Por Adalberto Agozino
El monarca anuncia el “archivo definitivo” del conflicto del Sáhara tras una resolución de la ONU, culminando una ofensiva diplomática que ha consolidado el apoyo de potencias clave. En un discurso que conmemora, también los cincuenta años de la Marcha Verde, el soberano alauí tiende la mano a Argelia y a los saharauis retenidos en los infames campamentos de Tinduf desde una posición de triunfo.
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El Rey de Marruecos, Mohammed VI, ha proclamado un “decisivo punto de inflexión” en la histórica disputa por el Sáhara, declarando que el conflicto artificial ha sido “definitivamente archivado”. En un discurso a la nación, cargado de simbolismo al coincidir con el 50º aniversario de la Marcha Verde y el 70º de la independencia de Marruecos, el monarca ha presentado la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU como la validación final de la soberanía marroquí y de su iniciativa para un Plan de Autonomía.
El discurso no es solo una celebración; es la coronación de una visión estratégica de largo plazo, meticulosamente ejecutada por la monarquía alauí durante décadas. El propio Rey marcó este cambio de paradigma en un discurso anterior, afirmando que el país pasaba “de una fase de gestión a una de transformación” en lo que respecta a su integridad territorial. La alocución del monarca detalla los frutos de esa transformación.
Una red de apoyos internacionales
El eje central de la estrategia real ha sido la construcción de una red de apoyos internacionales que hiciera insostenible cualquier solución fuera de la propuesta marroquí. El Rey Mohammed VI afirmó con satisfacción que “las dos terceras partes de los Estados miembros de las Naciones Unidas consideran ahora que la iniciativa de autonomía es el único marco para resolver este conflicto”.
Esta victoria diplomática se ha cimentado sobre el reconocimiento de la “soberanía económica” de Marruecos sobre las provincias del sur. El monarca destacó las decisiones de “principales potencias económicas” que han estimulado la inversión y el desarrollo de la región.
El discurso es explícito en sus agradecimientos, dibujando el mapa de la coalición que ha permitido este desenlace:
- Estados Unidos: Una mención especial “bajo el liderazgo de nuestro amigo Su Excelencia el Presidente Donald Trump, cuyos esfuerzos hicieron posible abrir el camino hacia una solución definitiva”.
- Potencias Europeas: Agradecimientos directos a “nuestros amigos en Gran Bretaña y España, y particularmente en Francia”, así como a la Unión Europea.
- Otras potencias: El Rey Mohammed VI incluyó a Rusia en el grupo de potencias que han impulsado el desarrollo económico de la región.
- Aliados tradicionales: Un profundo agradecimiento a los “países árabes y africanos hermanos” por su “inquebrantable e incondicional apoyo”.
Esta ofensiva diplomática ha logrado que la resolución de la ONU defina los pilares para una solución política “en el marco de los legítimos derechos de Marruecos”. Rabat, sintiéndose vencedor, se compromete ahora a actualizar su iniciativa de autonomía para que sea la “única base de negociación”.
La monarquía y la “causa nacional”
El discurso subraya el compromiso de más de setenta años de la monarquía alauí con lo que Marruecos considera su “causa nacional”. El Rey vincula el momento actual directamente con la figura de su padre, Hassan II, “artífice” de la Marcha Verde , presentando la resolución de 2025 como la culminación de la recuperación de ese territorio iniciada en 1975.
Esta continuidad dinástica refuerza el vínculo entre el trono y el pueblo en torno a la integridad territorial. El Rey rindió homenaje a los “inmensos sacrificios consentidos por las Fuerzas Armadas Reales y las Fuerzas de Seguridad” y al pueblo marroquí en su conjunto.
En una clara muestra de la centralidad de esta causa para la cohesión nacional, el monarca expresó su “orgullo y consideración” por los habitantes de las provincias del sur, quienes “constantemente han reafirmado su apego a los valores sagrados de la Nación”.
Una mano tendida desde la victoria
Habiendo consolidado su posición, el Rey adoptó un tono magnánimo, asegurando que Marruecos “no considera tales transformaciones como una victoria” y busca una solución “sin vencedores ni vencidos”.
Desde esta posición de fuerza, el monarca lanzó dos mensajes clima de reconciliación:
- A los campamentos de Tinduf: Un “sincero llamamiento” a los “hermanos en los campamentos” para que aprovechen la “histórica oportunidad” de reunirse con sus familias y contribuir al desarrollo de su patria “en el seno del Marruecos unido”. En un gesto de profundo calado político, el Rey, como “garante de los derechos y libertades”, reafirmó que “todos los marroquíes son iguales, sin diferencia alguna” entre los que regresen y los que ya están en la patria.
- A Argelia: Una invitación directa y personal a su “hermano”, el Presidente Abdelmadjid Tebboune, para “emprender un diálogo fraternal y sincero”. El objetivo, según el Rey, es “superar las diferencias y construir nuevas relaciones” basadas en la confianza y la buena vecindad.
El discurso marca, por tanto, el “antes y un después del 31 de octubre de 2025” que proclamó el Rey. Es la declaración de un “Marruecos unificado, desde Tánger hasta Lagwira”, que cierra un capítulo de cincuenta años y abre uno nuevo donde la soberanía marroquí ya no está en discusión.

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