Cristina Kirchner reclamará ser sobreseída hoy en una de las causas que más polémica generó entre los técnicos de la economía. A la expresidenta y actual vice se la acusa de ser parte de una operación que hizo que el Banco Central perdiera miles de millones de pesos por vender futuros del dólar a un precio demasiado barato.
En 2015, en medio de un cepo híperrestrictivo y de una brecha entre el dólar oficial y los paralelos que llegó al 45%, el Banco Central no tenía demasiadas herramientas para controlar el tipo de cambio. Aun con un torniquete muy ajustado sobre el acceso a las divisas, los importadores no dejaban de demandar billetes estadounidenses.
Atado de pies y manos por unas reservas netas que llegaron a estar en negativo, la autoridad monetaria recurrió a la venta de dólar futuro para alinear las expectativas devaluatorias. No eran tan fáciles de domar: 2015 fue un año electoral y, además, el modelo con restricciones sobre el mercado oficial de cambios ya estaba agotado. El mercado daba por descontado que, indistintamente de quien ocupara el sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre de ese año, el cepo se relajaría o se terminaría.
En ese contexto, el entonces presidente de la autoridad monetaria, Alejandro Vanoli, recurrió a una herramienta que funciona de esta manera: se celebra un contrato entre vendedor (que puede ser privado, como los exportadores, o el Banco Central) y comprador en el que se pacta un precio de la divisa a futuro. Cuando llega esa fecha, alguien gana y alguien pierde. Y el factor que determina quién está de cada lado es el precio del dólar spot mayorista en ese momento, es decir, el dólar “real”.
Para entender mejor el mecanismo vale ponerle números. Si en octubre pasado alguien compró dólar futuro a $100 en un contrato con vencimiento el 3 de marzo, habrá perdido cerca de $10 por contrato, porque el dólar mayorista cerró ayer a $90,27. Ese comprador apostó a una devaluación mucho más fuerte de la que finalmente terminó ocurriendo. Las operaciones se pactan en pesos y las compensaciones se liquidan en esa moneda, y es por eso que lo que gana o pierde el Central se calcula en billetes locales.
En noviembre de 2015, el Banco Central llegó a estar “vendido” en el mercado de futuros por un monto cercano a los US$18.000 millones, muy alejado de los US$2600 millones de hoy. El ritmo en ese segundo semestre de 2015 fue intenso: solo unos meses antes, en julio, la posición del BCRA se ubicaba más cerca de los US$3000 millones.
Lo que sucedió, en definitiva, es que cuando vencieron los contratos, el Central perdió la pulseada contra el mercado. El dólar spot cotizaba a un valor mayor de lo que se había pagado el futuro, por lo que la autoridad monetaria debió hacer compensaciones en pesos a sus contrapartes.
En diciembre de 2015 asumió Mauricio Macri y puso fin al cepo. Apenas se concretó su promesa de campaña, el tipo de cambio minorista pasó de $9,80 a $13,93. Un salto similar ocurrió en el mayorista, que es el que se negocia en los contratos de dólar futuro.
“Los contratos de dólar futuro que se habían firmado en septiembre de 2015, y que no contemplaban una devaluación, terminaron siendo un muy mal negocio para el Central”, explica Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.
Sobre el monto de la pérdida para el Central en aquel momento, el juez Claudio Bonadio, quien elevó a juicio oral esta causa, aseguraba que fueron $77.000 millones. Cristina Kirchner afirma que son $55.000 millones.
“Se acusa al Central de vender futuros a un valor más barato de lo que se comerciaba en los tipos de cambio libres, como el contado con liquidación, y en los futuros de Nueva York”, explica Fernando Marull, de la consultora FMyA. Esos dos mercados no estaban intervenidos por la autoridad monetaria, por lo que, explica el economista, eran una señal más clara de lo que pasaría con el tipo de cambio una vez terminado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El dólar futuro se negocia en la Argentina en Rofex y MAE, las entidades privadas a cargo de la negociación de contratos de futuros. Aquí las compensaciones son en pesos y puede intervenir el Banco Central para alinear expectativas, con “señalizaciones” para el mercado. Por otro lado, explica Marull, en Nueva York se negocia entre partes privadas, en un mercado no regulado y en dólares.
En el mismo sentido, Juan Ignacio Paolicchi, analista de Empiria, detalla que la acusación por la que varios exfuncionarios y funcionarios actuales se sientan en el banquillo es “haber intentado influir en el precio del dólar cuando el Gobierno sabía que el precio de mercado era otro”.
De todos modos, señala, la causa es una “judicialización de la política económica”, un término que utilizó Cristina Kirchner, pero que también está en boca de los economistas. También critican, por caso, la decisión reciente del Presidente de iniciar una “querella criminal” contra los funcionarios macristas por el préstamo fallido del Fondo Monetario Internacional.
En el mismo sentido, Rajnerman señala que “es cierto que los contratos del Central generaron un perjuicio para el Estado y que su patrimonio se redujo”, pero a la vez la liberalización del cepo era probable: solo bastaba ver las promesas de campaña de uno de los dos principales candidatos en aquel momento.
“Judicializar la política económica está mal, como así también pasa con el acuerdo con el FMI: son herramientas que a veces salen bien y a veces salen mal, pero no es bueno vedarlas”, opina el economista.