Reporte de Matthew P. Funaiole, Aidan Powers-Riggs, Brian Hart, Henry Ziemer, Joseph S. Bermúdez Jr., Ryan C. Berg y Christopher Hernández-Roy
El asunto
Durante mucho tiempo se ha rumoreado que China opera instalaciones de espionaje en Cuba, pero se han hecho públicos pocos detalles sobre su presencia allí. La investigación realizada por CSIS revela cuatro sitios dentro de Cuba que probablemente apoyen los esfuerzos de China para recopilar inteligencia sobre Estados Unidos y sus vecinos. Las imágenes satelitales y el análisis de fuentes abiertas ofrecen una visión sin precedentes de estas instalaciones y proporcionan pistas sobre cómo podrían usarse para espiar comunicaciones y actividades sensibles en la región. Estos sitios han experimentado mejoras observables en los últimos años, incluso cuando Cuba ha enfrentado perspectivas económicas cada vez más nefastas que la han acercado a China. A la luz de estos acontecimientos, Estados Unidos y sus socios regionales deberían monitorear cuidadosamente el creciente papel de China en Cuba, endurecer las comunicaciones sensibles e impulsar la transparencia para reducir la probabilidad de errores de cálculo.
Introducción
Las ambiciones de China de expandir sus capacidades globales de recopilación de inteligencia la han llevado a las puertas de Estados Unidos. En una sorprendente revelación en junio de 2023, funcionarios de la administración Biden confirmaron informes de que China tiene acceso a instalaciones de espionaje en Cuba. Divulgaciones posteriores del Wall Street Journal sugirieron que los funcionarios habían identificado hasta cuatro instalaciones de interés y rastrearon a los técnicos chinos que entraban y salían de varias.
Los rumores de una presencia de inteligencia china en Cuba se han estado cocinando a fuego lento durante décadas. Sin embargo, las últimas revelaciones alimentaron nuevas especulaciones sobre el alcance y la profundidad de la huella de Pekín allí. Pocos meses después de que un globo espía chino cruzara gran parte del territorio continental de Estados Unidos, estos informes contribuyeron a renovar las preocupaciones sobre los crecientes esfuerzos de China para recopilar inteligencia sobre el territorio estadounidense.
La proximidad de Cuba al sur de los Estados Unidos y el Caribe la convierte en un lugar privilegiado para la recopilación de inteligencia de señales (SIGINT) en la región. Ubicada a menos de 100 millas al sur de Florida, Cuba está bien posicionada para vigilar las comunicaciones y actividades sensibles, incluidas las del ejército estadounidense. La costa sureste de los Estados Unidos rebosa de bases militares, cuarteles generales del comando de combate, centros de lanzamiento espacial y sitios de pruebas militares. Para Pekín, tener acceso a las capacidades de SIGINT en Cuba abriría una importante ventana de inteligencia inaccesible desde dentro del territorio chino.
Las imágenes satelitales y otra información no clasificada analizada por el CSIS proporcionan una visión sin precedentes de cuatro instalaciones en toda Cuba que tienen equipos capaces de recolectar SIGINT. Algunos tienen décadas de antigüedad, pero parecen haber sido objeto de actualizaciones en los últimos años; otros se han materializado solo en los últimos años. Estas cuatro instalaciones, seleccionadas de casi una docena de sitios de interés cubanos analizados por el CSIS, son las que tienen más probabilidades de apoyar los esfuerzos de inteligencia de China en la región.
SIGINT en la práctica
SIGINT es un elemento central del arte de espionaje moderno. La interceptación de señales transmitidas por actores civiles y militares puede proporcionar a los países información valiosa sobre sus adversarios, competidores y aliados por igual. Las tecnologías modernas, como los cables submarinos de fibra óptica, las redes satelitales y las herramientas cibernéticas, han abierto nuevas vías para la recopilación de SIGINT, pero los métodos tradicionales de recopilación y desciframiento de señales transmitidas a través del espectro de radiofrecuencia (RF) siguen siendo una parte fundamental del espionaje.
Obtener inteligencia útil de las señales de RF es una tarea compleja que requiere equipos especializados, es decir, antenas optimizadas para las características de la señal de sus objetivos. El tamaño, el número, la orientación y el diseño de estas antenas determinan sus capacidades y función.
La geografía influye en la eficacia del SIGINT. A largas distancias, las señales de radio pueden resultar difíciles de aislar del tráfico circundante. Las señales transmitidas por satélite, el principal medio de comunicación militar y de seguridad nacional, se envían en ráfagas a medida que el satélite pasa sobre un área objetivo. El monitoreo o la interceptación de estos datos requiere una instalación física de enlace descendente directamente dentro de la huella del satélite.[1]
Otros métodos SIGINT, como los sistemas de radar que rastrean misiles y satélites, están igualmente limitados por el alcance. Las transmisiones de radar generalmente requieren una “línea de visión” directa al objetivo, que puede ser bloqueada por la curvatura de la Tierra y otros obstáculos físicos.
Analizando Posibles Sitios SIGINT Cubanos
Utilizando imágenes satelitales y otras herramientas de código abierto, el CSIS evaluó casi una docena de instalaciones en toda Cuba que, según varios rumores, estaban conectadas con el espionaje chino. De estos, cuatro tenían instrumentación SIGINT observable, infraestructura de seguridad física clara (puestos de vigilancia, cercas perimetrales, insignias militares, etc.) y otras características que sugerían la recopilación de inteligencia.
Bejucal
Ubicada en las colinas que dominan la ciudad capital de La Habana, se encuentra el sitio SIGINT cubano más grande y activo revisado por CSIS. Ubicado cerca de Bejucal, el complejo ganó notoriedad durante la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962 por albergar armas nucleares soviéticas.
Durante décadas, Bejucal ha sido objeto de sospechas por posibles vínculos con la inteligencia china, incluso en medios de comunicación en inglés y español, testimonios en el Congreso de EE. UU. y documentos gubernamentales no clasificados. Incluso apareció en los debates de las primarias presidenciales de Estados Unidos de 2016, cuando el senador de Florida, Marco Rubio, pidió a La Habana que “[echara] a esta estación de escucha china en Bejucal”.
Las imágenes satelitales de marzo de 2024 indican que la instalación está activa y lo ha estado durante algún tiempo. Al sur de la base hay al menos cinco entradas a instalaciones subterráneas, construidas entre 2010 y 2019. Lo que albergan estas instalaciones es difícil de determinar a partir de imágenes satelitales, pero fuentes no confirmadas de desertores cubanos sugieren que pueden ser el cuartel general de la brigada radioelectrónica de la inteligencia militar cubana.
Una variedad de antenas salpican los terrenos, y varias se han trasladado en enero de 2024. Entre ellas se encuentran las antenas parabólicas, utilizadas principalmente para interceptar las comunicaciones por satélite.
La ubicación y las características de estos instrumentos podrían permitir a la base rastrear satélites e interceptar sus comunicaciones de enlace descendente. También podría recopilar datos sobre los lanzamientos de cohetes estadounidenses desde el Centro Espacial Kennedy y la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral en Florida. Dicha información proporcionaría una visión privilegiada de las trayectorias de vuelo y los datos de telemetría de dos de los principales sitios donde se lanzan satélites estadounidenses al espacio. Es probable que el estudio de estos lanzamientos, en particular los de los sistemas de cohetes propulsores reutilizables de primera etapa Falcon 9 y Falcon Heavy de SpaceX, sea de gran interés para China, ya que intenta ponerse al día con la tecnología de lanzamiento espacial de EE. UU.
Algunas trayectorias de lanzamiento de SpaceX, incluidas las que llevan satélites de órbita polar al espacio, viajan hacia el sur desde Cabo Cañaveral sobre el Mar Caribe. Los documentos de evaluación ambiental presentados por la compañía muestran posibles áreas de amerizaje para sus sistemas reutilizables de primera etapa ubicados frente a la costa de Cuba (ver Figura 1). Bejucal ofrece un punto de vista privilegiado para recopilar datos valiosos sobre estos lanzamientos.
El Salao
En el lado opuesto de la isla hay un nuevo sitio SIGINT que anteriormente no había sido reportado. Las imágenes satelitales de marzo de 2024 revelan que justo al este de la ciudad de Santiago de Cuba, cerca de un barrio llamado El Salao, se ha estado construyendo un gran CDAA (Circularly Disposed Antenna Array, conjunto de antenas dispuesta circularmente) desde 2021.[2] Con un diámetro proyectado de 130 a 200 metros, la instalación podría ser capaz de detectar señales a cualquier lugar entre 3.000 y 8.000 millas náuticas de distancia una vez que esté operativa.
El conjunto está a solo dos millas al noreste de la Planta de Cemento Moncada, un proyecto inaugurado en 2018 en medio del impulso del gobierno cubano para revitalizar su industria de cemento en descomposición. Según informes locales, la planta formaba parte de la expansión del puerto de Santiago de Cuba financiada por China, tanto suministrando materiales para su construcción como permitiendo una fácil exportación a través del puerto. Las fotos publicadas en las redes sociales sugieren que los trabajadores de la planta de Moncada también están involucrados en el trabajo en el sitio de El Salao, lo que indica al menos un posible vínculo entre un conocido proyecto financiado por China y la instalación emergente del CDAA.
Los CDAA como este se utilizan principalmente para la radiogoniometría de alta frecuencia (HFDF), que consiste en localizar el origen de las señales de radio entrantes. Originalmente desarrollados para ayudar a los servicios militares y de inteligencia a rastrear la ubicación y los movimientos de sus objetivos, los CDAA ahora también se utilizan para una variedad de aplicaciones civiles, incluidas las fuerzas del orden, la búsqueda y el rescate, y la investigación atmosférica.
Sitios como estos fueron un elemento básico de SIGINT durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y Rusia operaban redes CDAA expansivas en el extranjero.[3] Son menos comunes hoy en día debido a los cambios en las comunicaciones militares y el desarrollo de nuevas tecnologías HFDF. La mayoría de las comunicaciones militares sensibles ahora se transmiten a través de cable seguro de fibra óptica o satélite, lo que hace que la intercepción de las comunicaciones de radio de alta frecuencia sea menos valiosa. Las agencias civiles como la Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) continúan utilizando CDAA para monitorear el tráfico de radio.
Aun así, los CDAA pueden proporcionar información sobre la ubicación y los movimientos de las fuerzas militares a un costo relativamente bajo. Son de bajo mantenimiento y resistentes a la intemperie. China ha invertido en nuevas instalaciones de CDAA en Mischief Reef y Subi Reef, dos de sus islas militarizadas en el Mar de China Meridional, lo que demuestra que la tecnología sigue siendo relevante incluso para una fuerza militar de alto nivel como el Ejército Popular de Liberación (EPL). Junto con otras formas de SIGINT, los CDAA como estos pueden ayudar a proporcionar a China una alerta temprana sobre la actividad naval cerca de sus islas en disputa.
El sitio de El Salao, en Cuba, sigue en construcción, y su configuración final, incluido su diámetro total y su número de antenas y anillos, sigue siendo desconocida. Sin embargo, una vez completado, es probable que el sitio sea capaz de monitorear a la Marina de los EE. UU. y sus socios internacionales que operan en el Caribe e incluso en el Océano Atlántico Sur. La proximidad de la instalación a la Base Naval de EE.UU. en la Bahía de Guantánamo significa que podría recopilar incluso datos aparentemente mundanos de transmisiones de radio de alta frecuencia que ayudarían a pintar una imagen detallada de la actividad militar de EE.UU. y de otros países en el Caribe. Si bien las comunicaciones militares modernas están altamente encriptadas, la información sobre la frecuencia, el origen, la dirección y el ritmo del tráfico de comunicaciones podría proporcionar un valor de inteligencia significativo.
Wajay
A menos de 10 kilómetros al norte de Bejucal se encuentra una instalación más pequeña conocida como Wajay. La presencia de vallas de seguridad y dos puestos de guardia sugiere claramente que el sitio está destinado a actividades militares u otras actividades delicadas.
El complejo se ha expandido gradualmente en los últimos 20 años, pasando de tener una sola antena y varios edificios pequeños en 2002 a ser un complejo robusto en la actualidad. Ahora alberga 12 antenas de varios tamaños y orientaciones, importantes instalaciones de operaciones y apoyo, e incluso una pequeña granja solar, que potencialmente ofrecería un seguro contra la red eléctrica cada vez menos confiable de Cuba.
La presencia de árboles y la actividad agrícola indican alguna funcionalidad de uso mixto, una característica que se observa en otros sitios de SIGINT donde los constructores han tratado de disfrazar su verdadero propósito. Aunque menos prominente que Bejucal o El Salao, Wajay ha aparecido en un puñado de documentos que afirman que China jugó un papel en su construcción o modernización.
No se ven antenas parabólicas aquí, lo que sugiere que el propósito de Wajay es principalmente la intercepción y transmisión de señales terrestres. Sin embargo, la variedad de antenas presentes es una clara indicación de que Wajay es responsable de un conjunto de misiones SIGINT razonablemente complejo y en evolución.
Calabazar
Junto con Bejucal y Wajay, la instalación de Calabazar representa el tercer sitio activo más importante de SIGINT en las afueras de La Habana. Su presencia e historia son menos discernibles en la literatura de código abierto que las de Bejucal y Wajay. Los documentos desclasificados de la CIA sugieren que lo más probable es que sirviera como una instalación de comunicaciones en la década de 1960; Sin embargo, su encarnación actual muestra actualizaciones significativas. Quizás lo más notable es la nueva granja solar, significativamente más grande que la de Wajay e instalada a partir de 2012.
Calabazar cuenta con antenas parabólicas, verticales y horizontales, que probablemente recopilan inteligencia abigarrada. Al igual que en Bejucal, las antenas parabólicas parecen estar orientadas en gran medida hacia el sur, posiblemente destinadas a captar las transmisiones de los satélites en órbita geosincrónica sobre el ecuador. Sin embargo, los cambios en el número y la orientación de las antenas muestran que Calabazar está diversificando la inteligencia que recopila.
A diferencia de los tres sitios anteriores, Calabazar no fue identificada en ningún registro disponible públicamente como tener vínculos con China. Sin embargo, los informes obtenidos por el CSIS de desertores cubanos sitúan esta base directamente dentro de los esfuerzos más amplios de recopilación de inteligencia de la isla.
El crecimiento de los equipos de monitoreo espacial en Calabazar (así como en Bejucal) es notable dado que Cuba carece de satélites propios y programa espacial. Si bien el país podría operar capacidades de enlace descendente para acceder a datos satelitales para una variedad de aplicaciones, es probable que los tipos de equipos de seguimiento espacial observados estén destinados a monitorear las actividades de naciones como los Estados Unidos con presencia en órbita.
Incluso el acceso limitado a este equipo proporcionaría a China una capacidad mucho mayor para monitorear y comunicarse con sus propios activos espaciales que pasan por el otro lado del globo. Al igual que Estados Unidos, Rusia y Europa, China opera una red global de estaciones terrestres desde las que puede realizar telemetría, seguimiento y comando (TT&C) en sus satélites y naves espaciales. Históricamente, China ha carecido de acceso a las estaciones terrestres en América del Norte. Estas instalaciones en Cuba podrían ayudar a cerrar esa brecha.
El abrazo cubano de China
El giro postsoviético
Cuba tiene una larga historia de albergar agencias de inteligencia de adversarios extranjeros que buscan espiar las comunicaciones que entran y salen de Estados Unidos. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética operó su mayor instalación SIGINT en el extranjero en el Complejo de Inteligencia de Señales de Lourdes, cerca de La Habana, que se utilizaba para monitorear satélites estadounidenses e interceptar telecomunicaciones militares y comerciales sensibles. En su apogeo, se dijo que la instalación proporcionaba a la Unión Soviética hasta el 75 por ciento de su inteligencia militar.
Después de la caída de la Unión Soviética en 1991, la presencia de Moscú en Cuba comenzó a disminuir. Lourdes fue cerrada oficialmente en 2002, y su campus se convirtió en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), ahora el principal instituto de ciencias de la computación e ingeniería de Cuba.
El colapso de la Unión Soviética proporcionó una oportunidad para los competidores, especialmente China, que rápidamente llenó el vacío. La década de 1990 vio varios intercambios de alto nivel entre líderes chinos y cubanos, incluida una delegación militar encabezada por el ministro de Defensa Nacional de China, Chi Haotian, en 1999.
Los rumores sobre la presencia de inteligencia de China en la isla parecen haber comenzado con la visita de Chi. Los informes de los medios de comunicación de la época sugieren que el ministro firmó un acuerdo que otorgaba a China acceso a varias instalaciones de espionaje electrónico de la antigua Unión Soviética en la isla. Un artículo de 1999 en el Nuevo Herald citó un informe filtrado de la FCC que sugería que China había proporcionado al gobierno cubano equipos mejorados de interferencia de señal para interferir con las transmisiones estadounidenses como Radio Martí, que tiene como objetivo agitar la disidencia política.
Desde esos primeros días de compromiso, los lazos de China en Cuba no han hecho más que fortalecerse. Oficiales militares cubanos y chinos han participado en reuniones rutinarias de alto nivel entre los líderes estatales, del partido y del ejército. Cuba fue uno de los primeros países de América Latina y el Caribe en recibir al líder chino Xi Jinping tras su toma de posesión en 2013, y los líderes cubanos han visitado China al menos cuatro veces desde entonces. Esto incluye una reunión reciente en abril de 2024 entre He Weidong, vicepresidente de la Comisión Militar Central de China, y el general cubano Víctor Rojos Ramos, donde ambos confesaron su “amistad inquebrantable”.
El apoyo financiero de China a Cuba ha experimentado un crecimiento continuo. A pesar del entorno de inversión notoriamente difícil de Cuba, China ha proporcionado aproximadamente 7.800 millones de dólares en financiamiento para el desarrollo de la isla desde el año 2000, según AidData. Esto incluye proyectos importantes como la modernización del Puerto de Santiago de Cuba, un proyecto de 120 millones de dólares lanzado formalmente en 2015 tras la visita de Xi el año anterior.
La Corporación Nacional de Petróleo de China también se ha asociado con la empresa petrolera estatal de Cuba para desarrollar pozos petroleros en tierra y en alta mar. Si bien las reservas probadas de Cuba son escasas, impulsar la producción nacional de petróleo ha sido una prioridad para el gobierno cubano, ya que el colapso del sector petrolero de Venezuela ha provocado una escasez de combustible barato. Al mismo tiempo, China ha desempeñado un papel importante en ayudar a Cuba a diversificar su red eléctrica que depende en gran medida de los combustibles fósiles, comprometiéndose a ayudar a construir 92 granjas solares en la isla.
Las empresas vinculadas a Pekín también están profundamente arraigadas en el sector tecnológico de Cuba. Los gigantes tecnológicos chinos Huawei y ZTE, ambos incluidos en la lista negra del gobierno de Estados Unidos por riesgos de espionaje, ahora forman la columna vertebral de la infraestructura de telecomunicaciones de Cuba. Los frecuentes intercambios técnicos entre universidades y empresas tecnológicas respaldadas por el Estado cubano y chino también facilitan la transferencia de tecnología.
Crisis y oportunidad
Cuba se encuentra actualmente inmersa en su peor crisis económica desde la caída de la Unión Soviética, una crisis peor, incluso, que el tristemente célebre “período especial” que siguió a la pérdida del patrocinio de la isla durante la Guerra Fría. La pandemia de Covid-19 diezmó la industria turística de la isla, bloqueando una de sus principales fuentes de ingresos y divisas. La otra fuente, las remesas de los cubanos que viven en el extranjero, se vio severamente restringida por las políticas de la era Trump que limitaban las transferencias de dinero. Si bien la administración Biden ha dado marcha atrás en algunas de estas políticas y se ha comprometido retóricamente a un acercamiento con La Habana, la dura represión del gobierno cubano contra las protestas masivas desde 2022 ha puesto en pausa nuevos esfuerzos.
En conjunto, estas perturbaciones han desencadenado una recesión económica aguda y de gran alcance. En 2023, la economía de Cuba se contrajo un 2 por ciento, mientras que la inflación superó el 30 por ciento. Los recortes del gobierno a los subsidios a los combustibles han provocado que el precio de la gasolina suba más del 400 por ciento. Los cubanos están huyendo en cifras récord: más de un millón de personas —alrededor del 10 por ciento de la población— se fueron entre 2021 y 2023. Luego, a fines de octubre de 2024, los apagones en toda la isla dejaron a la isla a oscuras durante días y días. Incluso ahora, la red eléctrica de Cuba no muestra signos de mejora, debido al colapso de la infraestructura y a la falta total de fondos para pagar las mejoras.
Al otro lado del Atlántico, han surgido informes de ciudadanos cubanos que se alistan en las fuerzas armadas rusas para luchar en Ucrania por salarios más altos que los que podrían obtener en su país. Si bien el gobierno cubano afirmó haber desmantelado una red involucrada en este plan, según estos informes, los mercenarios cubanos parecen haber ingresado legalmente a Rusia antes de dirigirse al frente, lo que sugiere que La Habana fue cómplice al menos en algún nivel al autorizar la emigración de estos trabajadores y soldados.
La Habana necesita desesperadamente ayuda externa para superar esta crisis. Sin embargo, con pocos socios internacionales cercanos y pocos beneficios económicos significativos que ofrecer, sus opciones son limitadas. Para las potencias extranjeras, es probable que Cuba parezca atractiva más por su proximidad a Estados Unidos que por sus prometedores mercados o abundantes recursos naturales.
En conjunto, la creciente influencia económica y política de China en Cuba puede estar abriendo las puertas a sus servicios militares y de inteligencia allí. Pekín tiene claros intereses estratégicos en establecer una huella en la isla, dada su proximidad a Estados Unidos y su posición estratégica en el corazón del Caribe. La urgente necesidad de apoyo de Cuba es una oportunidad ideal para que China establezca una presencia allí. Incluso sin una presencia sustancial de fuerzas de la RPC en la isla, la inteligencia cubana podría compartir fácilmente la información que recopila con Beijing. Dicha cooperación podría ocurrir sin un despliegue considerable de personal chino, lo que dificultaría la detección.
Más allá de SIGINT
La recolección y cooperación de SIGINT puede representar solo la punta del iceberg cuando se trata de la cooperación China-Cuba. China tiene fuertes motivaciones políticas e ideológicas para preservar uno de los pocos estados comunistas que quedan en el mundo. Su creciente influencia sobre la economía digital que emerge gradualmente en el país ya ha permitido al gobierno cubano reprimir de manera más efectiva la disidencia y mantener el control social. Durante las protestas de julio de 2021, por ejemplo, se sabía que el gobierno cubano reducía selectivamente el ancho de banda en los lugares de protesta, impidiendo que los organizadores se comunicaran entre sí y compartieran imágenes de abusos de las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, los mayores intereses de Pekín en la isla son claramente estratégicos. Las ambiciones de China de expandir su presencia militar en el extranjero están bien documentadas, y Cuba proporciona un punto de apoyo atractivo para el EPL en el Caribe. Una evaluación desclasificada de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos (ODNI, por sus siglas en inglés) publicada a principios de 2024 enumera a Cuba como uno de varios países donde China está buscando establecer instalaciones militares.
Además, el intercambio de inteligencia entre Cuba y China podría extenderse mucho más allá del dominio de SIGINT. Los servicios de espionaje de Cuba han construido una sofisticada red de inteligencia humana (HUMINT, por sus siglas en inglés) centrada abrumadoramente en Estados Unidos. En diciembre de 2023, el exembajador de Estados Unidos en Bolivia y funcionario de carrera del servicio exterior Manuel Rocha fue arrestado y acusado de espionaje. Rocha presuntamente se desempeñó durante 15 años como un activo de inteligencia cubano dentro de los Estados Unidos, donde desempeñó un papel importante en la configuración de la política exterior de Washington hacia el hemisferio occidental, incluida Cuba. Según el fiscal general Merrick Garland, el caso representó una de las “infiltraciones de mayor alcance y más duraderas del gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero”.
El arresto de Rocha se suma a una larga historia de hazañas cubanas que cultivan activos de HUMINT, incluida la ex analista líder de Cuba en la Agencia de Inteligencia de Defensa, Ana Montes, quien fue arrestada en 2001. Ex oficiales de contrainteligencia de la CIA y el FBI han sostenido durante mucho tiempo que la isla intercambia información recopilada de HUMINT por favores de otras potencias, especialmente Rusia y China. Cualquier acuerdo de intercambio de inteligencia con China también podría incluir un tesoro de HUMINT. Cuba también ha sido un ávido exportador de conocimientos de recopilación de inteligencia a otros regímenes autoritarios en el hemisferio, ayudando a Venezuela a construir su propio aparato de inteligencia militar para detectar signos de deslealtad entre sus fuerzas de seguridad. Conocida como la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), la institución respaldada por Cuba está siendo empleada actualmente para sofocar las señales de deslealtad mientras el dictador venezolano Nicolás Maduro busca aferrarse al poder luego de unas elecciones descaradamente robadas.
China no es la única potencia extrahemisférica que busca oportunidades en las Américas. En 2017, Rusia inauguró una estación GLONASS (equivalente ruso de GPS) en Nicaragua. Desde entonces, la instalación ha sido objeto de escrutinio como un posible punto de vista desde el cual Moscú podría recopilar información sobre Estados Unidos y otros países latinoamericanos. Más recientemente, el periódico Confidencial publicó una investigación sobre la base militar de Mokorón en Managua, alegando que la instalación había sido entregada a Rusia para su uso como instalación SIGINT. El general Glen VanHerck, excomandante del Comando Norte de Estados Unidos, testificó en 2022 que el Kremlin tenía su mayor concentración de espías ubicada en México, donde el número de personal diplomático ruso ha aumentado un 60 por ciento desde la invasión de Ucrania (incluso cuando México ha reducido su personal diplomático en Moscú).
Moscú podría estar buscando revitalizar su propia capacidad de recopilación de inteligencia en el hemisferio, con Cuba destacándose como un trampolín especialmente atractivo. Un informe de The Insider de junio de 2023 sugería que la Universidad de Ciencias Informáticas, situada en el emplazamiento del antiguo complejo SIGINT de Lourdes, ha vuelto a convertirse en un centro para el personal de inteligencia ruso.
Tal vez lo más preocupante es la posibilidad de que los adversarios de Estados Unidos vayan más allá de la cooperación en inteligencia hacia una asociación militar y de defensa más abierta con La Habana. Rusia ya ha demostrado su voluntad de utilizar a Cuba para proyectar su poder en el hemisferio occidental cuando envió una flotilla naval, que incluía una fragata de misiles guiados y un submarino de propulsión nuclear equipado con misiles hipersónicos Zircon, a la isla en junio de 2024.
Recomendaciones de política
El resurgimiento de Cuba como cabeza de playa para los rivales de Estados Unidos en la competencia entre grandes potencias debería generar preocupaciones en Washington y más allá. La isla fue famosa por ser el sitio del roce más cercano del mundo con la guerra nuclear, la Crisis de los Misiles Cubanos. Si bien es poco probable que China establezca capacidades ofensivas importantes en la isla a corto plazo, la expansión gradual de su presencia de inteligencia allí seguirá siendo una preocupación duradera para los responsables políticos de Estados Unidos y sus socios regionales.
El trabajo de inteligencia tiende a estar envuelto en secreto, como lo demuestran no solo las negaciones chinas y cubanas de la cooperación con SIGINT, sino también la reticencia de Estados Unidos a compartir detalles sobre la situación. Sin embargo, las siguientes líneas de esfuerzo representan primeros pasos importantes para ayudar a fortalecer la infraestructura de Estados Unidos y sus socios y disuadir una mayor escalada por parte de las potencias adversarias en la isla.
1. Impulsar la transparencia y abrir canales de comunicación para reducir las percepciones erróneas.
La historia del descomunal papel de Cuba en la competencia estratégica de Estados Unidos ofrece lecciones instructivas sobre los peligros de la falta de comunicación entre potencias rivales. El error de cálculo soviético de la reacción de Estados Unidos a su decisión de estacionar armas nucleares en la isla puso en marcha la Crisis de los Misiles Cubanos. Si bien hay pocos indicios de que una crisis similar esté en el horizonte, la falta de gestión de las comunicaciones puede resultar en un aumento peligroso de las tensiones entre Washington, Beijing y La Habana.
En particular, Estados Unidos debe tener claro que la instalación permanente de capacidades militares ofensivas en Cuba o la base de activos de combate del EPL serían vistos como una escalada significativa. Continuar exponiendo los desarrollos en las instalaciones militares y de inteligencia cubanas también puede ser un medio efectivo para señalar a China que no podrá aumentar su presencia en secreto.
2. Fortalecer la infraestructura civil contra la intercepción de SIGINT.
Si bien la mayoría de las comunicaciones militares modernas de EE. UU. están encriptadas para evitar que se obtenga inteligencia altamente confidencial a través de SIGINT, las empresas civiles suelen ser más vulnerables. Sin embargo, empresas como SpaceX están involucradas en sectores tecnológicos altamente estratégicos en los que China ha demostrado interés.
Estados Unidos, a través de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, debe tratar de identificar y crear conciencia y competencia entre las empresas privadas que pueden ser objeto de ataques. La Oficina de Ciberespacio y Política Digital del Departamento de Estado puede tomar medidas similares con los aliados y socios de Estados Unidos en la región para proteger sus sistemas potencialmente vulnerables.
3. Trabajar para contrarrestar el autoritarismo digital chino y cubano.
El apoyo técnico y financiero de China se ha vuelto invaluable para el gobierno cubano, que busca resistir la presión popular y reprimir la disidencia. Como han revelado funcionarios estadounidenses, los técnicos de Huawei y ZTE pueden haber desempeñado un papel en permitir la recopilación de inteligencia de señales sobre los habitantes de la isla y sus vecinos. La cooperación entre China y Cuba en SIGINT puede proporcionar a La Habana nuevos métodos para la represión digital.
Los funcionarios estadounidenses pueden apoyar los esfuerzos para proporcionar al público cubano un mayor acceso a Internet y a las tecnologías de telecomunicaciones más allá del alcance del control estatal. Proporcionar a la sociedad civil cubana redes privadas virtuales confiables y seguras para comunicarse y organizarse, por ejemplo, puede ser un paso importante hacia la libertad y la transparencia en internet, al tiempo que ayuda a los grupos en riesgo a protegerse de la represión.
Sobre los autores
Matthew P. Funaiole es vicepresidente de iDeas Lab, titular de la Cátedra Andreas C. Dracopoulos de Innovación y miembro principal del Proyecto de Energía de China en el Center for Strategic and International Studies (CSIS). Se especializa en el uso de la investigación basada en datos para abordar cuestiones políticas complejas, con un enfoque en la política exterior china, la tecnología de doble uso y el comercio marítimo. En 2022, lanzó la iniciativa “Hidden Reach”, que aprovecha la inteligencia de código abierto para descubrir fuentes poco conocidas de influencia china y examinar cómo China promueve sus intereses estratégicos a través de empresas comerciales y científicas. Desde finales de 2015 hasta mediados de 2020, fue el investigador principal del sitio web de ChinaPower. Antes de unirse a CSIS, el Dr. Funaiole enseñó relaciones internacionales y análisis de política exterior en la Universidad de Saint Andrews en Escocia, donde también completó su investigación doctoral. El Dr. Funaiole también participa en varios proyectos de escritura creativa y es un ávido entusiasta de la fotografía.
Aidan Powers-Riggs es miembro asociado del Laboratorio iDeas en el Center for Strategic and International Studies (CSIS), donde apoya principalmente la iniciativa especial Hidden Reach. Anteriormente, investigó las políticas exteriores y de seguridad de China y la competencia tecnológica entre Estados Unidos y China en la Oficina Nacional de Investigación Asiática (NBR), el Instituto de Política de la Sociedad de Asia, el China Power Project en el CSIS y el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Aidan obtuvo una maestría en estudios asiáticos con énfasis en política y seguridad en la Escuela de Servicio Exterior Edmund A. Walsh (SFS) de la Universidad de Georgetown. Obtuvo su licenciatura en la Universidad de California, Santa Bárbara, donde se graduó de Phi Beta Kappa con una licenciatura en ciencias políticas y una especialización en escritura profesional.
Brian Hart es subdirector y miembro del Proyecto de Energía de China en el Center for Strategic and International Studies (CSIS). También ayuda a dirigir Hidden Reach, una iniciativa especial del CSIS que arroja luz sobre fuentes subestimadas de la influencia de China a través de datos de código abierto e imágenes satelitales. La investigación de Brian se centra en la política exterior y de seguridad china, la base industrial militar y de defensa de China, los problemas de seguridad de Taiwán, las relaciones entre Estados Unidos y China y la política tecnológica china. Antes de unirse al CSIS China Power Project, realizó investigaciones en el Instituto Project 2049, la Cátedra CSIS Freeman en Estudios de China, Trivium China y la Universidad de Wake Forest. Brian obtuvo su maestría con honores en estudios de China y economía internacional de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins (SAIS) y un certificado de posgrado en estudios de China del Centro SAIS Hopkins-Nanjing. Se licenció con honores en política y asuntos internacionales en la Universidad de Wake Forest.
Henry Ziemer es miembro asociado del Programa de las Américas del Center for Strategic and International Studies (CSIS), donde apoya la agenda de investigación del programa y coordina la planificación y divulgación de eventos. Anteriormente se desempeñó como pasante en el Programa de las Américas. Sus intereses de investigación incluyen el crimen organizado transnacional y los derechos humanos y la seguridad en Centroamérica. El Sr. Ziemer es licenciado en Asuntos Globales e Historia por la Universidad de Yale.
Joseph S. Bermúdez Jr. es un analista reconocido internacionalmente, autor galardonado y conferencista sobre asuntos de defensa e inteligencia de Corea del Norte y desarrollo de misiles balísticos en países en desarrollo. Al mismo tiempo, es investigador principal de Análisis de Imágenes en el Center for Strategic and International Studies (CSIS); asesor principal y analista de imágenes del Comité para los Derechos Humanos en Corea del Norte (HRNK); autor de IHS Markit (anteriormente Jane’s Information Group); y editor y editor de KPA Journal. Anteriormente, se desempeñó como fundador y director de análisis de KPA Associates, LLC, analista sénior de imágenes para 38 North en Johns Hopkins SAIS, director de análisis y cofundador de AllSource Analysis, Inc., y analista senior de todas las fuentes para el Centro de Análisis de DigitalGlobe. Es autor de cuatro libros y más de 300 artículos, informes y monografías sobre numerosos temas relacionados con la defensa. El Sr. Bermúdez ha sido consultor y ha dado conferencias en entornos académicos y gubernamentales tanto en los Estados Unidos (por ejemplo, la Universidad de Defensa Nacional, la Universidad de Columbia, la Oficina Federal de Investigaciones, los Laboratorios Nacionales de Los Álamos, la Universidad de Stanford, la Universidad del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, la Inteligencia del Ejército de los Estados Unidos, la Inteligencia Naval de los Estados Unidos, la Escuela de Posgrado de la Marina de los Estados Unidos) como a nivel internacional (por ejemplo, las Naciones Unidas, las Fuerzas de Defensa de Israel, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Colegio de Defensa Nacional de la República de Corea). También ha testificado ante las Naciones Unidas y el Congreso de los Estados Unidos como experto en la materia sobre los programas de misiles balísticos y guerra nuclear, química y biológica de Corea del Norte, imágenes satelitales de campos de prisioneros políticos de Corea del Norte y desarrollo de misiles balísticos en los países en desarrollo.
Ryan C. Berg es director del Programa de las Américas y jefe de la Iniciativa Futuro de Venezuela en el Center for Strategic and International Studies. También es profesor adjunto en la Universidad Católica de América y coordinador de cursos en el Instituto del Servicio Exterior de los Estados Unidos. Su investigación se centra en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, la competencia estratégica y la política de defensa, los regímenes autoritarios, los conflictos armados y el crimen organizado transnacional, y los temas de comercio y desarrollo. Anteriormente, el Dr. Berg fue investigador en el American Enterprise Institute, donde ayudó a dirigir su Programa de Estudios de América Latina, así como investigador visitante en el Programa de Carácter Cambiante de la Guerra de la Universidad de Oxford. El Dr. Berg fue becario Fulbright en Brasil y es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores. Ha publicado en una variedad de revistas académicas y orientadas a la formulación de políticas revisadas por pares, incluidas The Lancet, Migration and Development, SAIS Review of International Affairs y Georgetown Security Studies Review. Sus artículos han aparecido en Foreign Affairs, Foreign Policy, CNN.com, Los Angeles Times y World Politics Review, entre otros medios. Testifica rutinariamente ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. El Dr. Berg obtuvo un doctorado y una maestría en Ciencias Políticas y una maestría en Gobernanza Global y Diplomacia de la Universidad de Oxford, donde fue Senior Hulme Fellow. Anteriormente, obtuvo una licenciatura en gobierno y teología de la Universidad de Georgetown. Habla español y portugués con fluidez y habla esloveno.
Christopher Hernandez-Roy es subdirector e investigador principal del Programa de las Américas en el Center for Strategic and International Studies (CSIS). A lo largo de sus más de 25 años de carrera, el Sr. Hernández-Roy ha trabajado extensamente para promover la gobernabilidad democrática, prevenir y resolver conflictos, fortalecer el estado de derecho, respetar los derechos humanos, garantizar la seguridad ciudadana y promover el desarrollo integral en América Latina y el Caribe. Ha ocupado varios puestos de liderazgo en la Organización de los Estados Americanos (OEA), y se ha desempeñado como asesor político principal de dos secretarios generales. En este cargo, documentó recientemente los abusos de los regímenes autoritarios en Venezuela y Cuba y codirigió los esfuerzos de la organización para responsabilizar al régimen venezolano por posibles crímenes de lesa humanidad. Anteriormente fue director de dos departamentos de la OEA enfocados en el avance y la defensa de la democracia y la construcción de la agenda hemisférica de seguridad. Dirigió varios proyectos financiados por donantes centrados en la reforma del sector de la seguridad en las Américas, supervisó el sistema de análisis político de la organización, supervisó la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia y negoció el establecimiento de la Misión de Apoyo a la Lucha contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras. También coordinó el Fondo para la Paz y estuvo íntimamente involucrado en la resolución pacífica de disputas fronterizas entre Honduras y Nicaragua, Belice y Guatemala, y Honduras y El Salvador. Más recientemente, el Sr. Hernández-Roy se desempeñó como consultor de seguridad ciudadana y desarrollo internacional para Creative Associates International. También trabajó para la Real Policía Montada de Canadá en Ottawa, Canadá, al principio de su carrera. Su lengua materna es el inglés y habla español y francés con fluidez. Es licenciado en Historia por la Universidad de Carleton (Ottawa, Canadá) y tiene un máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Cambridge, Inglaterra.
Reconocimientos
Los autores desean agradecer a las siguientes personas por su investigación y apoyo técnico: Thomas G. Roberts, Laura Delgado López, Maria Werlau, Jennifer Jun, Michael Kohler, William Taylor y Katherine Stark.
Este informe es posible gracias al apoyo general al CSIS. Ningún patrocinio directo contribuyó a este informe.
[1] La huella de un satélite es el área específica de la superficie de la Tierra cubierta por la señal de un satélite, normalmente una región circular o elíptica. El tamaño de la huella varía según la altitud del satélite y la configuración del haz.
Al barrio de El Salao también se le llama Abel Santamaría.
Los esqueletos de las instalaciones abandonadas del CDAA soviético “KRUG” se pueden ver cerca de Bejucal y El Salao.
Fuentes Csis.orgPucara.org