El ex Vice-Presidente Carlos Ruckauf, aseguró hoy sobre el proyecto del nuevo puerto chino en Río Grande, que la iniciativa constituye una triple violación a la Constitución Nacional. Y avanzó, “La autorización corresponde al artículo 75 de la Constitución al Congreso de la Nación porque es un tratado encubierto con una potencia. Y responde a un error estratégico fundamental de no comprender de que se le da control de una vía oceánica natural a China. Además de una forma de acceder a la Antártida Argentina, sobre la mayor reserva de agua dulce del planeta y sobre la que tenemos derechos inalienables”.
En este sentido, el especialista también El hoy analista desaprobo política gubernamental con los pseudo-mapuches: “Estos pseudomapuches están reclamando las zonas más valiosas en recursos naturales de la Argentina”.
“El gobierno marxista de Boric actuó con firmeza y no es tonto. Pero nuestro gobierno lo es o tiene intereses ocultos y regaló territorio en el sur y en la zona cordillerana de Mendonza, donde hay pozos petrolíferos”.
“No debería pasar desapercibido un tema estratégico como cerrar acuerdos con china o ceder territorio a personas que reclaman sobernanía sobre los mismos”, añadió Ruckauf.
Ruckauf finalizo: “Hay que comerciar con todos y no armar alineamientos automáticos. No es cuestión de cambiar de collar, sino que hay que dejar de ser perros. Y no hay que ser colonia de nadie”.
Sobre la venta del litio, dijo: “El litio se lo llevan los chinos en panes y dejan el agua sucia. Hay que traer capitales que hagan batería o autos eléctricos con ese litio y que no se lo lleven en bruto”.
“El Congreso debe tomar cartas en el asunto y los derechos de nuestra patria debe estar por encima de las banderías políticas”, concluyó.
Las definiciones sobre China y su depredación mundial.
Ruckauf, quien acumulo una extensa experiencia durante sus años como gobernador de Buenos Aires, Vice-Presidente y Canciller, además de una nutrida agenda internacional, también hizo foco histórico sobre la dictadura China y la relación con Argentina, muy especialmente.
“Deberíamos llamarnos Argenchina”, fue la frase de un miembro de la delegación que viajó a Shangai y Beijing. Recordó Ruckauf y avanzó.
En estos días, cuando el triunvirato gobernante vuelve a intentar vendernos las bondades de la República Popular China, se cumplen 34 años de la Masacre de la Plaza de Tiananmen donde (según la Cruz Roja China) más de 2700 chinos fueron masacrados por las tropas enviadas por el Politburo.
Resulta especialmente repugnante ver una estructura militar, contradictoriamente llamada Ejército de Liberación, asesinar a mansalva a sus propios compatriotas.
Eran en su mayoría jóvenes estudiantes que pedían más libertad. Corría 1989, el brutal comunismo soviético se caía a pedazos, fruto de su fracaso económico que había sumido en hambre y miseria a los países sojuzgados por el Ejército Rojo.
Los aires de renovación que recorrían el bloque comunista habían llegado a Beijing y algunos burócratas creían en la necesidad de un Gorbachov chino.
Con Deng se iba a abandonar el sistema económico y pasar a un capitalismo que, con Xi, iba a llegar a su máxima expresión
Pero sin libertad.
Meses después iba a caer el siniestro Muro de Berlín. De la Alemania de Este iba a huir Vladimir Putin, torturador y asesino de la KGB, la temible policía secreta llevada por Stalin a increíbles niveles de crueldad.
Las fuerzas de ocupación rusas lideradas por el joven Putin imitaban a la Gestapo nazi que, presuntamente, iban a erradicar.
China sigue violando los derechos humanos de su pueblo y la situación se agudiza con la minoría uigur, a la que se persigue por el solo hecho de su fe en el Islam.
En Asia y África la diplomacia china es una mezcla de seducción y violencia represiva. Myanmar (la ex Birmania), a la que le han robado el petróleo, y el Congo, al que despojaron del Cobalto, son dos ejemplos paradigmáticos..
En 2017 en el Congo, las empresas chinas con participación estatal, “compraban” el cobalto a 7.000 dólares la tonelada cuando en el mercado de Londres valía 81.000 dólares la tonelada.
Desde ese enclave africano el cobalto se exporta en bruto, dejando detrás de sí problemas ecológicos y ausencia de empleos de calidad.
Como hacen en Argentina con el litio.
El actual Gobierno debiera recordar a Jauretche que recomendaba “no es cuestión de cambiar de collar, sino dejar de ser perro”