Por Ricardo Roa
Patricia Bullrich, como Larreta, se fue del Pro quedándose. El ministro Caputo ha dicho por ahora cepo, justo cuando entra Sturzenegger, el que con Macri lo bajó casi de un día para otro.
Veamos: el destinatario del o de los mensajes de Macri de estos días es Milei, no Bullrich. Tan claro como lo que, sin decirlo, dice: para negociar con el Pro hay que sentarse conmigo. De paso, es un mensaje para adentro del Pro y para sus partidarios que en el balotaje volcaron su voto a Milei, haciéndolo ganador. Milei reaccionó no reaccionando.
Bullrich, que pudo haber servido de puente entre los dos, prefirió calzarse la camiseta libertaria. Como Larreta, se fue del Pro quedándose: “ni loca me voy”. Nunca nadie se va del todo. La intención de los dos candidatos presidenciales en la interna también estaba clara: jubilar a Macri, que a veces, hay que decirlo, pareciera estar de acuerdo y de pronto, no. Es la política.
La indicación de Macri en este asunto fue: hay que votar la ley Bases, porque para eso le pasamos votos y porque del otro lado, haciendo lo posible y lo imposible para que no salga, está el kirchnerismo. Y hay que mantener la identidad, que en sencillo se lee mantener distancia. Más claro y más sencillo: al fin y al cabo no cogobernamos porque no lo ofrecieron.
Bullrich tiene buena imagen, se planta y va al frente: es su fuerte. Pero es temeraria. En su apuro no lee cómo va a leer su gente y la gente cosas disparatadas que anuncia, como que irá a sacarle radiografías a los bichos correntinos. Leyó mal de chica los Cuentos de la Selva, de Quiroga. La desaparición de Loan, las desapariciones, no dan para estas cosas. Esa urgencia sin tamiz es su mayor debilidad. Antes de ser Papa, Bergoglio decía: Bullrich es la mujer con más divorcios en la política. Y por mucho que se quiera, a esa edad ya no se cambia.
Milei, sin decirlo, pero haciendo, es otro que busca jubilar a Macri, corriendo al Pro de su bastión porteño. Con cambios en la forma en que los bancos esterilizan circulante, la Ciudad se quedó sin una parte gruesa de sus ingresos por Ingresos Brutos. Con una prolongada distracción, Milei no devuelve la coparticipación que ordenó la Corte. Se comió esa plata seis meses. Ahora dice que lo hará. Después de que se lo reclamaron. Es dato.
Milei no le cumple a la Ciudad en la que manda Jorge, primo de Macri, y que con Frigerio es de los que piden más dureza con Milei. El ministro que pisa los ingresos porteños es Caputo, antes propia tropa, amigo íntimo de Larreta y tío de Santiago, que decide estas cosas con Karina. El hermano Javier se ha desentendido de esta y de otras partes del gobierno, lo que explica parte del caos en el que funcionan. Nota al pie: Move Gropu, la consultora de Santiago, que asesora a políticos y empresas, le hizo la campaña a la camporista Mayra Mendoza y a De Pedro, y a través de De Pedro armó el nexo de Milei con Cristina. Su vocero es el lobbysta Di Lorenzo, aportante de Unión por la Patria y operador de Tombolini, más que cercano a Sergio Massa. Todo tiene que ver con todo. También en el mileismo.Macri junto a los ex presidentes Iván Duque (Colombia) y Jorge Quiroga (Bolivia), en el homenaje al expresidente de Chile Sebastián Piñera. Foto: EFE/ Elvis González
Se cumplieron 50 años de la muerte de Perón, que en el 73 sacó el 62% contra el 49 de Cámpora, tres meses antes. Había vuelto casi anciano, con Isabel y López Rega, y echó a los Montoneros a los que antes había fogoneado y que llamaban Tío a Cámpora. Los Montos pasaron de usar las armas contra la dictadura a usarlas contra Perón. Hoy La Cámpora quiere ser su heredera y Kicillof que se volvió peronista, el único peronista que no roba -se autodefine- aspira a ser su sucesor. Decir que esto es surrealista es querer ser delicado. Como sea, el peronismo trata de reagruparse y armó en San Vicente una foto-mensaje de unidad. Pero no le salió: Kicillof subió solo al palco y Máximo se mantuvo lejos, haciéndose el distraído. Sólo le faltó mostrar los dedos, como Lousteau.
Un rato antes, La Cámpora había discutido en asamblea si participaban o no. Cosas que han quedado de los 70, como la intolerancia. Están en problemas: Milei no solo les ganó, les quitó una parte de su base electoral. Ahora, sin discurso, lo único que comparten es un deseo: Milei se va a caer pronto.
También por estos días en el oral por el intento de asesinato de Cristina se están repitiendo tosquedades conocidas, como que una poderosa conspiración estuvo detrás del fallido magnicidio, con la ayuda de una vecina en tareas de inteligencia. No hace falta decir que la debilidad del kirchnerismo son las teorías conspirativas: no les interesa la verdad sino el relato. También herencia setentista: el propio Firmenich, que nunca le pidió perdón a sus víctima, salió a decir que el atentado fue un mensaje contra otros líder de la región. Lo que se ve y palpa es un par de marginales escasos de seso con ínfulas váyase a saber de qué, y, entre otras cosas nuestras, una custodia que no custodió y le pasó la posta a La Cámpora.Federico Sturzenegger entrando a la Casa Rosada para la ceremonia de juramento como ministro. Foto: Lopez Claro.
¿De qué cambio podemos hablar en el país después de leer este párrafo de un panfleto de la kirchnerista ATE?: “… estamos dispuestos a llevar a cabo los medios necesarios, sean cuales sean, para combatir y derribar el gobierno del presidente Javier Milei. Además, tomaremos acciones necesarias para que sea encarcelado y llevaremos a cabo juicios populares.” Y como si incitar a la sedición fuera lo más natural y justo del mundo, dicen ampararse en la democracia misma.
¿Y Milei? Venía complicado con la política, pero consiguió las Bases. Y venía más o menos bien con la economía, si reducimos la economía a controlar la inflación, condición esencial para hacer bien cualquier otra, pero medio se le complicó con la escapada del dólar, para la que siempre habrá razones en la economía y en la política. Y en su mezcla. Francos, el jefe de ministros, mandó también su mensaje: “Massa está trabajando para generar inestabilidad”. Como a los bancos les cambiaron las reglas de juego, hubo alguno, el Macro, ligado a Massa, que se desprendió de títulos de deuda en pesos que el Central tiene obligación de comprar si caen por debajo de cierto valor. Desde el banco aclararon: nada que ver.
Con Sturzenegger en el barco ya con cargo de ministro antiburocracia, tampoco parece acertado el apodo de ministro antihojarasca, porque, que se sepa, para la hojarasca se usa sopladora, no motosierra, no licuadora. Y, se sabe, con la sopladora se puede soplar jardín ajeno. Se verá cómo se lleva con Caputo, que ha dicho por ahora cepo, justo cuando entra el que con Macri lo bajó casi de un día para otro. Nada nuevo, todo muy argentino, hasta el sufrimiento con los penales y la consolidación de un nuevo héroe nacional, San Dibu, con el dólar pegando en el travesaño y yéndose para arriba. Pero Dios es argentino.
Fuente Clarin