Buenos Aires, 14 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA-Los bancos centrales de diversos países están incrementando sus adquisiciones de oro de forma sustancial, y en muchos casos sin declararlo públicamente, lo que añade un factor de incertidumbre al mercado y contribuye a la escalada de los precios del metal. Este fenómeno tiene múltiples dimensiones: desde la estrategia de diversificación frente al dólar hasta la opacidad operativa que impide estimar con precisión las reservas reales.
Un indicador preocupante es el cambio en la transparencia de las compras oficiales. Hace aproximadamente cuatro años, el 90 % de las reservas adicionales de oro adquiridas por los bancos centrales eran notificadas al Fondo Monetario Internacional; actualmente sólo se informa cerca de un tercio. Esta ausencia de información clara ha convertido la acumulación de oro en una operación cada vez más opaca y estructural. Según análisis basados en datos comerciales y físicos, la falta de reporte genera una demanda fantasma que el mercado incorpora en sus expectativas de precios.
El principal protagonista de este movimiento es Banco Popular de China (PBoC). Oficialmente declaró apenas 25 toneladas de compras este año, pero estimaciones basadas en flujos reales de exportación, importaciones y producción interna sugieren una cifra cercana a 250 toneladas para 2025. Investigaciones de firmas como Société Générale y Plenum Research plantean que en 2022-2023 el diferencial entre lo declarado y lo real podría haber superado las 1.300 toneladas. Paralelamente, los datos oficiales muestran que las reservas chinas alcanzaban las 2.303,5 toneladas en el tercer trimestre de 2025.
Las motivaciones detrás de esta estrategia son múltiples. En primer lugar, existe una clara apuesta por la desdolarización: al incrementar sus reservas en oro, China reduce su exposición a sanciones, bloqueos financieros o presiones políticas basadas en el dominio del dólar. En segundo lugar, la acumulación clandestina evita influir al alza en los precios antes de completar las operaciones: si las compras se anunciasen prematuramente, podrían generar un incremento del valor del oro y, por tanto, elevar el coste de adquisición para el propio comprador.
Este entorno tiene consecuencias macroeconómicas directas. El valor de la onza de oro superó recientemente los 4.300 dólares, impulsado por la percepción de que la demanda oficial es mayor de lo que reflejan los informes. Las reservas mundiales de los bancos centrales han pasado de representar cerca del 10 % al 26 % de las reservas internacionales en la última década, según datos de la European Central Bank. Esta mayor participación convierte al oro en un activo menos cíclico y más geopolítico.
La magnitud real de las compras ocultas es difícil de evaluar, pero el impacto en los mercados se hace notar. Los analistas señalan que el mercado asume que existe una escasez estructural de suministro frente a la elevada demanda oficial no declarada, lo que refuerza la subida de precios. A la vez, la acumulación de reservas físicas sitúa al oro fuera del alcance de la especulación tradicional y lo coloca como refugio ante la inestabilidad financiera y monetaria.
Este escenario plantea interrogantes importantes. ¿Hasta qué punto el crecimiento de la demanda oculta puede influir en la determinación del precio del oro? ¿Cómo afectará a la posición del dólar como moneda de reserva global? ¿Qué efectos tendrá una mayor acumulación de reservas físicas que no son visibles en las estadísticas estándar? Las respuestas dependerán de la transparencia futura de los bancos centrales y de la evolución de los equilibrios geopolíticos.
Lo cierto es que los compradores institucionales —fundamentalmente países con interés estratégico en diversificar sus reservas— han convertido al oro en un instrumento clave para transferir soberanía financiera y reducir vulnerabilidades externas. En un contexto global en el que la guerra de divisas o las sanciones económicas cobran nueva relevancia, el oro emerge como un pilar de fortalecimiento estatal más que como un simple activo de inversión.
En resumen, las compras de oro de los bancos centrales van más allá de una cobertura tradicional frente a la inflación: están integradas en una lógica de estrategia soberana, opacidad operativa y realineación del sistema monetario internacional. Este fenómeno redefine el valor del oro y genera consecuencias en los mercados, las reservas de los países y el equilibrio financiero global.

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