Buenos Aires, 16 de mayo de 2025 (Total News Agency)-TNA–El desarrollo energético estratégico vinculado al gasoducto Néstor Kirchner sufrió este jueves un duro revés tras la decisión de la UTE integrada por Contreras Hermanos y Esuco de abandonar el proyecto por falta de pagos por parte de Enarsa y la ausencia de respuestas oficiales ante los sobrecostos acumulados desde febrero.
El gasoducto, considerado clave para maximizar la producción de gas natural en la cuenca de Vaca Muerta y reducir importaciones por un valor estimado en USD 3.000 millones anuales, enfrenta ahora una situación crítica: tramos esenciales permanecen inconclusos, particularmente en la planta compresora de Salliqueló, que resulta indispensable para el funcionamiento pleno del sistema de transporte.
En un comunicado formal remitido a Enarsa, la UTE informó que procederá a retirar sus equipos y personal de obra, reubicándolos fuera del predio asignado al proyecto. Asimismo, indicaron que a partir del 19 de mayo toda la comunicación será canalizada exclusivamente por vías contractuales oficiales, dejando sin efecto cualquier interlocución operativa directa.
La situación se agravó en las últimas semanas tras el colapso de una estación de medición en La Pampa, evento atribuido al impacto de un temporal y a deficiencias en el mantenimiento de infraestructura crítica. A esto se suma la falta de avances técnicos que permitan completar la obra, cuyas demoras amenazan con comprometer la eficiencia del sistema energético nacional.
En paralelo, la crisis interna en Enarsa se profundiza. Esta semana se oficializó la renuncia de Oscar Álvarez, gerente de mantenimiento del gasoducto, en un contexto de múltiples dimisiones de asesores técnicos y operativos. Fuentes cercanas a la empresa calificaron el escenario como “desordenado y carente de liderazgo”, con acusaciones de beneficios indebidos para funcionarios y un creciente malestar entre el personal jerárquico.
El estancamiento de este proyecto emblemático no solo pone en riesgo los objetivos de soberanía energética, sino que también abre interrogantes sobre la capacidad de gestión del Estado en obras de infraestructura estratégica.
TNA