Se encomendó a la Virgen del Valle y a la del Pilar, y se obró el milagro. Con la ubicación que había enviado a su marido desde dentro del coche, guardias civiles y bomberos rescataron a Pilar después de tres angustiosas horas dentro de una espeluznante riada que la llevaba hacia el Tajo en medio de una noche de perros por la DANA.
Pero, gracias al pilar de una acequia, el vehículo aguantó hasta que sus ángeles de la guarda aparecieron. «Si no llega a estar eso ahí, estoy en el río», afirma a ABC con rotundidad. «No soy practicante, pero estuve rezando a la Virgen del Valle y del Pilar, por las que tengo devoción. Sólo les pedía que me ayudasen; los ratos que no estaba hablando con mi marido, yo estaba rezando», cuenta esta fotógrafa profesional de 48 años.
«No era mi día para morir», sentencia. Vecina de Mocejón, ella volvía a su casa en su coche desde Villaseca de la Sagra, donde había sido contratada para un reportaje fotográfico a las reinas y damas de las fiestas por su coronación. Faltaban unos treinta minutos para la medianoche del domingo al lunes.
Punto kilométrico 11,500 de la CM-4001. «Entrando en mi pueblo, me encontré unos coches parados y yo tuve que detenerme también», comienza un relato escalofriante. «A los dos minutos, no llegó, la corriente empezó a llevarme cuando estaba hablando por teléfono con mi marido, Juan Alberto, y me estuvo dando muchas vueltas por ahí. Hubo un momento en que vi una patrulla de la Guardia Civil en la carretera del río Algodor. Les di voces e hice señas con la linterna de mi teléfono móvil. Pero me perdieron de vista porque yo crucé por debajo de la AP-41 y me fui al campo», narra con una tranquilidad pasmosa.
«La riada me llevó por caminos y me dicen que recorrí tres kilómetros en unos diez minutos hasta que, a la altura de la finca Velilla, el coche chocó contra el pilar de una acequia alta. Ahí me quedé estancada, con el coche inclinado hacia adelante y la mitad del vehículo sumergido en el agua. Estuve un rato hasta que se me fue la luz del coche, aunque gracias a Dios los faros traseros sé que quedaron encendidos».
Como su teléfono móvil tenía batería, envió la ubicación a su marido, con quien habló mientras la aterradora corriente la arrastraba y hasta que su vehículo se empotró contra el pilar. «Como iba quedándome sin batería, hablábamos un minuto cada cuarto de hora para saber que yo seguía bien». Sus dos hijas llamaban al 112 y a la Guardia Civil para pedir auxilio, sin conseguirlo porque las líneas estabas colapsadas, mientras que Juan Alberto salió de casa y se fue llorando en busca de la Benemérita. Su mujer se había despedido de él porque Pilar, en medio de la nada, pensaba que iba a fallecer.
La luna del coche ya había empezado a resquebrajarse por la presión del agua, que se iba filtrando por el cristal, y el vehículo se iba inundando poco a poco por las puertas. Pilar se pasó a los asientos traseros para intentar aguantar todo lo posible en medio de una estruendosa avenida. «Por la parte de delante, el agua llegaba a los asientos y atrás, por las pantorrillas al quedarse la parte trasera del coche más alta».
Gracias a las luces traseras y la ubicación que había mandado a su esposo, cuatro guardias civiles del cuartel de Ocaña dieron con ella. Dos de ellos eran los mismos que habían visto a Pilar gritando, pidiendo auxilio y haciendo señas con su teléfono móvil mientras la riada se la llevaba.
Los bomberos aparecieron y la sacaron. Hay testimonio gráfico de ello: el aterrador vídeo que acompaña esta información sobre el rescate milagroso de Pilar, que no tenía noción del tiempo ni de la distancia cuando la liberaron de una muerte casi segura. Eran las dos y media de la madrugada.
Ahora, dolorida y con muchos cardenales, todo eso lo sabe porque la Guardia Civil y su marido se lo contaron. «Estoy, que es lo importante. Volví a nacer. Estoy viva de milagro, eso me dijeron. Y gracias a que me empotré en el pilar; si paso entremedias de los pilares, me voy derecha al río Tajo. Me quedé a un kilómetro. No era mi día para morir; no me tocaba».
Fuente ABC