Buenos Aires, 7 noviembre 2025 – Total News Agency-TNA-El empresario mendocino José Luis Manzano, uno de los principales accionistas del Grupo América y un histórico del menemismo, protagoniza un reposicionamiento que lo aleja del peronismo tradicional y lo acerca a la gestión de Javier Milei, marcando una transición clave tanto para su estrategia corporativa como para su perfil público.
Durante los años de plenitud del modelo peronista, Manzano desplegó inversiones en energía, petroleras, minería y medios, consolidando una estructura empresarial diversificada. Sin embargo, ese protagonismo político-económico fue mutando: el respaldo al kirchnerismo fue cediendo paso a una crítica creciente de la macroeconomía y la intervención estatal. Con la llegada de Milei a la presidencia y su promesa de liberalización económica, Manzano apostó a su nuevo rumbo: “Si la política macroeconómica del presidente Milei logra implementarse, tiene todas las condiciones para provocar la inversión masiva”, declaró en una feria minera internacional en 2024. (Cronista)
El cambio se hizo tangible en su presencia pública: tras años de discreción, Manzano comenzó a participar de foros empresariales y eventos mediáticos alineados con la agenda libertaria. Su reciente encuentro con Milei en Miami —según crónicas de prensa, después de una operación de compra de activos por parte de la petrolera estatal YPF sobre una empresa del grupo Manzano— simbolizó esta nueva etapa donde el empresario no solo apoya sino que se convierte en aliado estratégico del Gobierno.
La mutación política de Manzano no es menor: en el ciclo electoral de 2023 había votado por Sergio Massa, pero una vez concretada la victoria de Milei expresó públicamente su respaldo al rumbo económico: “La Argentina puede recibir un flujo masivo de inversiones” dijo, y subrayó que su grupo ya “está invirtiendo y exportando” en minerales críticos. (Infobae)
Ese respaldo se articula con intereses corporativos precisos. Manzano ya concentra activos en distribución eléctrica, exploración de litio, potasio y gas en las provincias de Río Negro y Neuquén, y prevé beneficiarse de las reformas que apruebe el oficialismo. Su imperio a través de Integra Capital le permite una interlocución privilegiada: negociación de concesiones, acceso a regulaciones y visibilidad internacional. En ese sentido, sostuvo que “el cambio de políticas que propició el Gobierno de Milei generó el interés de las empresas mineras en invertir en el país”. (Infobae)
No obstante, esta transición estratégicamente calculada tiene sus costos en términos de imagen. Al marginarse del peronismo, Manzano se expone a críticas sobre la continuidad de sus privilegios empresariales bajo una nueva bandera política, y al mismo tiempo arriesga quedar asociado al modelo de libre mercado, con sus promesas y desafíos aún por demostrar. Analistas señalan que su apuesta es funcional al Gobierno que busca una “Argentina como laboratorio del libre mercado”, pero advierten que si los resultados económico-sociales no acompañan, la visibilidad puede convertirse en vulnerabilidad.
En el terreno político, Manzano actúa además como mediador entre el poder económico local y los círculos de inversión internacional. Su presencia en encuentros como el Latam Forum, su posicionamiento ante el FMI —“el catalizador de las inversiones en la Argentina fue el cambio de política”, afirmó— (Infobae) y su influencia sobre gobernadores de provincias clave lo consolidan como una figura relevante del nuevo mapa empresarial-político.
El viraje de Manzano, de ministro del Interior menemista a aliado del Gobierno de Milei, resume una mutación que va más allá de lo coyuntural: es el cambio de eje de un actor que entiende que la apertura económica, la inversión extranjera y la desregulación pueden dar un nuevo impulso a su conglomerado. Para el entorno del presidente es un respaldo simbólico y operativo: una señal de que las reformas tienen luz verde en sectores del gran capital nacional. Para Manzano, es una apuesta por ingeniería estratégica, donde el juego pasa de la política tradicional al protagonismo corporativo.
El desafío ahora es si este apoyo se traduce en hechos concretos: inversiones efectivas, creación de empleo, impactos regionales y visibilidad internacional que legitimen la alianza. Si el giro de Manzano resulta duradero, se habrá completado su transición como “empresario-aliado” del modelo Milei. Si no, podría quedar como mero pasajero de una gestión hipócrita sin resultados.

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