Kiev, 4 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA--En medio de la prolongada invasión rusa, Ucrania ha convertido su territorio en un laboratorio bélico de escala inédita, donde la innovación tecnológica, la fabricación nacional y la adaptación táctica están redefiniendo el futuro de los conflictos armados. A tres años y medio del inicio de la guerra, el país ha impulsado un modelo de defensa basado en el uso de robots modulares, tecnología de bajo costo y producción descentralizada, que no solo sostiene la resistencia nacional, sino que sirve como referencia para los aliados de la OTAN.
La clave de esta transformación reside en la adopción de plataformas robóticas modulares como el THeMIS, desarrollado por la empresa estonia Milrem Robotics, y el TerMIT, creación de la startup ucraniana TenCore. Ambos dispositivos, similares a un “Lego militar”, permiten adaptar estructuras básicas a múltiples usos en el frente: transporte de suministros, evacuación de heridos, colocación de minas, tareas de reconocimiento e incluso misiones armadas.
“El campo de batalla actual se ha convertido en un entorno constante y tridimensional, donde el riesgo humano directo se reduce al mínimo gracias al despliegue de plataformas autónomas y sacrificables”, explicó Oleksandr Yabchanka, comandante del batallón Da Vinci Wolves, una de las unidades que lidera el uso de sistemas robóticos.

Los TerMIT, con un costo de producción de apenas USD 20.000 por unidad básica, ya han sustituido a soldados en zonas de máximo riesgo. Frente a la compensación estatal de aproximadamente USD 380.000 por la muerte de un soldado, el valor económico y estratégico de estas unidades es incuestionable. Actualmente, más de veinte brigadas ucranianas emplean este modelo en el frente, y su producción se ha disparado: de cinco empleados a principios de 2024, TenCore cuenta hoy con 175 trabajadores y proyecta ingresos anuales por USD 80 millones.
La guerra también ha consolidado un sistema de retroalimentación directa entre los soldados y los desarrolladores. En el caso de TenCore, un grupo de chat con 40 usuarios activos permite recibir sugerencias y demandas técnicas desde el frente cada cinco minutos. Esta velocidad de adaptación, imposible en los procesos de adquisición convencionales de los países occidentales, le otorga a Ucrania una ventaja operativa única.
La producción de armamento nacional representa hoy el 40% del arsenal ucraniano. La decisión del presidente Volodímir Zelenski de priorizar la industria doméstica ha llevado a que el país, aun con recursos limitados, iguale en capacidad operativa a potencias industriales gracias a su flexibilidad, velocidad y creatividad. La guerra, en efecto, se ha vuelto también un motor económico: la industria de defensa nacional ya tiene capacidad para fabricar el triple del presupuesto oficial de adquisiciones, que ronda los USD 12.000 millones anuales.
En paralelo, otras empresas como Roboneers, FRDM o Falcons —dedicada a la guerra electrónica— también lideran desarrollos que van desde inhibidores de señal hasta dispositivos de detección de radares y operadores enemigos a 30 km de distancia. La empresa Falcons, por ejemplo, financia parte de su actividad mediante demostraciones en combate real para compradores extranjeros, dada la imposibilidad legal de exportar armas mientras continúe el conflicto.
“La industria militar es el nuevo petróleo de Ucrania”, afirmó Oleksandr Kamyshin, jefe de la Agencia de Industrias Estratégicas, en alusión al rol estructural que hoy ocupa el complejo armamentístico nacional. Según Kamyshin, el modelo ucraniano podría replicarse en otras democracias europeas frente al aumento del gasto en defensa y la creciente amenaza geopolítica.
Del lado ruso, la respuesta ha sido diferente: Moscú apuesta a la estandarización y producción en masa. Ha multiplicado la fabricación de drones tipo Shahed, adaptados a sus necesidades, y ha comenzado a utilizar vehículos guiados por cable de fibra óptica, inmunes a interferencias. Solo en mayo, la producción rusa de drones de combate aumentó un 17%, consolidando un modelo basado en volumen y eficiencia industrial.
En ese contexto, la batalla tecnológica entre ambos países marca un pulso histórico. Mientras Rusia replica, Ucrania innova. La lógica del frente tradicional ha sido reemplazada por una guerra descentralizada, dominada por plataformas modulares, inteligencia artificial y adaptaciones tácticas en tiempo real. Y el modelo ucraniano, emergido desde la urgencia y la escasez, podría ser el anticipo de los conflictos del siglo XXI.