Por Daniel Romero
El acuerdo con Rusia se apoya en un protocolo firmado en 1990 de investigaciones ultraterrestres que se basó en una anterior de 1997 al mismo efecto que dice” Convenio entre el gobierno de La Republica Argentina y el Gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre cooperación en el campo de la investigación y uso del espacio ultraterrestre con fines pacíficos” del 25 de Octubre de1990.Este tratado tiene varias acepciones internacionales multilaterales, pero es el basamento, o excusa que utilizaría el Presidente Alberto Fernández y su “par” ruso, Vladimir Putin para la instalación de una base con tecnología militar rusa para la captación de comunicaciones, en territorio argentino. Algo similar al que ya tiene China en Neuquén, siendo esta la única base de este tipo que la nación del medio posee fuera de su territorio. Curioso, al menos. Foto- Base rusa en Nicaragua-
Curiosamente el convenio que fue firmado el 8 de octubre de 2019 en Buenos Aires por el director general adjunto de la corporación espacial rusa Roscosmos, Mijaíl Jailov, y el director ejecutivo y técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina (CONAE), Raúl Kulichevsky sin intervención de la Cancillería.
La Asamblea Federal rusa, órgano legislativo bicameral, posee una cámara baja, la Duma de Estado y una cámara alta, el Consejo de la Federación y la construcción de esta base ya fue tratada por este órgano supremo, algo que Fernández no se dignó a informar al Congreso de la Nación.
La instalación de la base militar rusa estaría atada a la provisión de la cuestionada vacuna Sputnik V, que aun el laboratorio Gamaleya no dio a conocer a revistas científicas, como es de rigor.
Lo concreto es que el acuerdo con Rusia y la necesidad argentina de obtener vacunas, abrió la puerta para esta invasión rusa , no solo a Argentina, sino a toda la región con la instalación de una base secreta que ya sería un hecho. De esta manera Putin podría extender sus redes de espionaje desde Argentina poniendo a nuestro país en medio de sus guerras cibernéticas con las que influyen en elecciones o generan disturbios sociales en otros países. Desde esta base podrían espiar al continente.
El protocolo firmado con Rusia