Ahmedabad, 12 de junio de 2025 – Total News Agency-TNA –Un solo sobreviviente entre 242 personas. El trágico accidente del vuelo de Air India que se estrelló segundos después de despegar de Ahmedabad con destino a Londres ha reactivado el debate sobre la seguridad en la aviación comercial y, en particular, sobre la relevancia de la ubicación del asiento a la hora de un siniestro.
Vishwash Kumar Ramesh, un ciudadano británico de 40 años, fue el único pasajero que logró salir con vida del Boeing 787 siniestrado. Viajaba en el asiento 11A, ubicado junto a una salida de emergencia del lado izquierdo del avión. Según su testimonio, logró desprenderse del cinturón de seguridad y escapar por la puerta que se abrió al colapsar parte del fuselaje tras el impacto contra un edificio residencial. “Pensé que iba a morir. Pero cuando abrí los ojos, vi que estaba vivo”, dijo desde su cama de hospital a la cadena india Doordarshan.
El vuelo apenas había alcanzado los 122 metros de altura cuando, según la comunicación del piloto Sumeet Sabharwal, ambos motores perdieron potencia. “Mayday… sin empuje, perdiendo potencia, incapaz de levantar”, fue la última transmisión antes del choque. El siniestro dejó al menos 260 muertos, incluyendo personas que se encontraban en tierra.
La ciencia del asiento: un experimento que vuelve al centro del debate
Lo ocurrido ha traído a la memoria un experimento realizado en 2012 por Channel 4 del Reino Unido y la productora Dragonfly, que estrellaron deliberadamente un Boeing 727 en el desierto de Sonora, México. El objetivo era estudiar cuáles eran los asientos más seguros en caso de accidente.
Los resultados fueron contundentes: los pasajeros ubicados en la parte trasera y cerca de las salidas de emergencia tenían significativamente más posibilidades de sobrevivir. En la parte delantera del avión, donde suelen ubicarse los asientos de primera clase, las fuerzas de impacto alcanzaron los 12G, y todos los asientos se desprendieron. En contraste, en la parte trasera se registraron 6G y una tasa de supervivencia estimada del 78%.
Anne Evans, experta de la Air Accidents Investigation Branch del Reino Unido que participó en el análisis de ese experimento, declaró entonces que “la parte trasera del avión es estructuralmente más segura durante un impacto frontal”.
Investigación en curso y apoyo internacional
La Aircraft Accident Investigation Bureau de la India inició una investigación en cumplimiento con los protocolos internacionales. Ya se recuperó la caja negra de la aeronave y se espera que equipos de la NTSB, la FAA, Boeing y General Electric se sumen a la pesquisa. Una de las hipótesis más fuertes apunta a una falla en ambos motores por impacto con aves, similar al “Milagro del Hudson” en 2009, aunque no se descarta un error técnico en el despegue.
Entre las víctimas hay al menos 53 ciudadanos británicos, incluyendo familias completas y varios estudiantes. La comunidad musulmana de Gloucester expresó su duelo por la pérdida de Akeel Nanabawa, su esposa Hannaa y su hija Sara.
El grupo Tata, propietario de Air India, anunció compensaciones de 10 millones de rupias para las familias de cada una de las víctimas. En tanto, familiares reunidos en hospitales de Ahmedabad expresaron su frustración por la falta de contacto de las autoridades diplomáticas.
El primer ministro Narendra Modi visitó el lugar del accidente y un hospital local para brindar apoyo. La tragedia no solo dejó una estela de dolor, sino también una renovada inquietud en torno a la seguridad aérea, una preocupación que el destino de un solo pasajero y un asiento clave volvió a poner en el centro de la agenda global.