Al mismo tiempo la Fiscalía General de Rusia y el Ministerio del Interior, como ya hicieran en la víspera de las movilizaciones del pasado 23 de enero, han lanzado un llamamiento a la población para que no acuda a las protestas programadas para mañana en demanda de la puesta en libertad de Navalni, cuya apelación en contra de su arresto fue rechazada el jueves por el Tribunal Regional de Krasnogorsk y deberá seguir en prisión como mínimo hasta el 15 de febrero. Las autoridades advierten que quienes sean detenidos el domingo podrían ser acusados de «desórdenes masivos» y condenados a penas de varios años de cárcel.
Igual que hace justo una semana, el Kremlin está haciendo todos los esfuerzos posibles para desmovilizar a los partidarios de Navalni con registros domiciliarios y detenciones. Utilizando las grabaciones de la cámaras de seguridad, la Policía está arrestando durante estos días a los manifestantes que actuaron con mayor dureza en los choques con los antidisturbios o cortaron el tráfico rodado en calles y avenidas.
Ayer debería haberse celebrado la vista del juicio por la demanda presentada por «difamación» contra Navalni por un veterano de la II Guerra Mundial que apoyó la campaña del presidente Vladímir Putin a favor de la enmiendas constitucionales. Pero ha sido aplazada al 5 de febrero. A través de su página web, el dirigente opositor ha llamado a sus seguidores a «salir de nuevo a las calles y no tener miedo».