Por Daniel Romero
Buenos Aires, 16 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA -La Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) se encuentra al borde del colapso interno tras la renuncia irrevocable que habria presentado su titular, Sergio Neifert, el jueves pasado y tras 20 dias con el organismo en “suspensión criónica”, según pudo saber TNA. Aunque el Ejecutivo rechazó inicialmente la dimisión (y lo mantiene en secreto) y le solicitó continuar en el cargo compartiendo decisiones con el subsecretario administrativo José Francisco Lago Rodríguez —un funcionario de apenas 35 años con escasa experiencia—, Neifert se negó de plano, argumentando incompatibilidades estructurales y una erosión de su autoridad. Este quiebre no solo acelera la reestructuración de la agencia de inteligencia, sino que expone las fisuras en el corazón del gobierno, donde la influencia de Santiago Caputo choca frontalmente con el crecimiento político de Karina Milei, post elecciones y los intereses de Martín y Lule Menem.
Neifert, un operador de bajo perfil con trayectoria en el Municipio de Malvinas Argentinas y Acumar, había asumido el cargo en medio de la transición postelectoral, con la misión de modernizar una SIDE diezmada por recortes y escándalos heredados. Sin embargo, su gestión se topó con el desconocimiento y luego con resistencias internas impulsadas por dos figuras clave traídas desde Ferrocarriles Argentinos: Jorge Burgos y Gonzalo Ruiz Díaz, ambos puestos por Caputo, el asesor presidencial conocido como el “Mago del Kremlin”. Estos “topos”, según fuentes cercanas al despacho de Casa Rosada, elaboraron informes críticos que pusieron a Neifert en la mira roja. Entre las acusaciones, destaca el nombramiento de su hijo —de solo 25 años y sin experiencia relevante— en un puesto de poder, visto como nepotismo flagrante en un organismo sensible. “Es el fin de una era de improvisación que ya no se tolera”, confidenció a este medio un exfuncionario de la SIDE dedicado a lo académico, a este medio, bajo condición de anonimato.
Ahora muchos recuerdan el viaje de Lago Rodríguez a Bakú, Azerbaiyán, junto al director, Alejandro Colombo y otros aventureros, para asistir a la carrera de Fórmula 1 de Franco Colapinto. Financiado con fondos reservados —presupuestados para operaciones de inteligencia—, el periplo fue calificado por Total News Agency como una “misión de espionaje para proteger al piloto argentino”, en una nota que ironizaba sobre la desconexión entre la crisis nacional y tales extravagancias. “El país envuelto en llamas políticas y económicas, y tres funcionarios de inteligencia deciden ir a pasear a Bakú con fondos reservados. Ni el presidente se tomó vacaciones, muchachos. Fuera de joda, era ‘nesario’ (tonada riojana)”, remataba el artículo, aludiendo veladamente a un posible liderazgo de Lule Menem en la agencia. Lago, egresado hace apenas un par de años y con un perfil más administrativo que operativo, representa para los críticos de Caputo un intento de colocar a un “novato” en la caja de la SIDE, mientras se posterga un nombramiento formal en el quinto piso —el de máxima jerarquía y que las agencias aliadas observan con atención.
Esta crisis en la SIDE se entrelaza con la investigación por corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), donde los cañones judiciales apuntan ahora con mayor precisión a Diego Spagnuolo, exdirector ejecutivo, y Miguel Ángel Calvete, un operador clave en la maniobra de direccionamiento de contratos por más de 43.000 millones de pesos. La familia Menem, excluida de la causa —ni imputados ni citados como testigos—, presiona desde la Secretaría General de la Presidencia por una reestructuración profunda no solo en inteligencia, sino en todas las áreas bajo influencia de Caputo. “Los Menem insisten en limpiar el avispero; ven en esto una oportunidad, señalan fuentes del oficialismo. El fiscal Franco Picardi, en su dictamen ante el juez Sebastián Casanello, reveló chats y videos comprometedores: Spagnuolo visitando la casa de Calvete en el country Campo Grande para entregar, presuntamente, cinco millones de pesos en efectivo, además de 80.000 dólares hallados en una caja de seguridad del exdirector —lejos de los 25.000 declarados—. A Ornella, hija de Calvete, le incautaron 700.000 dólares en un allanamiento, y un diálogo menciona 90.000 dólares para su pareja.
Calvete, un reciclaje político con pasado turbio, emerge como figura central. Apoyador de los “Carapintadas” de Aldo Rico en la sublevación de Semana Santa de 1987, exhibió una línea antisemita que lo vinculó a la causa AMIA: grabaciones de un informante, Sergio Nantilo, lo señalan junto al exsuboficial Jorge Pacífico como antisemitas y por colocar un artefacto explosivo en un comercio del Once un año antes del atentado de 1994. Presidente de la Cámara de Supermercadistas Chinos (CASRECH), Calvete operaba como “caficho” en licitaciones, gestionando pagos en negro para laboratorios y proveedores. “Era el nexo civil con el bajo mundo militarista; ahora, reciclado en paraestatal, maneja concursos de precios desde afuera”, detalla un informe judicial. La Justicia investiga una “asociación ilícita” con “ventanilla de pagos” explícita, donde Spagnuolo entraba a domicilios con mochilas sospechosas.
En este tablero, Caputo parece perder terreno: su “esmerilado” —como lo llaman en los pasillos de Balcarce 50— se acelera con la reestructuración del gabinete, donde Karina Milei consolida su núcleo duro. Milei reunió esta semana a su mesa política para definir cambios en SIDE y otras áreas, absorbiendo Migraciones y Renaper en equipos de confianza. Los Menem, ya marginados en la causa ANDIS, traman una contraofensiva: proponen a Lule al frente de inteligencia, con énfasis en contrainteligencia contra infiltrados caputistas. La SIDE, en el limbo, espera un jefe para el quinto piso que no llega, pero que podría redefinir el poder real en La Libertad Avanza. Adentro muchos esperan jerarquizar al organismo con agentes preparados, algo inexistente hoy.

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