Washington / Caracas, 2 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA-El régimen de Nicolás Maduro se encuentra cada vez más aislado internacionalmente, tras la reciente confirmación de que sus tradicionales aliados —Rusia, China e Irán— decidieron mantenerse al margen ante un posible enfrentamiento con los Estados Unidos, incluso ante una eventual operación para remover al dictador. Según un reciente informe que cita al The Wall Street Journal, estos países —que alguna vez fueron sostén político, militar y económico de Caracas— no están dispuestos a arriesgar su relación con Washington con tal de respaldar al régimen chavista.
El artículo destaca que tras décadas de retórica anti-estadounidense, con respaldo en petróleo, armas y financiamiento, Rusia y China evalúan ahora sus propios intereses geopolíticos —principalmente la guerra en Ucrania y sus relaciones comerciales globales— y concluyen que Venezuela ya no merece movilizar recursos. El giro pone en evidencia que el gobierno de Maduro ya no cuenta con un parapeto internacional confiable cuando EE.UU. intensifica su ofensiva contra el narcotráfico y el aparato criminal que domina el país.
Este retroceso de sus aliados llega en un momento crítico. La administración de Donald Trump desplegó buques de guerra y fuerzas navales en el Caribe como parte de una campaña dirigida a desmantelar redes de narcotráfico vinculadas al régimen —incluido el grupo conocido como Cártel de los Soles— y ha lanzado múltiples ataques contra narcolanchas procedentes de puertos venezolanos.
Para Caracas, perder el respaldo de Moscú, Pekín y Teherán implica no solo una derrota simbólica, sino un golpe estructural: compromete su capacidad de resistir la presión estadounidense, reduce el margen de maniobra diplomática y debilita aún más su ya frágil economía. Analistas sostienen que este aislamiento acentúa la vulnerabilidad del régimen frente a sanciones, operaciones militares y el eventual esfuerzo internacional por llevar adelante una transición en Venezuela.
Pero además, el distanciamiento de esos países desmiente la narrativa propagandística chavista que insiste en presentar a Caracas como eje de una alianza antiimperialista global. La retirada de apoyo demuestra que, cuando las apuestas geopolíticas cambian, los “aliados de siempre” priorizan sus intereses inmediatos y no un proyecto ideológico condenado a desplomarse.
En ese contexto, la estrategia de presión de Washington —que combina acciones militares, sanciones y diplomacia— gana en eficacia. Sin el parapeto de potencias como Rusia o China, Maduro queda cada vez más aislado, reforzando la posibilidad de que su régimen colapse ante la convergencia de fuerzas internas, el clamor internacional por su caída y la intensificación de denuncias por narco-estado.
El aislamiento internacional de Venezuela marca un punto de inflexión: la supuesta red de amigos globales de Caracas ha demostrado que sus compromisos son circunstanciales. Si el régimen pretende sobrevivir, deberá enfrentarse solo a una ofensiva global que no parece dispuesta a negociar.

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