
La larga decadencia de la política sin liderazgos éticos ha originado finalmente la irrupción de un candidato directo del mercado, surgido de las pantallas de los grupos mediáticos, como un extremo del capitalismo salvaje que trata al hombre como mercancía.
El candidato mercader tiene como principal asesor a un representante del fondo de inversión buitre más grande del mundo, Black Rock, con lo cual puede vislumbrarse la próxima etapa de la Argentina en caso de llegar a la presidencia, la total dominación del país por el capitalismo financiero especulativo y usurario.
Este extremo significa un cambio de época y la imposición de una contracultura por el poder económico corporativo y su propaganda de mercado, basada en estimular el deseo insatisfecho de millones de consumidores por las grandes marcas , o logos.
Es una contracultura que llega al negacionismo de la historia argentina, que exhibe desde su origen el valor de los hombres libres, su tradición y sus costumbres, a manos de un modelo que supone para su supremacía la explotación del hombre.
El hombre como mercancía, como autómata que solo hace operaciones de compra venta, ha tomado en la era posmoderna el lugar que había tenido en la civilización moderna, hasta hace unas décadas, el compromiso y la lucha por la dignidad humana.
Es un cambio total de sentido, que había dado la política a la República, desde Montesquieu en el siglo XVIII, el desarrollo de los hombres en libertad e igualdad mediante las leyes públicas y la división de poderes. Por su parte, la política ha decaído de su actividad como servicio público para la promoción y el desarrollo humano. Es una caída de la civilización que desde antes de la edad moderna, desde el Renacimiento, consideraba al hombre como supremo don de la vida.
El mercader, en cambio, llega al extremo de proponer la mutilación de alguno de los órganos del hombre para posibilitar su supervivencia. Acaso hubo alguna vez un modelo de vida más brutal y siniestro?
Sin embargo, como los falsos profetas del Apocalipsis, el mercader usa su dispositivo, el “marketing”, para convencer a los jóvenes de un modelo que solo depende, durante un corto tiempo, de su energía para producir. Todo lo demás está descartado, es la ley del mercado.
La política, con su discurso “progre”, populista, demagógico, que no sirve, que no da resultados,.y sus nuevos escándalos de corrupción, su otorgamiento de derechos sin asumir responsabilidades, ha permitido que lleguemos a esta encrucijada.
Ante el salto al vacío por venir, todavía tenemos la esperanza de la democracia, que emerja un liderazgo ético capaz de proponer otro modelo al del mercado: el del reconocimiento a quien presta un servicio público, al voluntariado, un premio a los que den el ejemplo de compromiso ciudadano para que sigamos viviendo en sociedad, ante la inminencia de su disolución.
Fuente Mendoza Today