Por Dario Rosatti
Buenos Aires, 2 de octubre de 2025 — Total News Agency – TNA –El Gobierno de Javier Milei sufrió hoy dos reveses legislativos de alto impacto mientras intentaba desviar la atención con la presentación de un nuevo Código Penal en el penal de Ezeiza. La oposición, en el Senado, consiguió revertir los vetos presidenciales sobre la ley de financiamiento universitario y la emergencia pediátrica del Hospital Garrahan, mostrando que sin un diálogo político efectivo con fuerzas no kirchneristas, el oficialismo padece una debilidad estructural que expone sus capacidades de gobernar bajo crisis.
El acto en Ezeiza como pantalla
Milei aprovechó un acto mediático para anunciar el proyecto del nuevo Código Penal, insistiendo en que el país necesita “tolerancia cero, que los juicios sean rápidos y que los delincuentes cumplan su condena donde corresponde”. A su lado, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, destacó que el esquema aumenta las penas para delitos graves. Sin embargo, ese mensaje difícilmente desvíe el foco de las derrotas parlamentarias que acentúan el aislamiento oficialista.
Derrotas parlamentarias sin variantes
Este jueves, la oposición en el Senado reunió los dos tercios necesarios para rechazar los vetos presidenciales a las leyes que refuerzan el financiamiento universitario y declaran emergencia pediátrica, obligando al Ejecutivo a promulgar normativas que había intentado bloquear. La pérdida de esas votaciones indica no solo una derrota táctica, sino una crisis de capacidad de negociación.
Pérdida de gobernabilidad por falta de diálogo
El fracaso del oficialismo en impedir esas derrotas legislativas confirma que el Gobierno no puede imponer su agenda sin acuerdos. Al rehusarse a dialogar de forma efectiva con fuerzas opositoras no kirchneristas, Milei no solo cedió terreno legislativo sino que abrió una ventana de oportunidad para que “tiburones políticos” —aquellos actores que estaban aguardando debilitarlo— actúen con más audacia. Las consecuencias para Argentina son directas: mientras la estrategia simbólica del Código Penal intenta empujar el relato, la capacidad real de gestionar políticas y sostener reformas progresivas se debilita.
Sólo un diálogo sincero, pronto y eficaz podrá contener esa sangría política que alimenta a los escualos internos y preservar alguna chance para que el país salga adelante sin entrar en permanente crisis institucional.