Buenos Aires, 30 de septiembre de 2025 – Total News Agency-TNA –Un testimonio sostiene que hasta 45 personas habrían presenciado en directo por redes sociales el brutal asesinato de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15). Sin embargo, hasta ahora la Justicia no ha podido corroborar esa versión. Mientras tanto, Meta —empresa matriz de Instagram— niega que la transmisión se haya realizado en sus plataformas.
Relato de una acusación que no deja paz
Según declaró el ministro bonaerense de Seguridad, Javier Alonso, un detenido afirmó que esas torturas y ejecuciones habrían sido vistas por alrededor de 45 espectadores. Esa afirmación generó impacto mediático inmediato, y distintas líneas de investigación se abocaron a confirmar o descartar su veracidad.
Desde Meta, fuentes corporativas comunicaron a medios locales que “no hemos encontrado ninguna evidencia de que la transmisión en vivo haya ocurrido en Instagram. Nuestro equipo continúa cooperando con las autoridades mientras investigan este crimen atroz”. Esa negativa formal incluye Facebook y WhatsApp, bajo el paraguas de la misma empresa.
También surgió una versión que señalaba a TikTok como posible canal de difusión del horror, pero hasta el momento tampoco hay elementos que la respalden.
Hipótesis híbrida: plataforma inaccesible o montaje
Fuentes policiales vinculadas al expediente admiten la posibilidad de una transmisión realizada desde una “plataforma desconocida que no deja rastros”, pero aclaran que no se hallaron grabaciones o archivos que respalden esa figura.
El origen de la versión de la “transmisión en vivo” está vinculado al relato de uno de los detenidos en la casa de Villa Vatteone —donde aparecieron los cuerpos—, quien habría señalado que él mismo filmó el episodio. No obstante, en su indagatoria formal se negó a declarar.
El mensaje atribuido al autor intelectual —“esto le pasa al que me roba” — sugiere que el acto habría perseguido un emisor simbólico, más allá del hecho en sí.
Trayecto de las víctimas y logística del crimen
El 19 de septiembre, las tres jóvenes accedieron a acudir a una supuesta “fiesta” prometida en Florencio Varela, con remuneración de “300 dólares” según versiones. Al no regresar, sus familias denunciaron su desaparición.
Las cámaras de seguridad registraron que abordaron una camioneta Chevrolet Tracker blanca con patente adulterada en Ciudad Evita, desde donde viajó hasta Varela. Lara ocupó el asiento delantero. Los registros telefónicos de las víctimas ubican su llegada al domicilio donde luego fueron asesinadas.
La Tracker fue hallada incendiada en Villa Vatteone; también se identificó que un Volkswagen Fox la escoltaba. Su conductor, Lázaro Víctor Sotacuro, fue detenido en Villazón (frontera con Bolivia) con asistencia de fuerzas federales y de Jujuy.
Dentro de la vivienda, las autopsias confirmaron torturas y asesinatos. En la escena se encontraban dos personas intentando limpiar y los dueños del inmueble, alojados en un hotel cercano.
El primer imputado que aludió al autor intelectual fue Miguel Ángel Villanueva Silva (25), arrestado allí mismo. Habría admitido —aunque no declaró luego ante la Justicia— haber participado en la filmación. Se menciona entre los detenidos a Magalí Celeste González Guerrero (28), Daniela Iara Ibarra (19) y Maximiliano Andrés Parra (18).
El fin de semana también se detuvo a Ariel Giménez (29), señalado de haber excavado la fosa, y Sotacuro, cuyo traslado aún está pendiente. Giménez se negó a declarar ante el fiscal bajo cargos de encubrimiento agravado.
Backgrounder: el crimen narco que redefine los riesgos digitales
- El triple asesinato de Florencio Varela es considerado un caso emblemático de “narcofemicidio”: violencia extrema ejecutada desde dentro de una estructura de crimen organizado.
- El expediente señala como líder intelectual al peruano Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, quien opera con redes criminales entre el conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires.
- Medios como Wired relataron que, según la presentación oficial del caso, el crimen habría sido transmitido en una sala cerrada de Instagram destinada a unos 45 espectadores.
- Pero el contraste entre versión mediática y documentos judiciales es evidente: no hay grabaciones ni rastro digital hasta ahora que certifiquen que el vivo existió realmente.
- Esta dualidad entre relato público y comprobación judicial abre debates sobre control de contenido en redes privadas, coordinación interjurisdiccional en crímenes con componente digital, y la dificultad de rastrear crímenes diseñados para borrarse tras el acto.