Por Alejandro Borensztein
Se ve que es más divertido hablar de los perros de Javi que debatir sobre el rol del Estado.
Antes que nada, una buena y una mala. La buena deriva del hecho de que el exdiputado Juan Ameri fue condenado por el Juez Lijo a 30 días de cárcel en suspenso por andar besándose y chupándole las tetas a su novia, en plena sesión por zoom de la Cámara de Diputados. Inolvidable. Evidentemente el tipo tuvo mala leche, no solo lo agarraron infraganti sino que encima le tocó Lijo.
¿Cual sería la buena noticia sobre esto? Muy fácil. Viendo la condena que le aplicaron a este muchacho simplemente por chupetear una teta, el resto de los ciudadanos tenemos que dar gracias a Dios de que en la Argentina no haya pena de muerte.
Por otra parte, la mala noticia de la semana fue para Pepe Albistur: el martes termina abril y el gobierno no cayó. Recordemos lo que en enero había pronosticado quien dice ser el dueño del departamento que todos suponemos pertenece a Alberto. Desde la playa y en cuero, hizo un videíto casero en el que decía: “compañeros, esto es Semana Santa… no se sabe si cae en marzo o en abril, lo importante es que no nos falte el pochoclo”. La mala noticia es doble, no solo va a tener que meterse el pochoclo en el tupper sino que encima Caro Cuore sigue negándose a lanzar la línea masculina de corpiños.
Aclarados estos asuntos menores, vayamos a los de fondo.
Dada la confusión general que padece la multitud de zurdos y ensobrados que circula por la Patria, debemos focalizarnos en lo importante. Veamos.
Simón Radowitzky fue el anarquista más famoso de la historia argentina. El 14 de noviembre de 1909, el tipo caminó con un paquete en la mano desde la esquina de Quintana y Callao hacia el cementerio de la Recoleta. Buscaba al Coronel Ramón L. Falcón quien, por entonces, era el jefe de la Policía Federal y que, pocos meses antes, había comandado una brutal represión con 11 obreros muertos y unos 80 heridos.
En cuanto Radowitzky se cruzó con Falcón, le arrojó el paquete, que en realidad era una bomba, y lo mató.
Más de 100 años después, en noviembre de 2018, una pareja de anarquistas puso una segunda bomba en la tumba del coronel Falcón. Todo indicaba que, habiendo pasado tanto tiempo adentro de un ataúd y a dos metros de profundidad, Falcón ya debía estar muerto. Sin embargo, se ve que esta gente quiso asegurarse y le puso otra bomba. Aún así, el anarquista más famoso siguió siendo Simón Radowitzky. Hasta que llegó Milei.
Para entender bien lo que está haciendo Javi hay que prestar especial atención a lo que dice, literalmente, más allá del refinamiento con que lo expresa.
Desde que debutó en televisión, Javier Milei siempre se ha presentado como un anarcocapitalista. Así se autopercibe y así lo ha dicho infinidad de veces. Es decir, un anarquista que, a diferencia de Radowitzky, en lugar de proponer una anarquía basada en el socialismo, postula una anarquía de tipo capitalista, pero una anarquía al fin. O sea, idealmente sin Estado, sin regulaciones, sin intervenciones, sin ayudas, sin promociones, sin tutelajes, sin nada. Un quilombo de máxima pureza.
Obviamente, esta nueva anarquía moderna reemplazó aquella violencia armada tan sanguinaria por este show humorístico tan simpático. Sin embargo, no está claro cuál de las dos versiones es más dañina.
Este anarcocapitalismo explica por qué Milei, viene repitiendo el mismo discurso: “yo te arreglo la macro para eliminar el déficit, te bajo la inflación y te acumulo reservas. El resto es problema tuyo. Arreglate solo, macho”.
Así lo expesó la semana anterior en el Foro Llao Llao, lo repitió el lunes en la cadena nacional y lo volvió a decir el jueves en el stand up que ofreció durante la cena show de la Fundación Libertad.
Por si quedara alguna duda, el tipo no se cansa de repetir que el Estado es una organización criminal que le saca plata a unos para dársela a otros.
¿Esto de Milei es bueno o es malo? Comparado con Churchill, Merkel o Clinton, por citar comunistas célebres pero exitosos, es bastante malo. Comparado con Alberto, Cristina y Massa es hermoso. De hecho, todavía cualquier cosa comparada con estos tres muñecos es una gloria. Es el día de hoy que uno se levanta a la mañana y se pellizca para verificar si está soñando o efectivamente esta gente ya no está más.
Cuando te dicen que Javi está loco, mirás un videíto de Cristina y se te pasa.
Cuando lo definen como un chanta, cerrás los ojos, pensás en Alberto y santo remedio. Y cuando te dicen que Milei mantiene el curro de las tabacaleras, permite la joda de Tierra del Fuego y propone a Lijo, solo tenés que pensar en toda la dimensión de Sergio Massa. El recuerdo del pasado kirchnerista es la mejor terapia para transitar el presente de Milei.
Sin embargo, Javi no debería abusar de la comparación, sobre todo después de la marcha del martes en apoyo a la universidad pública. Por suerte este sábado reapareció Cristina y todos nos acordamos por qué ganó Milei, pero hay que tener cuidado porque, tarde o temprano, todo se puede complicar.
Todavía hay mucha gente preocupada por la cantidad de perros que tiene el presidente, si son cuatro o son cinco, si Conan está vivo o es un espíritu que habita en la cabeza de Javi, o si alguno de estos perros es quien fija la paridad cambiaria. Pero también empieza a haber cada vez más gente observando otra cosa. Por ejemplo, la mirada presidencial sobre el rol del Estado, al fin y al cabo de eso hablamos cuando hablamos de política. Por eso su autodefinición de anarcocapitalisa es clave para entender lo que pasa y lo que viene.
Tal vez haya llegado el momento en que alguien le vaya explicando a Javi que una cosa es el Estado Nacional y otra muy distinta son cuatro inútiles de La Cámpora gestionando el Estado Nacional. No todo es lo mismo. El Estado no tiene la culpa de lo que le hizo el kirchnerismo y algunos otros gobiernos del pasado.
No es que el INCAA no sirva, lo que no sirve es el INCAA manejado por el kirchnerismo que lo manipuló y lo fundió, pero el INCAA sirve y sirvió siempre.
A propósito: flor de disgusto se llevarían los kirchneristas indignados si se enteraran que el INCAA (en su momento INC) fue creado en 1957 por un decreto ley del General Aramburu durante la Revolución Libertadora y puesto en funcionamiento durante el gobierno de Don Arturo Frondizi. Más allá de algunos curros puntuales y archiconocidos, desde 1958 hasta 2003 la cosa anduvo bastante bien. Hasta que llegó Néstor. Ni hablar cuando metió mano la cinéfila Cristina que lo destruyó despilfarrando los recursos y dándole así a Milei la excusa perfecta para ahora querer cerrarlo. Por suerte ya estarían reculando.
Alguien debería explicarle a Javi que el anarcocapitalismo puede ser muy divertido pero que sin la educación pública, gratuita y obligatoria la Argentina sería un país mucho peor de lo que ya es. Lo mismo la salud y tantas otras cosas.
El título de esta nota parafrasea la novela más famosa de Jorge Asís. El turco suele repetir dos conceptos clave: “En la Argentina todo termina mal” y “todo presidente tiene derecho al fracaso”.
Si no queremos que estas máximas se vuelvan a cumplir habrá que ir rodeándolo a Javi un poco mejor.
O hablar seriamente con Conan.
Fuente Clarin