Por Santiago Fioriti
Enojos y tensión por el cierre de listas. Las variables que estudia la vicepresidenta y el enfrentamiento con Scioli. Preocupación por las noticias que llegan de Chaco.
¿Qué pasó? Cristina Kirchner preguntó de modo insistente esta semana por Cecilia Strzyzowski, la joven de 28 años que está desaparecida desde hace diecisiete días en Chaco y que, según su abogada, su familia y el fiscal Jorge Cáceres Olivera, fue asesinada y descuartizada después de verse por última vez con su esposo, César Sena, hijo de Emerenciano Sena, el piquetero más poderoso de la provincia y socio político de Jorge Capitanich desde 2007. “Es un horror. Todo es un horror -admitieron quienes hablaron con Cristina- Ella está como todos: conmovida”. Conmovida, pero sin decir una palabra.
Una fuente muy cercana al gobernador reveló que en las últimas horas se produjo una comunicación entre Capitanich y Cristina, aunque se negaron a dar detalles. En el entorno de la vicepresidenta reaccionaron con ambigüedad ante la pregunta de Clarín. “No confirmamos ni desmentimos que hayan hablado”, dijeron.
El chaqueño asiste hoy a las urnas para las primarias a gobernador, en las que busca quedar bien posicionado para la reelección. El final de la campaña quedó eclipsado por el presunto femicidio. Podría perjudicarlo. La familia Strzyzowski exigió que se suspendieran los comicios. Como ni siquiera estuvo en análisis, la familia de la víctima pidió ir a votar en contra del oficialismo. Capitanich esperaba las elecciones para hacerle una ofrenda pública a Cristina. ¿Lo hará, de todos modos, si gana?
Coqui ha sido siempre, después de Axel Kicillof, el mandatario predilecto del cristinismo. Máximo lo mencionó en los últimos meses como posible aspirante a la presidencia y hay quienes lo proponían como candidato a vice si ganaba por buen margen en su distrito. ¿Qué harán Cristina y los principales cristinistas si Capitanich se convierte esta noche en el más votado? ¿Se animarán a celebrarlo en las redes, como es habitual cuando vence un postulante propio? La cuestión está en pleno debate.
El impacto en la política se extendió de Chaco a la Casa Rosada. Como tantas otras veces, primó la especulación política y electoral. El hecho roza a un aliado clave, histórico. Hubo varios días de zozobra. Y silencio. El mismo silencio que se expandió cuando se conoció la denuncia por violación a José Alperovich. O el que se encuentra cuando se pregunta por las denuncias de violaciones a los derechos humanos en Formosa. Mejor ni pensar en qué habría pasado si el caso Cecilia hubiera ocurrido, por ejemplo, en Jujuy.
El martes, cuando ya habían trascendido detalles del caso, el Ministerio de la Mujer que comanda Ayelén Mazzina tuiteó: “En Mar del Plata brindamos una capacitación en ley Micaela destinada a trabajadorxs del puerto…”. Desde el martes hasta el viernes, la cuenta no emitió más tuits. El viernes volvió a activarse para difundir un programa de apoyo urgente y asistencia integral inmediata ante casos de violencias extremas por motivos de género”. ¿Y Cecilia?
Gabriela Cerruti, la portavoz presidencial, se expresó recién el jueves: dijo que no hay mayor bajeza que hacer uso político de la desaparición de una mujer a través de un hilo en Twitter. Difícil saber a qué o a quiénes se refería. El tema es tan delicado que la oposición estuvo lejos de montar un show -como sí ha hecho en otras oportunidades- y en los medios periodísticos nacionales la causa se contó tarde y con menos información que la que propiciaban las fuentes judiciales. Se impuso la cautela. Es posible que esa cautela se evapore pronto. Los datos que empiezan a asomar a la superficie son aún más tenebrosos que los conocidos.
Cecilia desapareció el 1 de junio, dos días antes de que se cumplieran ocho años del primer Ni una menos. Los colaboradores de Mazzina hicieron algo extraño frente a los pedidos de entrevistas: llamaron a los periodistas de los canales de televisión no para poner al aire a la ministra, sino para contar que estaban muy preocupados y encima del caso. Incluso, de modo informal, se comunicaron con algunos tuiteros que tienen miles de seguidores para tratar de apaciguar las críticas y las burlas. A alguno, incluso, le pidieron si podía borrar los videos posteados. Prioridades.
Cristina y el Gobierno no quitaron nunca el ojo de Chaco, pero no dejaron de atender las cuestiones electorales, que a esta altura relegan la gestión, como si no faltaran seis meses para el final del mandato o como si las urgencias inflacionarias y la escasez de dólares estuvieran controladas. La vice es la más alarmada por ambas situaciones. El FMI mira y espera: entre martes y miércoles vencen compromisos por 2.700 millones de dólares. Es natural que el cristinismo se pregunte cómo llegar al 13 de agosto sin sobresaltos y, sobre todo, cómo afrontar el período que va de las primarias hasta el 22 de octubre, día de las generales.
Esa inquietud alargó la definición sobre el candidato a presidente. La jefa del Frente de Todos, ahora Unión por la Patria, coquetea entre Eduardo De Pedro, Sergio Massa y Kicillof. La cotización de los aspirantes se modifica con demasiada rapidez. La obstinación de Daniel Scioli provoca dudas. Máximo Kirchner, que está con su madre en el Sur, apuesta a que la presión de los intendentes y de los gobernadores hagan desistir al embajador en Brasil. Si lo obligaran a ir con sus propios postulantes, Scioli quedaría en una posición de desventaja y está por verse si tiene estructura para completar los casilleros de los 135 distritos, donde se eligen -además de intendentes-, concejales y consejeros escolares.
El PJ bonaerense busca arrinconar a Scioli. No quiere darle nada a cambio, aunque hay integrantes del núcleo duro de Cristina que sugieren abrir negociaciones por los espacios en las boletas. “Le damos dos diputados , Cristina manda un mensaje y Daniel se baja”, suponen.
Si Scioli resistiera, las acciones de Massa podrían correr a la baja. Una pelea Scioli-Massa dejaría al desnudo el fracaso de La Cámpora y de la misma Cristina por construir un postulante propio. También podría desconcertar a los votantes: ¿Quién es más kirchnerista de los dos? Tampoco es un escenario muy favorable para Wado. Su alto nivel de desconocimiento podría generar confusión en una interna. Eso explica por qué Máximo presiona a fondo a los intendentes bonaerenses para que vayan con una sola lista, la “oficial”. Los alcaldes le dicen a todo que sí, pero por lo bajo ya hay algunos que advierten: si es necesario, repartirán las dos boletas. Lo han hecho toda la vida.
En este escenario parecería ganar terreno Kicillof. Ganar es una forma de decir, porque el gobernador esconde la cabeza y pretende ir por la reelección en la Provincia. El sube y baja de los candidatos comprende todo tipo de negociaciones y de alquimias pensadas hasta altas horas de la noche. A Cristina le han llevado de las más variadas propuestas. Hasta nombres sorpresa.
“Eso hablalo con Máximo”, les dijo a, al menos, tres dirigentes que la fueron a ver al Senado para charlar sobre la estrategia. Los memoriosos recuerdan que es la misma frase que usaba en 2019 cuando se quería sacar de encima algún tema, pero entonces no hablaba de Máximo: “Eso hablalo con Alberto”. Otros tiempos.
La ex presidenta admite ante su círculo íntimo que las probabilidades de una victoria en octubre son muy lejanas. Su ambición hoy no pasa por ganar, sino por evitar una derrota dramática. Viejos fantasmas sobrevuelan su universo. Ella es la primera en decir que el clima en los Tribunales suele transitar en sintonía con la temperatura social. Las causas judiciales podrían acelerarse si el kirchnerismo perdiera por amplio margen un balotaje. Ni hablar si se quedara afuera de una segunda vuelta. En 2015 y 2017, cuando perdió las dos elecciones ante Cambiemos, se desató una verdadera tormenta judicial, que continúa hasta hoy.
Cristina, condenada en primera instancia a seis años de prisión por desviar fondos en la obra pública al socio de la familia Kirchner, Lázaro Báez, tiene pendiente la revisión de su condena en Vialidad (el año que viene debería expedirse la Cámara Federal de Casación Penal) y en ese mismo tribunal debe definirse si el caso por lavado Hotesur/Los Sauces (dos causas unificadas) va a ir a juicio o no. El Tribunal Oral Federal 5 sobreseyó a todos sin juicio y el fallo fue apelado. La causa podría reabrirse. En ese juicio están Florencia y Máximo.
También está latente el caso Cuadernos, el más voluminoso de todos, que todavía no tiene fecha de juicio. Ella está acusada de haber dirigido una asociación ilícita dedicada a cobrar sobornos. En el marco de ese caso hay expedientes conexos, con la ruta de coimas en obra pública y transporte de trenes, que son dos tramos secundarios de Cuadernos en los que ella ya fue enviada a juicio.
Por eso, aunque Cristina simule que esta vez no elegirá con el dedo, Máximo y ella están empeñados en hacer listas con dirigentes que hayan dado pruebas de fidelidad extrema, para asegurarse que, pasada la contienda, estén dispuestos a defenderla a capa y espada. Es otro de los motivos por los que no quieren entablar una negociación con Scioli, que podría implicar que tengan que ceder lugares en la nómina a nombres sciolistas o albertistas. Como dicen en privado: “Traidores nunca más”.
Fuente Clarin