Por Martín Bidegaray
En el presupuesto original de 2021, Transporte disponía de $ 182.173 millones. De ese total, $ 99.000 millones eran para colectivos y el resto para trenes. Sin embargo, ese número quedó desactualizado. Tras el paso del proyecto de Ley de Presupuesto por Diputados, a Transporte lo engordaron con casi $ 10.000 millones más por subsidios y otros $ 10.000 millones para obras. Los $ 182.173 millones iniciales ya superarán los $ 200.000 millones.
En los primeros dos meses del año, los subsidios al transporte fueron de $ 35.000 millones y estuvieron un 21,8% por arriba del mismo período de 2020. El Estado está gastando más que en los meses en los que todavía no estaba detectado el COVID. Ahora, con la emergencia, esos rojos se agrandarán. El nuevo ministro a designar por el Gobierno, tras la trágica muerte de Mario Meoni el viernes pasado, deberá familiarizarse con esos números.
“El aumento observado se explica tanto por la expansión de los subsidios al transporte automotor de pasajeros (17,7% interanual), como por la dinámica de las transferencias al sistema ferroviario (15,1% interanual).”, detalla un análisis del primer bimestre de la Oficina Nacional de Presupuesto que depende del Congreso.
De seguir la tendencia actual, de 20% de crecimiento sobre el presupuesto, Transporte pasaría de casi $ 200.000 millones a cerca de $ 240.000 millones. Pero las restricciones agudizarán esos números. Las empresas de colectivos y trenes tendrán que seguir circulando para trabajadores “esenciales” y si lo hacen con menos cantidad de pasajeros, los subsidios serán aún más importantes. Una proyección conservadora los llevaría a un rango de entre $ 270.000 millones y $ 290.000 millones.
Se suponía que Transporte iba a consumir un 0,5% del PBI solo en subsidios, mientras que Energía comería el 1,7% de los recursos en subvenciones. A menos que haya recomposiciones que no están a la vista, ninguna de esas dos metas establecidas en el Presupuesto será cumplida.
El ministerio de Transporte se encarga de pagar los subsidios a los colectivos y una parte de los correspondientes a trenes. En cuanto a obras, tiene poco dinero asignado en el presupuesto ($ 10.000 millones) en relación a otros ministerios. En cambio, la distribución de subvenciones alcanza cifras importantes, las más importantes en subsidios después de Energía.
El Presupuesto también contemplaba una reducción de subsidios, cuando va a ocurrir precisamente lo contrario. Entre enero y marzo, donde la circulación de pasajeros se acercó lo más posible a un escenario pre COVID-19, Transporte demandó un 22% más de dinero del previsto. Y ahora, con el transporte restringido a los trabajadores esenciales, la recaudación de colectivos y trenes volverá a disminuir. Como contrapartida, los dueños de las empresas de colectivos afrontarán mayores costos salariales con menos ingresos. La diferencia saldrá de la caja del Estado.
Lo mismo sucederá con los trenes. Sus paritarias irán al ritmo de la inflación, pero lo que pagan los viajeros cuando pasan su tarjeta SUBE retrocederá, ya que el Gobierno prohibió la circulación después de las 20 horas. De vuelta, será el Estado el que tenga que socorrer a las operadoras de trenes, que son del Estado nacional. Hace poco, el gremio de conductores (UTA) amenazó con una huelga.
El Gobierno estimaba que Transporte representaría un 0,5% del total del PBI en subsidios. El principal costo de los colectivos es salarios, y los mismos aumentan todos los años, por lo que mantener el sistema es cada vez más caro. Si el nivel de los subsidios es estable, la única forma de aguantar mayores costos es con algún traspaso a tarifas, según especialistas.
Pero el Gobierno, asustado con los números de inflación, no estaría pensando en esa medida en forma inmediata. Durante mayo se publicará la suba del gas -del 6% de impacto residencial promedio- y aun está definiendo la de distribución eléctrica.
Aunque el Gobierno de la Ciudad si corrigió el valor del viaje en subtes, el ministerio de Transporte no hizo lo propio con trenes y colectivos. En el oficialismo hay dudas que lo hagan, porque afecta a sectores medios y mediobajos, que ya tienen sus bolsillos más flacos porque sus sueldos perdieron con la inflación o porque son trabajadores informales con menos capacidad de negociación para obtener aumentos.
Fuente Clarin