El verdadero efecto Santa Fe y el papel central de CFK impactan de lleno en el tablero de campaña oficialista
Por Eduardo Aulicino
El fuerte resultado de las primarias santafesinas superó todos los pronósticos. Y terminó de darle sentido negativo para el Gobierno a la sucesión de comicios provinciales. El protagonismo de la ex presidente reafirma la necesidad de asegurar el núcleo propio de votantes
Los números del denso calendario electoral 2023 y del primer tramo de campaña asoman claros. Hubo 17 elecciones provinciales (13 para coronar gobernador, 3 PASO y una legislativa) y como consecuencia, entraron en crisis, definitivamente, la idea inicial de triunfos oficialistas garantizados y la proyección de una segura andanada de victorias peronistas para oxigenar las chances del frente gobernante a nivel nacional. Desde que fueron definidas las candidaturas y la nueva marca de la coalición, Unión por la Patria realizó tres actos fuertes y en los tres, la figura central fue Cristina Fernández de Kirchner. Se trata, entonces, de las pinceladas más destacadas en estas horas: el verdadero efecto Santa Fe y el reforzado papel de la ex presidente.
Son, de hecho, dos elementos ligados en un tablero que vuelve a ser alterado. El discurso, del oficialismo y de la oposición, se vio alimentado en el arranque de la semana por la necesidad de acomodar el resultado de las primarias santafesinas a su dibujo en el escritorio de campaña. Y el contrapunto se resumió, antes que nada, en darle sentido de tendencia nacional o sólo carácter de interna provincial a lo ocurrido en el tercer distrito electoral del país. No parece razonable hablar de tendencia, pero sí de impacto nacional. Y son inevitables las consideraciones domésticas. Pero en los dos casos, sin conclusiones lineales.
Resultó evidente que el efecto nacional estuvo dado no tanto por el descontado triunfo de Juntos por el Cambio en la suma por espacios -figuraba en todos los pronósticos-, sino especialmente por su volumen. Fueron más de 35 puntos de diferencia sobre el peronismo: 63,75% a 27,9%. También impactaron las distancias entre Maximiliano Pullaro y Carolina Losada. El resultado fue una apuesta ganada por Horacio Rodríguez Larreta a Patricia Bullrich. También en este caso la tentación fue darle sentido de reversión de tendencia -o tendencia real- a la cuenta de la elección.
Se trató en todos los casos de un juego de lectura en campaña frente a una realidad que, como siempre, resultó matizada. Un ejemplo a cada lado. En el oficialismo nacional -desde el kirchnerismo a Olivos- se descargaba de antemano toda responsabilidad en la gestión de Omar Perotti, como si no existiera contexto nacional. Pero en medio de la caída, el gobernador logró mejor cosecha interna que cualquiera de las opciones alentadas desde Buenos Aires. En JxC, se colocó el foco exclusivamente en el resultado general y fueron subvaloradas las particularidades de la oferta con experiencia de gestión y kilometraje local. Rosario mostró el triunfo del intendente Pablo Javkin, que aspira a la reelección con respaldo de Bullrich y Losada.
Son muchas las otras cuentas que pueden ser hechas en base a la radiografía de la provincia. En cambio, parece neto el efecto Santa Fe si se lo mira en la perspectiva del largo calendario electoral iniciado con los comicios de abril en Río Negro y Neuquén. Se trata de una sucesión de comicios que, de modo ya tradicional, muestra algunos casos impuestos por leyes o Constituciones locales, pero muchos motorizados para despegar del clima nacional -cuando se supone adverso- la suerte de los jefes provinciales.
En ese contexto, buena parte de los gobernadores peronistas acomodó el almanaque a sus necesidades. Pero se fue vislumbrando después un sentido utilitario también para el desafío del entonces Frente de Todos: asegurar una andanada de triunfos peronistas para generar clima ganador o, al menos, contrarrestar los cálculos más pesimistas en el propio interior del oficialismo. Hubo un pico de expectativa cuando Tucumán, San Juan y otros distritos marchaban a un domingo electoral conjunto. La Corte Suprema rechazó los intentos reeleccionistas en esas dos provincias y los comicios resultaron desagregados.
Horacio Rodríguez Larreta, con la fórmula ganadora en el frente opositor de Santa Fe. Una pulseada interna
El oficialismo hilvanó entre mayo y junio media docena de triunfos en territorios propios: La Rioja, Salta -menos alineado-, La Pampa, Tierra del Fuego, Tucumán y Formosa. JxC anudó la victoria esperada en Jujuy y los agregados, como dato novedoso en San Luis y San Juan, además de la legislativa en Corrientes -gobernada por el radicalismo- y las PASO como fuerza gobernante en Mendoza y como oposición en Chaco y Santa Fe. Fuerzas provinciales se impusieron en Río Negro, Neuquén y Misiones. Y en Córdoba, fue otra vez el turno del peronismo disidente.
Otra lectura posible, es la siguiente: resultaron derrotados gobiernos locales en Neuquén, San Luis y San Juan, y se verá en septiembre si se repite o no la historia de las primarias en Chaco y Santa Fe. Esa ultima elección, la PASO santafesina, terminó de desinflar por el peso de su padrón la idea de una movida de adelantos que, al menos como tendencia, se convirtiera en elemento de campaña exclusivo para UxP.
Eso mismo le da sentido más amplio al papel central de CFK y abre interrogantes como respuesta electoral. La participación activa y crucial de la ex presidente fue reclamada como elemento básico por el kirchnerismo, un poco como reflejo del objetivo mantener el poder interno, pero sobre todo con el convencimiento de que es necesario garantizar el núcleo duro de votantes para colocar a Massa en zona de balotaje.
El ministro y candidato viene exhibiendo un discurso en la misma línea, se trasluce que para asegurar la base y, se supone, que para desarrollar desde allí un mensaje más amplio. Massa no quiere mirarse en el espejo de la experiencia que marcó el deterioro de Alberto Fernández. El punto, además de la gestión -con foco en el FMI, la inflación y el dólar-, es cuál sería el diferencial y si hay margen para exponerlo fuera y dentro del oficialismo.
La respuesta supera la sociedad con CFK -como necesidad y también como límite electoral- y trasciende el imaginario de “elegir” el contrincante o “enemigo”, es decir, Bullrich, Rodríguez Larreta, Milei, según encuestas y jugadas en el pizarrón de la campaña. La hilera de elecciones provinciales estaría reclamando una lectura más compleja sobre derrotas y triunfos, en medio de la crisis y cerca de las primarias de agosto.
Fuente Infobae