Salta, 26 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA-La Policía de Salta secuestró este jueves 89 kilos de cocaína durante un operativo en la localidad de Colonia Santa Rosa, en uno de los decomisos que fue tildado como uno de los más significativos del año. La droga fue hallada en el interior de una camioneta tras una intervención originada por la denuncia de dos mujeres que alegaron haber sufrido un intento de robo calificado sobre la Ruta Nacional 34. Al revisar el vehículo con la asistencia de la perra antinarcóticos “Kira”, los agentes de la Dirección General de Drogas Peligrosas detectaron el cargamento oculto, cuyo pesaje exacto fue de 89,285 kilogramos, equivalentes a más de 713.000 dosis. Otro secuestro casual sin investigación previa.
Las dos ocupantes del vehículo, mayores de edad, fueron detenidas y quedaron a disposición del Juzgado Federal de Garantías de Orán y la Fiscalía Federal de esa ciudad, mientras que el cargamento y la camioneta fueron incautados.
Aunque se trata de uno de los secuestros logrados más importantes de los últimos meses en el norte argentino, aún está lejos de otros casos emblemáticos como la incautación de 500 kilos en el puerto de San Lorenzo en 2014, motivada por la denuncia del capitán del buque que transportaba la droga, o el caso de 1,5 toneladas interceptadas en 2022 en un velero rumbo a Europa. Sin embargo, la operación en Salta confirma que la región fronteriza sigue siendo un corredor clave para el ingreso de cocaína al país.
Hasta 30 toneladas de cocaína ingresan cada año al país
La magnitud del narcotráfico que atraviesa Argentina es mucho mayor que lo que reflejan los decomisos individuales. Según estimaciones consolidadas por organismos internacionales y agencias de inteligencia, durante 2024 ingresaron a Argentina entre 25 y 30 toneladas de cocaína, una cifra que incluye tanto el consumo interno estimado en 13 toneladas anuales, como los volúmenes capturados oficialmente y los que logran eludir el control de las autoridades.
Este promedio implica que entre 70 y 80 kilos de cocaína circulan por el país cada día. Las incautaciones oficiales de 2024, que alcanzaron casi 12 toneladas según InSight Crime, basado en datos oficiales que no se vieron registrados en los medios, curiosamente, permiten inferir que una gran parte del tráfico sigue sin ser detectado, en línea con los parámetros internacionales que indican que solo entre el 10% y el 20% de la cocaína traficada globalmente es interceptada.
Punto de tránsito y mercado creciente
Aunque Argentina no produce cocaína en grandes volúmenes, su ubicación estratégica y su infraestructura fluvial y portuaria la convierten en un eslabón fundamental del tráfico internacional. El Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de la UNODC confirmó que la producción global de cocaína alcanzó un récord de 3.708 toneladas en 2023, con Colombia, Perú y Bolivia como países productores predominantes. Desde allí, la droga ingresa a Argentina por vía terrestre, fluvial y aérea.
En particular, la Hidrovía Paraguay-Paraná, a través de puertos como Rosario y Buenos Aires, es utilizada como corredor hacia Europa y África. Solo en 2022, se documentó el paso de al menos 27 toneladas de cocaína desde Paraguay, muchas de las cuales hicieron trasbordo en terminales portuarias argentinas antes de ser exportadas.
Sin embargo, especialistas sostienen que estas cifras subestiman el fenómeno real: decenas y decenas de toneladas de cocaína transitan anualmente por territorio argentino, gran parte de ellas sin ser detectadas.
El rol logístico: entre el 15% y el 20% queda en el país como pago
El tráfico de drogas no solo atraviesa el país: una parte significativa de la cocaína queda en territorio argentino como forma de pago. Según fuentes de inteligencia extranjeras, los organizadores del transporte —quienes articulan la logística sin participar del traslado directo— pueden recibir entre un 15% y un 20% del cargamento como retribución. Esta fracción también ingresa a Argentina, alimentando redes de narcomenudeo y distribución local.
Ese porcentaje, aplicado a los cargamentos que cruzan el país rumbo a Europa y África, representa varias toneladas anuales que no tienen como destino el exterior, sino que quedan en el país, consolidando a la Argentina no solo como punto de paso, sino también como mercado en expansión.
Consumo en aumento y rutas diversificadas
El consumo de cocaína en Argentina ha crecido de forma sostenida, duplicándose entre 2010 y 2017. Según la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD-OEA), el 1,6% de la población entre 15 y 64 años consumía cocaína en 2017, frente al 0,8% registrado siete años antes. Esta tendencia al alza, sin registros oficiales más actuales, sigue siendo motivo de preocupación.
Además, las organizaciones criminales han adaptado sus rutas frente al fortalecimiento de los controles portuarios argentinos desde 2022, como el escaneo del supuesto 100% de los contenedores en la Hidrovía, pero a pesar de este control continuan trasladando droga, lo que lo pone en duda. En consecuencia, han desviado parte de sus operaciones hacia puertos alternativos como el de Montevideo, cuando los operativos locales se intensifican.
Una amenaza persistente y en expansión
El procedimiento de Colonia Santa Rosa, aunque exitoso, pone nuevamente en evidencia la escala del narcotráfico en Argentina. Las estimaciones disponibles indican que el país es atravesado cada año por cantidades masivas de cocaína, buena parte de las cuales no son detectadas por las autoridades.
Entre el consumo interno, la droga que queda como pago logístico y los cargamentos en tránsito hacia otros continentes, el volumen total de cocaína que circula por territorio argentino supera ampliamente las estadísticas oficiales, consolidando al país como un nodo estratégico del narcotráfico sudamericano.
La situación exige una respuesta integral del Estado: mayor cooperación internacional, inteligencia criminal, control territorial efectivo y políticas de prevención del consumo, en un escenario que sigue siendo altamente dinámico y donde las organizaciones criminales actúan con un grado creciente de sofisticación logística.