Budapest, 1 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA- Un descubrimiento arqueológico de enorme valor histórico salió a la luz en Hungría con la identificación de una tumba de 1.300 años perteneciente a un guerrero de alto estatus del antiguo pueblo ávaro, una civilización nómada de Asia Central que dominó Europa central y meridional durante la Alta Edad Media. El hallazgo incluye un sable excepcionalmente bien conservado, uno de los apenas 80 registrados de ese período, junto con joyas y ornamentos que confirman la relevancia social del individuo enterrado.

El Museo del Rey San Esteban, en Székesfehérvár, anunció el descubrimiento tras meses de análisis. La tumba, localizada a menos de dos metros de profundidad, data aproximadamente de los años 670-690 d. C., en pleno Período Ávaro Medio. Aunque fue encontrada en agosto, las autoridades mantuvieron el hallazgo en reserva hasta completar evaluaciones preliminares y estudios de conservación.
El cuerpo, señalaron los arqueólogos, había sido perturbado tiempo después del entierro: la posición de la cabeza, el pecho y el abdomen mostraba desplazamientos evidentes. Lejos de atribuirlo a saqueos, los especialistas creen que la tumba fue reabierta con fines rituales, una práctica registrada en comunidades nómadas. La hipótesis se sostiene porque los objetos más valiosos —armas, joyas y monturas de cinturón— permanecían intactos.

El ajuar funerario reveló un conjunto extraordinario: un cuchillo largo, adornos de cinturón de plata, anillos trenzados dorados, un pendiente y, sobre todo, un sable en un estado de preservación inusual. Frigyes Szücsi, arqueólogo principal de la excavación, explicó que esta arma era un símbolo de élite en la sociedad ávara: “Solo los guerreros de alto rango tenían sables, ya que era el arma más cara de la época”. Agregó que “este es uno de los sables más antiguos de este tipo”, aparecido simultáneamente en la cuenca de los Cárpatos y Europa del Este durante la segunda mitad del siglo VII.
La extracción del sable requirió una técnica especial debido a su fragilidad. El equipo construyó una estructura similar a una caja reforzada para moverlo sin dañarlo. Tras siglos de corrosión, pesa hoy apenas 1,3 libras, aunque originalmente habría sido considerablemente más pesado. Su hallazgo intacto constituye, según los expertos, una pieza clave para comprender la evolución tecnológica y militar de los pueblos nómadas euroasiáticos.

El análisis de la tumba sugiere que la reapertura ritual ocurrió al menos una década después del entierro, cuando los huesos ya no estaban unidos por tejido conectivo, pero todavía en tiempos ávaros, ya que la señalización del sepulcro —un montículo o poste de madera— debía seguir visible. Además, las puntas de flecha, las monturas plateadas y el cuchillo largo permanecían en su lugar, reforzando la teoría de un rito y no de una profanación.
Los investigadores complementaron el trabajo de campo con tecnología satelital, identificando variaciones en los cultivos sobre las tumbas profundas, donde la tierra adquiere un tono verde más oscuro. Este método permitió delinear el cementerio completo y detectar posibles áreas aún inexploradas. Según Szücsi, la técnica ofrece una “gran oportunidad” para mapear sitios funerarios desconocidos del período ávaro, dada la amplia dispersión territorial que alguna vez tuvo este pueblo.
El hallazgo aporta nuevas piezas al rompecabezas histórico de los ávaros, quienes dominaron vastas regiones de Europa central hasta su declive tras las campañas de Carlomagno. Su cultura material, especialmente sus armas, refleja un mundo de élites militares móviles, influencias euroasiáticas y una estructura social jerarquizada.
Hungría, rica en patrimonio arqueológico, ha sido escenario de varios descubrimientos recientes, incluidos problemas inesperados como la plaga de insectos que amenazó la histórica biblioteca de un monasterio en Pannonhalma. Pero el hallazgo del guerrero ávaro se destaca como uno de los más significativos del año, por su singularidad y por la ventana que abre hacia una civilización cuya historia aún guarda grandes zonas de sombra.

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