Por The News York Times
La milicia terrorista libanesa parecía satisfecha con intercambiar golpes con Israel y evitar un conflicto mayor; el ataque que mató a su líder en Beirut demuestra que evaluó mal
STAMBUL.- Semanas después de que Hamas lanzara el ataque sorpresa contra Israel que inició la guerra de Gaza el 7 de octubre del año pasado, Hassan Nasrallah, líder del grupo terrorista libanés Hezbollah, expuso el planteamiento de su grupo ante la guerra.
Hablando por videoconferencia desde un lugar secreto, dijo que Hezbollah buscaba un equilibrio entre lanzar ataques transfronterizos contra Israel en apoyo de Hamas y evitar una guerra total.
“Algunos en el Líbano dicen que estamos corriendo un riesgo”, afirmó. “Pero este riesgo forma parte de un cálculo beneficioso y correcto”.
Ese cálculo fracasó estrepitosamente en las dos últimas semanas, en las que Israel lanzó una creciente serie de ataques contra el grupo terrorista. La campaña ya incapacitó a miles de miembros de base de Hezbollah mediante la voladura de sus dispositivos de comunicación y mató a muchos de los altos dirigentes del grupo en ataques aéreos.
El viernes, el Ejército israelí atacó al propio Nasrallah, lanzando potentes bombas sobre el cuartel general del grupo cerca de Beirut. Tanto Israel como Hezbollah confirmaron su muerte este sábado.
“Hezbollah creía que el juego de la disuasión con Israel estaba esencialmente igualado”, dijo Michael Young, editor senior del Carnegie Middle East Center en Beirut. “Y los israelíes demostraron que no era así”.
Nasrallah dirigió Hezbollah durante más de tres décadas y su muerte priva al movimiento de un líder experimentado que gozaba de un estatus casi mítico entre la base musulmana chiita del grupo.
Al decidir llevar a Hezbollah a una nueva batalla contra Israel, Nasrallah pareció haber asumido que la lucha podría contenerse y que el agotamiento de Israel por su guerra en Gaza y el miedo al daño que los misiles y comandos de Hezbollah podrían causar en Israel le impedirían responder con demasiada fuerza.
Esa estrategia funcionó en gran medida durante muchos meses, ya que Israel y Hezbollah se bombardearon mutuamente a través de la frontera entre el Líbano e Israel, pero evitaron en gran medida ataques de mayor envergadura.
Pero en las últimas semanas, los dirigentes israelíes, ante la presión interna para que decenas de miles de israelíes que habían huido del norte del país regresaran a sus hogares, intensificaron rápidamente sus ataques. Este esfuerzo sostenido sembró confusión en el seno de Hezbollah y mermó su capacidad de respuesta.
Israel tenía dos ventajas contra Hezbollah. En primer lugar, sus servicios de inteligencia penetraron profundamente en el grupo, lo que le permitió rastrear y matar a un gran número de comandantes de nivel medio y alto.
“Consiguieron infiltrarse en Hezbollah muy profundamente, de modo que parece que lo sabían todo, dónde están los líderes y dónde y cuándo se reúnen”, dijo Young.
Incluso después de que los asesinatos de Israel dejaran claro que seguía la pista de los líderes del grupo, Hezbollah no pareció haber ajustado sus protocolos de seguridad para evitar nuevos ataques. La semana pasada, Israel mató a Ibrahim Aqeel, que dirigía la fuerza de comandos de élite de Hezbollah, mientras se reunía con otros mandos militares. Nasrallah parece haber sido atacado dentro de la sede de Hezbollah durante otra reunión con otros funcionarios del movimiento.
La segunda ventaja de Israel fue que las acciones de Nasrallah demostraron que era reacio a responder a los ataques de Israel de un modo que muy probablemente habría ampliado la guerra. Después de que Israel matara a su jefe de operaciones militares en un ataque aéreo cerca de Beirut en julio, no se organizó una respuesta significativa.
El grupo llevaba mucho tiempo alardeando de que disponía de potentes misiles capaces de alcanzar ciudades situadas en el interior de Israel, y los dirigentes israelíes temían que Hezbollah pudiera atacar infraestructuras sensibles con misiles de precisión o enviar comandos para asaltar comunidades israelíes. Pero esas capacidades, si no habían sido desactivadas por los ataques de Israel, permanecían en gran medida inutilizadas.
“En todos los niveles de escalada, Hezbollah no fue capaz de seguir el ritmo de los israelíes”, dijo Young.
Por ello, Israel intensificó rápidamente los asesinatos selectivos de dirigentes de Hezbollah y bombardeó intensamente sus bastiones en el sur y el este del Líbano, ataques que causaron la muerte de más de 700 personas durante la última semana, muchas de ellas civiles. Las autoridades israelíes dijeron querer evitar una invasión terrestre del Líbano degradando considerablemente las capacidades de Hezbollah y eliminando a sus dirigentes.
Al perseguir y matar al propio Nasrallah el viernes, Israel puede estar esperando que la eliminación del venerado líder del grupo sirva como una especie de golpe de gracia.
Ben Hubbard
The New York Times