«Jefe, abogado y algo sin vergüenza ». En estos términos define el influencer valenciano Jesús Soriano al responsable de un bar , no se sabe si evitando el calificativo de «sinvergüenza» todo junto, porque en cualquier caso su conducta dista mucho de comprensiva y afable con los empleados.En un post subido a X, se hace eco de la queja de uno de ellos. «Nuestro jefe nos insulta y menosprecia cada dos por tres. Ahora resulta que se ha llevado un cable de iPhone y que si ve algún móvil cargando también se lo lleva…», relata este afectado, para concluir que «él es abogado , pero parece que las leyes se las pasa por el arco del triunfo».La razón esgrimida para quitar ese cable de teléfono es que estaba ocupando el enchufe mientras dos móviles de empresa estaban desconectados. «Ya nunca más podéis poner ningún cargador ahí vuestro. Si queréis recargar el móvil, en cocina», advierte el hostelero, bajo amenaza de confiscarlo : «Me lo llevo y ya me lo pedís, os la daré cuando me salga de los huevos, tal y como vosotros cargáis nuestros móviles».En el hilo de reacciones, hay quienes ven justificada la queja del jefe, aunque no comparten las medidas adoptadas ni mucho menos las formas de expresarse. «Bueno, puede prohibir cargar móviles personales en el lugar de trabajo, pero robarlos no, ni robar dinero de los trabajadores por errores». Esta última alusión al efectivo se refiere a otro castigo aplicado: «20 euros del bote he cogido por dejar más de 100 bombillas encendidas toda la noche».MÁS INFORMACIÓN noticia No La empresa valenciana que ha llevado 13.000 paellas a domicilio en 2025Aunque el debate se centra en los terminales. «Es normal, cargo mi teléfono y dejo el de la empresa sin batería. ¿Cómo debería proceder para que la gente no tenga el.tefono en el trabajo?», se posiciona un internauta, mientras dos más lo hacen en sentido contrario: «Yo le denuncio por hurto y como prueba aporto en Comisaría el pantallazo»; «grábale varias veces insultándote y luego le metes una demanda . Los bocazas cierran el pico sólo cuando les tocan el bolsillo».Otros cargan más las tintas y tildan de « chulería » el comportamiento de uno y de « fieras » a los trabajadores, además de aflorar algunas intenciones más agresivas y ciertos insultos y descalificaciones, o describir la situación como de « secuestro ».Y quien hace una reflexión más extensa de las consecuencias a medio o largo plazo de este tipo de métodos: «Crear ese mal ambiente laboral es de estúpido. Su local depende de los que trabajan ahí, no entiendo cómo antagonizar a los empleados va a beneficiar a su negocio. Es malo e idiota, una combinación peligrosa».
Fuente ABC