sin perder la perspectiva del agravio causado por el régimen.
Por otra parte, tanto en la presentación de Vicenta B., otro filme maldito de Carlos Lechuga censurado en la isla, como en la de El mundo de Nelsito, de Fernando Pérez, se personaron jóvenes actores y otros miembros de los equipos de filmación, como el fotógrafo Raúl Prado.
Prado, quien durante la rebelión del año 2021 en la isla participó en una sonada protesta frente a las oficinas del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), se refirió al valor de Fernando Pérez al incluirlo en su película aunque estuviera bajo arresto domiciliario y vigilado en los sets de filmación por la policía política, como si fuera un vulgar delincuente.
Durante la presentación, también estuvo una de las actrices más jóvenes del filme, Chris Gómez, quien tomó el camino del exilio y explicó las fuentes de su pícaro personaje, así como el legendario director Rolando Díaz, que se refirió a la importancia del cine de su cercano colega a la hora de inquietar y no dejarnos indiferentes, sobre el apocalipsis que vive la nación.
Algo similar ocurrió durante la presentación de Vicenta B. en presencia de su joven protagónico, Pedro Martínez, haciendo realidad la salida de Cuba que Lechuga le prefiguró en su guion.
El director de Vicenta B., que ahora vive en Madrid, envió un mensaje donde abundó sobre el devastador éxodo que sufre el país, empezando por mucho del talento asociado a su cine.
El tema de la dramática Operación Pedro Pan regresó a la cinematografía cubana con el documental Journey to Hope, del actor Lieter Ledesma, quien ha convocado nuevos testimonios sobre uno de los más grandes éxodos de su tipo en el mundo, entre los que figuran Eduardo J. Padrón y Enrique Ric Prado.
El Festival también puso a prueba ante el público el debut de directores cubanos en ligas mayores, como Hansel Porras con su intimista largometraje Febrero, sobre el reencuentro de dos mujeres otoñales luego de cuarenta años de separación, interpretadas por una actriz ya clásica como Lili Rentería y su coterránea Amarilys Núñez. Ambas mujeres dan cuenta de su pasado común en la isla dejada atrás y de una revelación que las hará reflexionar sobre el futuro.
Febrero compartió uno de los principales premios del Festival, el Knight Made in Miami Award, con Plantadas, de Lilo y Camilo Vilaplana.
La cinematografía de tema cubano marcó pauta durante la celebración del Festival de Cine de Miami. El evento mantuvo sus salas de exhibición concurridas tanto de nacionales como de espectadores de otras procedencias, curiosos por el recuento artístico de un drama que no cesa desde hace 64 años.
De tal modo se ha creado un nicho necesario, ausente en otras ediciones del evento, que esperamos perdure y sea cubierto por la creatividad de una cultura invencible en cualquier escenario internacional donde se abre paso.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org