Buenos Aires, 2 de mayo de 2025 – Total News Agency-TNA- A pocos días de su estreno, la serie “El Eternauta” ha desatado un fervor notable en las plataformas digitales, logrando que Netflix confirme una segunda temporada apenas 24 horas después de su lanzamiento. Este fenómeno ha sido palpable en las redes sociales, donde el título se ha convertido en una de las tendencias más comentadas en X (anteriormente Twitter). Sin embargo, mientras los fanáticos discuten las diferencias entre el cómic y la serie, pocos conocen la sombría historia de violencia y terror que rodea a la familia del autor, Héctor Oesterheld.
En la narrativa de “El Eternauta”, el protagonista es un hombre de aproximadamente 40 años, casado y con una hija, un retrato que contrasta con la interpretación del actor Ricardo Darín, quien ya ha superado los sesenta. La obra de Oesterheld presenta a su personaje como un reservista, un término que en la década de 1950 se refería a civiles con formación militar dispuestos a ser convocados en tiempos de crisis. Sin embargo, la vida real de los Oesterheld revela un trasfondo mucho más violento y trágico.
La familia Oesterheld no solo tuvo experiencia militar, sino que estuvo profundamente involucrada en la organización terrorista Montoneros, un grupo que recibió entrenamiento en Cuba y en campamentos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), liderada por Yaser Arafat, quien suscribió los acuerdos, con los jefes montoneros de aquellos años, Mario Firmenich, Roberto Perdia, Vaca Narvaja, Rodolfo Galimberti y otros.
Este vínculo con el terrorismo y la violencia política marca una diferencia fundamental entre la ficción presentada en “El Eternauta” y la realidad histórica de su creador.
La historia de los Oesterheld es una crónica de sangre y sufrimiento, que incluye la persecución y muerte de varios miembros terroristas de la familia durante la dictadura militar en Argentina. En 1971, decenas de terroristas fueron capturados y sometidos a juicio por el gobierno militar del General Agustin Lanusse, al retornar la democracia en 1973, el gobierno electo de Héctor J Campora los libero a todos, Campora renuncio y fue electo el General Juan Domingo Perón, y los grupos terroristas volvieron a organizarse e intentaron derrocarlo, por lo cual Peron ordenó aniquilarlos con las FFAA y FFSS.
Esta narrativa de terror, que se entrelaza con la obra maestra del cómic, invita a una reflexión profunda sobre el impacto de la violencia política en la vida de los artistas y su obra.
A medida que “El Eternauta” continúa capturando la atención del público, es crucial recordar la historia detrás de su creación, una historia que no solo habla de aventuras en un mundo ficticio, sino también de un legado de horror que merece ser contado y recordado.
LOS OESTERHELD SIN FICCIÓN
La mujer de Isaac Barrios, en el año 1977, fue a pagar la luz al Banco Provincia llevando a su hijo de 3 años y accedió al pedido de un helado, por lo que entró a un kiosco a comprárselo enfrente del banco donde la gente entraba y salía.
El cabo primero Herculano Ojeda cumplía su turno de custodia con su uniforme y su arma, una ametralladora Uzi. De repente un auto se detuvo frente al Banco de la Provincia en calle Caaguazú 3356 de Monte Chingolo, por la ventana se asomó Estela Inés Oesterheld (‘Marcela’ o ‘Mónica’ según su alias de montoneros) y con un subfusil disparó una ráfaga, Herculano cayó herido.
Estela Inés bajó del auto, le quitó la UZI, derramó una lata de nafta sobre su cuerpo y le prendió fuego, ante las miradas horrorizadas de los peatones y del quiosquero que estaba junto a Juancito y su mamá, después subió al coche conducido por su marido Raúl Oscar Mórtola (alias ‘el vasco’) y disparó otra ráfaga que hirió a dos peatones y mató a Juancito de un balazo en el estómago…
Imaginen la escena… una mamá a los gritos con su hijo desangrándose entre sus manos, dos tipos en el piso a los gritos, heridos, gente corriendo, gente tirada en el piso, un policía a los alaridos mientras se quemaba vivo, autos que salen haciendo chillar sus ruedas…
A un par de cuadras de ahí, un joven de 19 años que trabajaba en una metalúrgica se enteraría en breves minutos que su vida acababa de desmoronarse para siempre… era su único hijo, durante tres meses no pudo volver a su casa… no se creía capaz de soportar llegar a su hogar y que Juancito no viniera corriendo con su andar desarticulado a recibirlo con un abrazo como todos los días…. nunca tuvo pensión, ni denuncia, ni nadie luchó nunca por él y nadie lo recuerda ni conmemora.
Ocho días después, el 14 de diciembre de 1977, los dos asesinos de Juancito y del Cabo 1º Ojeda, fueron localizados por los militares en Longchamps, Provincia de Buenos Aires. Raúl Mórtola logró escapar herido del tiroteo, pero murió a pocas cuadras. Estela Inés Oesterheld fue capturada una hora después al llegar a la casa. La sacaron a la calle, la pusieron contra una pared y la fusilaron.
Anteriormente, ya habían corrido igual suerte sus otras hermanas: Beatriz Marta (05.76), Diana Irene (08.76), Marina (11.76) y su padre Héctor (el autor del Eternauta) en abril de 1977. Todos ellos militantes de la organización terrorista Montoneros. Mas tarde el Estado indemnizó a la viuda Elsa Sánchez de Oesterheld con 1.120.000 dólares, y sus nombres son honrados en el Parque de la Memoria como “desaparecidos”… En 1971 decenas de terroristas fueron capturados y sometidos a juicio y encarcelados por sus aberrantes crímenes, en 1973 un gobierno peronista los liberó y luego los terroristas, ejecutaron a uno de los jueces, otros debieron exiliarse.
Un justo recuerdo para Juancito Barrios, el Cabo 1º Herculano Ojeda y sus familias (nunca reconocidas ni indemnizadas). Tengamos una memoria completa de nuestra historia.
Fuentes periodísticas y judiciales de la época