Buenos Aires, 23 de agosto de 2025-Total News Agency-TNA-.La política exterior de Donald Trump volvió a exhibir su giro brusco respecto de Venezuela: tras meses de señales contradictorias —renovación acotada de la licencia para que Chevron reanudara operaciones y un canje de prisioneros con mediación de El Salvador—, la Casa Blanca elevó a US$ 50 millones la recompensa por información que conduzca al arresto de Nicolás Maduro, anunció la confiscación de US$ 700 millones en activos vinculados al mandatario y ordenó el despliegue de tres destructores Aegis y un componente anfibio con miles de marines en el Caribe, en el marco de una ofensiva contra carteles de droga que Washington asocia al régimen chavista.
Los buques USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson se suman a aeronaves de patrulla y medios anfibios, en una operación que fuentes de defensa describen como un “mensaje de fuerza” y cuya duración se proyecta por varios meses. Caracas respondió con la movilización de 4,5 millones de milicianos y denunció un intento de “militarización” de la disputa.
En paralelo, el Departamento de Estado formalizó el aumento de la recompensa por Maduro —a quien la administración califica de “narco-terrorista”—, mientras el Departamento de Justicia informó la incautación de activos por US$ 700 millones presuntamente ligados a su entorno.
Reacciones y tablero geopolítico
China reaccionó con cautela: expresó su oposición al uso o la amenaza del uso de la fuerza y evitó cualquier compromiso militar a favor de Caracas, en línea con su preferencia por profundizar cooperación económica y tecnológica sin escalar el choque con Washington. Mao Ning, portavoz de Exteriores, limitó su mensaje a una defensa de la Carta de la ONU y la soberanía de los Estados.
Rusia, por su parte, reafirmó la “alianza estratégica” con Venezuela pero, en lo inmediato, mantuvo un perfil bajo en términos operativos. El canciller Serguéi Lavrov conversó telefónicamente con la vicepresidenta Delcy Rodríguez y expresó apoyo a los esfuerzos de Caracas para “proteger su soberanía” ante la presión externa.
Señales previas y paradojas
Las medidas de alto impacto se producen tras la autorización restringida a Chevron para retomar operaciones bajo fuertes límites financieros y exportar crudo a EE. UU., y luego del intercambio de prisioneros que permitió la liberación de ciudadanos estadounidenses a cambio del retorno de venezolanos detenidos en El Salvador. El conjunto evidencia la coexistencia de canales pragmáticos con una presión militar y judicial creciente.
Escenarios
Exfuncionarios y analistas en Washington consideran improbable una invasión directa, pero no descartan acciones puntuales de demostración. El despliegue naval —con destructores, medios anfibios y apoyo aéreo— instala un riesgo de escalada y pone a prueba a los aliados de Caracas en un contexto regional que ya expresa preocupación por la seguridad hemisférica.
En este marco, la tesis dominante es que Trump combina “máxima presión” (recompensas, incautaciones y presencia militar) con válvulas de negociación económica, mientras Maduro apuesta a la movilización interna y al respaldo político de sus socios extrahemisféricos para resistir el nuevo ciclo de coerción estadounidense.