
Cuando Javier Milei asumió la primera magistratura, a fines del 2023, se olían tiempos de cambio. La mayoría de la sociedad sentía la necesidad de pegar un volantazo y modificar el rumbo de la política.
Las promesas de campaña eran más que elocuentes: “pulverizar” la inflación, terminar con la “casta”, terminar con la corrupción y, quizás la más alentadora de todas, “que el ajuste lo pague la política”.
Lento, pero sostenidamente, se fue cayendo cada uno de los juramentos hechos públicamente por quien hoy se encuentra al frente de la Casa Rosada. El primero de todos es que el ajuste lo iba a pagar la política.
Una vez en el Sillón de Rivadavia, Milei se dio cuenta que con ello no alcanzaba y que no se podía avanzar por ese lado. La gobernabilidad se lo impedía. Finalmente, el ajuste cayó en los sectores más vulnerables e incluso en los salarios del sector privado.
La Libertad Avanza terminó, además, sumando a sus filas a la peor cara de la casta. Primero con Daniel Scioli al frente de Turismo, pero después a muchos otros a los que se terminaron acoplando cuestionables como Sebastián Pareja y escandalosos como Ramón “El Nene” Vera.
Por ultimo aparecieron los audios que no fueron más que la confirmación de la existencia de corrupción en el Gobierno. Es que ya habían entramados que hacía más de un año comenzaban a asomar la cabeza.
Tal es el caso de pedidos de diezmos a funcionarios o la utilización de las cajas del PAMI y ANSES para hacer política. Es decir, el uso de fondos públicos para fines partidarios, algo prohibido en la Ley de Ética Pública.
Quienes conocen a Karina Milei desde antes de que su hermano sea incluso candidato a diputado sostienen que siempre se llevaba una tajada de absolutamente todo lo que se financiaba. Es un modus operandi que parece haber profundizado al llegar a la cúspide del poder argentino.
Pero hay más, porque este es un Gobierno que asumió con la bandera de la libertad y no ha hecho más que vulnerar, justamente, la libertad de prensa, utilizando excusas de lo más insólitas (las cuales no pudo defender y hasta tuvo que negar la propia ministra de Seguridad Nacional Patricia Bullrich) para pedir el allanamiento en el domicilio de periodistas.
Para colmo, en la última semana, el Gobierno debió intervenir en el mercado de cambios para evitar que el valor del dólar supere lo que, desde el equipo de economía, denominan “banda cambiaria”.
Milei, antes de sumergirse en la política, se jactaba de la necesidad de dejar que el valor del dólar fluctúe sin que intervenga el Estado. Hasta prometió “dinamitar” el Banco Central. Todo cambia una vez en la Casa Rosada.
Hoy se quedó sin proyectiles para enfrentar la “batalla cultural”. Ya no puede hablar de casta, ni de corrupción, ni de libertad, ni siquiera de libre mercado de cambio. A duras penas, dentro del tambor le quedan dos balas.
La primera en referencia a la inflación, ya que logró, en tiempo record, desacelerarla del 211% al 36%. Todo un hito. Y la segunda no es otro que el denominado “riesgo kuka”, que hace referencia a la vuelta del kirchnerismo al poder.
Es por ello que hoy poco puede hacer el Gobierno en campaña más allá de gritar “kirchnerismo nunca más” como la consigna principal. Ello y respaldarse en el dato inflacionario, no mucho más. Es la única estrategia que podrá verse en la cancha desde ahora hasta antes de las elecciones del 26 de octubre.
Fuente Mendoza Today