Por Adalberto Agozino
El monarca alauí condecora a los jóvenes jugadores en Rabat, en un gesto que refuerza la estrategia nacional de convertir al país en una potencia deportiva con la vista puesta en la organización del Mundial 2030 junto a España y Portugal.
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El fútbol marroquí vive en un estado de euforia sostenida, y el Palacio Real de Rabat se ha convertido en el escenario habitual para escenificarlo. El Rey Mohammed VI ha ofrecido este jueves una recepción oficial solemne a la selección nacional de fútbol Sub-20, tras su reciente triunfo en el Mundial Juvenil Sub 20. El acto, cargado de simbolismo, trasciende el mero homenaje deportivo para consolidarse como un pilar más en la ambiciosa estrategia de Estado que el reino ha desplegado en torno a este deporte.
La ceremonia, celebrada en el Salón del Trono, ha contado con la presencia de altos funcionarios del Gobierno y del presidente de la Real Federación Marroquí de Fútbol (FRMF), Fouzi Lekjaa. El príncipe heredero Moulay Hassan, ha impuesto el Wissam (condecoración real) a los jugadores y al cuerpo técnico. En un gesto que ya se convirtió en icónico durante el recibimiento a la selección absoluta tras su éxito en Qatar 2022, Mohammed VI ha vuelto a insistir en la presencia de las madres de los jugadores, subrayando el papel de la familia como soporte del éxito de los jóvenes deportistas.
El impulso de la Academia Mohammed VI
Este éxito de las categorías inferiores no es fruto del azar. Es la confirmación, según fuentes cercanas a la Federación, del “impulso personal y directo” del soberano al desarrollo del fútbol nacional. El epicentro de esta visión es la Academia Mohammed VI de Fútbol, inaugurada en 2009 en Salé, cerca de Rabat. Concebida como una “fábrica de talento” de élite, esta instalación de vanguardia ha sido la cantera de la que han surgido figuras clave de la selección absoluta, como Youssef En-Nesyri o Azzedine Ounahi, y ahora nutre a las categorías inferiores que deben tomar el relevo.
El apoyo real no se limita a la formación. La estrategia de Mohammed VI pasa por una inversión masiva en infraestructuras y por la profesionalización de la liga local (la Botola). El mensaje de palacio es claro: el cuarto puesto en Qatar 2022 no fue una anécdota, sino el primer gran resultado de un proyecto a largo plazo. La recepción a la Sub-20 busca “asegurar la continuidad” y demostrar que el modelo de la Academia funciona y garantiza el relevo generacional.
El horizonte de 2030
Inevitablemente, cada éxito deportivo del país se lee ahora en clave de la Copa del Mundo FIFA 2030. Marruecos, que organizará el evento en una candidatura histórica junto a España y Portugal, está inmerso en una carrera contrarreloj para modernizar sus infraestructuras y presentar al mundo una imagen de solvencia y modernidad.
Los preparativos para la “cita mundialista” son una prioridad nacional. El proyecto estrella es el futuro Gran Estadio de Casablanca, proyectado para ser uno de los de mayor capacidad del mundo, con una inversión que supera los 450 millones de euros. Paralelamente, se están renovando los estadios de Rabat, Tánger, Marrakech, Agadir y Fez, y se acelera la expansión de la red de alta velocidad ferroviaria (TGV) para conectar las sedes principales.
Para el reino alauí, el Mundial de 2030 es mucho más que un torneo; es una herramienta de soft power (poder blando) y el escaparate definitivo de su desarrollo. La recepción de este jueves a los jóvenes “Leones del Atlas” no solo celebra un trofeo; celebra la viabilidad de la estrategia marroquí para ser, en 2030, no solo un anfitrión, sino también un protagonista en el terreno de juego.

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