Buenos Aires, 27 noviembre 2025 – Total News Agency-TNA- El estudio jurídico que lleva el apellido del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, volvió súbitamente al centro de la escena pública, y no precisamente por un caso académico. A pesar de que el ministro insiste en que ya no ejerce como abogado, su firma —de la cual sigue siendo cotitular junto a su hermano y por ende beneficiario de dividendos— asumió la defensa de Maximiliano Ariel Vallejo, financista cercano al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, en una causa por presunto lavado de dinero.
La designación de los abogados Augusto Nicolás Garrido y Pablo González, ambos pertenecientes al estudio “Cúneo Libarona Abogados”, ocurrió hace apenas tres semanas. Fue un movimiento silencioso, pero no lo suficiente como para pasar inadvertido en los tribunales y en el siempre combustible universo del fútbol argentino. Vallejo, dueño de Sur Finanzas, enfrenta una causa en el fuero Penal Económico, donde ya se ordenó levantar su secreto bancario y fiscal.
Desde el Ministerio de Justicia buscan despegar al titular de la cartera del caso con un clásico “yo no fui”: “Mariano no trabaja más como abogado, no sabemos a quién defiende o deja de defender el estudio”, respondieron con estudiada inocencia. Sin embargo, la arquitectura societaria indica que el ministro no solo conserva la cotitularidad del bufete familiar, sino también los beneficios económicos correspondientes, aunque formalmente no intervenga en los expedientes.
El detalle pica más cuando se revisa el álbum del fútbol criollo. La relación entre Vallejo y Tapia es conocida: el financista aparece en fotos con el titular de la AFA y con su hijo Matías, preside Barracas Central y luce a Sur Finanzas como sponsor. Y no solo ello: Vallejo también fue un actor clave en Racing Club, donde prometió US$1,2 millones en publicidad durante la gestión de Víctor Blanco. A su vez, el propio Cúneo Libarona es una figura histórica del club de Avellaneda: ex candidato a presidente, hombre del departamento legal y habitual visitante del cilindro.
A estas conexiones se suma otra perlita: el financista reconoció públicamente su cercanía con antiguos jefes de barras bravas. También fue sponsor de otros clubes, entre ellos Barracas Central, el bastión político-futbolístico de los Tapia. Es decir, un ecosistema donde todos parecen conocerse y, más aún, hacerse favores.
La incomodidad política para el Gobierno es evidente. Milei y Tapia han protagonizado choques severos por el intento de habilitar las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). El ministro Cúneo Libarona, recordado por haber redactado años atrás el estatuto de Racing que prohibía las SAD, fue blanco de dardos públicos desde el riñón de la AFA. Pablo Toviggino llegó a tildarlo de “cachivache”. Pero la pax futbolística duró poco: tras la foto de Tapia con Karina Milei en Paraguay, la polémica resurgió cuando la AFA consagró a Rosario Central como “campeón por puntos” con un reglamento creado sobre la marcha.
Como si hiciera falta más condimento, Milei alimentó el fuego posteando su apoyo al plantel de Estudiantes cuando decidió pararse de espaldas en el pasillo de honor al campeón improvisado. Y lo coronó sentándose en el sillón presidencial con la camiseta del Pincha mientras recibía al canciller israelí.
Vallejo, entretanto, no enfrenta solo la causa por lavado. Tiene una denuncia de ARCA por presunta evasión del impuesto al cheque y otra investigación federal por operaciones con dólar oficial en 2019. Pero por ahora, la causa que lo vincula con el estudio del ministro de Justicia es la única en la que designó defensores. Según fuentes judiciales, el nexo con los abogados proviene de una relación previa con Garrido.
Entre fotos futboleras, coincidencias societarias, vínculos cruzados y un ministro que “no ejerce pero cobra”, el caso promete seguir generando ruido en la siempre ebullicente intersección entre tribunales, pelota y poder político.

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