La muerte a tiros de dos hombres sospechosos de ataques terroristas sigue despertando la ira en el público árabe del país.
Por Ephraim Lavie, Mohammed Wattad y Meir Elran
Mohammed Khaled al Asibi, un graduado de la Facultad de Medicina, oriundo de Hura, recibió disparos cerca del Monte del Templo, y Yousef Abu Jaber, de 45 años, de Kfar Qasem, fua abatido a balazos en el paseo marítimo de Tel Aviv.
Los dos no tenían antecedentes de seguridad, políticos o criminales, y sus perfiles no coinciden con los del terrorista lobo solitario.
El cierre rápido de la investigación en el primer caso y la falta de claridad con respecto a la investigación del segundo caso profundizan la falta de confianza del público árabe en la Policía y el Departamento de Investigaciones Internas de la Policía.
Los casos refrescan la memoria colectiva de la muerte a manos de agentes de la Policía de Ya’qub Abu al Qia’an, oriundo de Umm al Hiran, en el Negev, y del joven autista Iyad al Hallak en Jerusalén oriental, quienes resultaron ser inocentes.
La secuencia de casos aumenta la preocupación de que la policía se apresura a disparar contra los árabes y que los policías que disparan no rinden cuentas por sus acciones.
Estos eventos y los severos enfrentamientos entre la policía y los fieles musulmanes en la mezquita de al Aqsa tenían el potencial de estallar ampliamente durante el Ramadán.
En la práctica, se observaron protestas y manifestaciones improvisadas en algunas comunidades árabes.
Se llevaron a cabo las oraciones, el comercio en la Ciudad Vieja de Jerusalén continuó con un ambiente festivo, y tanto el funeral de al Asibi en Hura como la huelga de un día, que fue anunciada por el Alto Comité de Monitoreo, terminaron sin incidentes.
La dirigencia árabe se comportó de manera responsable y no trató de inflamar la atmósfera.
La decisión del Gobierno de impedir que los judíos visitaran el Monte del Templo durante los últimos diez días del Ramadán contribuyó a la calma general, así como a la celebración de la delicada oración de Laylat al Qadr sin interrupción.
Esta compleja realidad refleja el pragmatismo de la sociedad árabe en Israel, que a pesar de los desafiantes antecedentes políticos y de seguridad, no es propensa a caer en la violencia, y mucho menos a rebelarse contra el Estado.
Al mismo tiempo, las tensiones existentes en la sociedad como resultado de la acumulación de eventos y la forma de cómo fueron manejados, y la posibilidad de actos de provocación por parte de judíos de extrema derecha incluso al final del Ramadán y Eid al Fitr, pueden dar lugar a disturbios cerca de los pueblos y ciudades árabes con poblaciones mixtas árabes y judías.
Mientras tanto, una ola grave de violencia continúa dentro de la sociedad árabe, donde más del doble de personas han sido asesinadas desde principios de año en comparación con el mismo período del año pasado.
Por lo tanto, es de gran importancia que la policía continúe trabajando para prevenir el desarrollo de actitudes religiosas y nacionalistas negativas extremas entre árabes y judíos, y frenar las actividades de grupos extremistas e infractores de la ley de ambos lados.
Además, es imperativo que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y la Policía investiguen a fondo los disparos que tuvieron lugar durante el Ramadán en Jerusalén y Tel Aviv y presenten conclusiones objetivas al público.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora