Por Mariano De Vedia
La ofensiva del ERP contra el regimiento de Azul fue en enero de 1974 y enfureció al líder justicialista, quien llamó a “poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia de la patria”; el Presidente desplazó al gobernador bonaerense Oscar Bidegain, referente de la izquierda peronista
Un ataque a la patria y a las instituciones. Así calificó el entonces presidente Juan Domingo Perón, en un mensaje por cadena nacional, la planificada y violenta operación del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que en la noche del 19 de enero de 1974 intentó ocupar por la fuerza el Regimiento 10 de Caballería Blindada de Azul y apoderarse de armas. Más de un año antes del polémico decreto que en octubre de 1975 dictaría el presidente provisional Italo Argentino Luder para ordenar a las Fuerzas Armadas “aniquilar el accionar de los elementos subversivos”, el propio Perón llamó en ese discurso a “aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal”.
“El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria libre, justa y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional, ni la liberación serán posibles”, dijo Perón en el mensaje televisado. Seis meses antes de su muerte y antes de echar a los Montoneros de la Plaza de Mayo –el 1 de mayo de ese año-, el líder justicialista no ahorró críticas a la agresión guerrillera, que alimentaba la creciente inestabilidad política que vivía el país.
La sangrienta ofensiva del ERP al regimiento militar de Azul fue llevada adelante con más de 70 guerrilleros, al mando de Hugo Irurzun y Enrique Gorriaran Merlo, cuando el reloj marcaba las 23.30. En los intensos combates perdieron la vida el jefe de la unidad, el coronel Camilo Arturo Gay, y su esposa, Hilda Irma Casaux de Gay, a quien los extremistas habían tomado como rehén y ultimaron en presencia de sus dos hijos pequeños. También murieron el soldado conscripto Daniel Osvaldo González y cinco de los atacantes guerrilleros. Sufrieron heridas de gravedad el teniente primero Alejandro Domingo Carullo y los cabos Raúl Jesús Puyo y Manuel Caballero.
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Al emprender la fuga, los guerrilleros secuestraron al teniente coronel Jorge Roberto Ibarzábal, que comandaba el Grupo de Artillería Blindado 1. Lo sacaron del regimiento en un vehículo y lo mantuvieron diez meses en cautiverio, hasta que fue ejecutado con alevosía, cuando los guerrilleros se vieron rodeados por fuerzas policiales, el 19 de noviembre de ese año,
El ataque al cuartel de Azul fue repelido por efectivos del regimiento, con refuerzos que llegaron de la base aeronaval de Punta Indio y de las guarniciones de Olavarría y Tandil.
Los enfrentamientos dentro del cuartel se prolongaron hasta el amanecer y las fuerzas militares hicieron un rastrillaje en las inmediaciones, una zona arbolada, en busca de militantes del ERP que habían buscado refugio ayudados por la frondosa vegeración.
Como dato curioso, el Regimiento 10 de Caballería había participado el año anterior en las tareas de ayuda a los damnificados por las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, especialmente en el trabajo conjunto con miembros de la juventud peronista, en el llamado Operativo Dorrego.
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En su mensaje por TV, con tono enérgico y acompañado por su esposa y vicepresidenta, María Estela Martínez de Perón, el Presidente ordenó “poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la patria” y llamó la atención sobre “el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que vienen operando en la provincia de Buenos Aires ante la evidente desaprensión de sus autoridades”. Hizo públicas sus sospechas de “una tolerancia culposa” y cargó las tintas sobre el gobernador Oscar Bidegain, identificado con la izquierda peronista, quien una semana después del ataque se vio obligado a renunciar.
Médico cirujano y eximio tirador profesional, Bidegain había ganado en su juventud medallas de oro y plata en competencias mundiales y panamericanas de tiro con pistola. Paradójicamente, el operativo armado del ERP significó el fin de su carrera política.
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En su mensaje, Perón fue terminante. “Todo tiene un límite. Tolerar por más tiempo hechos como el ocurrido en Azul […] demuestra palmariamente que estamos en presencia de verdaderos enemigos de la patria, organizados para luchar en fuerza contra el Estado, al que a la vez infiltran con aviesos fines insurreccionales. Ya no se trata solo de grupos de delincuentes, sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneas, ataca al Estado y a sus instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la reconstrucción”.
Visiblemente molesto con la penetración de la izquierda en la interna peronista, mientras crecía en su entorno la influencia de su ministro José López Rega, Perón intervino al mes siguiente, tras una sedición policial, la provincia de Córdoba, donde desplazó al gobernador Ricardo Obregón Cano, odontólogo y dirigente del peronismo enrolado en los Montoneros, y designó en su lugar a Mario Agodino.
El recuerdo de Ibarzábal
Silvia Ibarzábal, la hija mayor del militar Jorge Roberto Ibarzábal, asesinado tras diez meses de cautiverio, había cumplido 18 años el día anterior al ataque del ERP, en el que secuestraron a su padre. Sus hermanos María José y Roberto tenían 15 y 11, respectivamente.
“Llevamos profundas heridas en nuestra vida familiar. La muerte violenta de un ser querido deja surcos imborrables. Mi padre fue un mártir de la guerra más canalla y su nobleza fue avasallada. Terminaron con su vida en un alarde de crueldad y sadismo, exento del menor sentimiento. La falta de Justicia y el silencio son una falta de respeto a sus deudos”, resumió, al recordar el dramático hecho, en diálogo con La Nación.
“Diez meses de secuestro, tres tiros en la cara, 35 kilos de peso y su asesino homenajeado en el Parque de la Memoria de la Ciudad de Buenos Aires. Todo esto en nombre de falsos ideales”, añadió la hija del teniente coronel Ibarzábal. Se refiere, en la última mención, a Sergio Gustavo Dicovsky, militante del PRT-ERP, a quien el Estado le rinde homenaje como víctima de desaparición forzada, a pesar de haber sido el autor de la muerte de su padre.
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Antecedentes del ERP
El ERP se había constituido en julio de 1970, como brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y su líder era Roberto Mario Santucho. En un período de fuerte inestabilidad política, recurría a secuestros extorsivos y asaltos a entidades bancarias para lograr financiamiento, como el golpe al Banco Nacional de Desarrollo (Banade), en enero de 1972, y atacaba destacamentos policiales y cuarteles militares en busca de armas, además de otras estrategias de promoción, como la toma de la central termoeléctrica de Atucha, en marzo de 1973. Una patrulla del ERP secuestró y mató al empresario Oberdan Sallustro, directivo de FIAT, en abril de 1972.
Poco antes de la incursión en Azul, el ERP había desafiado a los militares y al gobierno peronista de Raúl Lastiri con el asalto al Comando de Sanidad del Ejército, en Parque Patricios, en la madrugada del 6 de septiembre de 1973, dos semanas y media antes de las elecciones que consagraron el regreso de Perón a la Casa Rosada. Los guerrilleros intentaron tomar la dependencia militar, en una acción facilitada por el soldado entregador Hernán Invernizzi. Ese día la unidad militar había cambiado las guardias, por lo que los atacantes enfrentaron una feroz resistencia. En uno de los combates perdió la vida el teniente coronel Raúl Duarte Ardoy. Tras este golpe, el ERP fue declarado ilegal.
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En el libro “La verdad los hará libres”, en el cual el Episcopado analiza el comportamiento de la Iglesia durante la violencia política de los años 70, se repasa la actuación de las organizaciones guerrilleras, entre otras interesantes miradas.
Al mencionar el derrotero del ERP, se indica que entre marzo y julio de 1976, con el golpe militar, cayó la plana mayor del PRT-ERP (Susana Gaggero, Mario Santucho y Benito Urteaga). Tras un frustrado atentado a Jorge Rafael Videla, en febrero de 1977, su formación partió al exilio y se dividió. Una facción conducida por Luis Mattini resolvió su disolución en 1979 y el grupo encabezado por Gorriarán Merlo se enroló en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua, y luego formó el Movimiento Todos por la Patria (MTP), con el que intentó copar el regimiento de La Tablada en enero de 1989, un sangriento fracaso durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Fuente La Nación