Una de las últimas veces que Annie Clark fue a visitar a su padre en una cárcel de Texas, otro visitante le pidió que le firmara un autógrafo en un recibo, el único papel que tenían a mano. “No podés entrar con teléfonos, así que no podés sacarte una selfie. Supongo que me alegra que no exista una selfie mía ahí”, dice Clark, de 38 años. “Me parece de comedia negra. Es obviamente muy triste, pero también increíblemente gracioso”.
Clark vio cómo el gobierno de Estados Unidos se llevaba a su padre en mayo de 2010 por lo que ella describe como una “estupidez de guante blanco”. Durante la siguiente década, lo visitó entre los lanzamientos de sus cuatro discos con St. Vincent, su proyecto de art-rock cada vez más aclamado. Tocó con Nirvana en la ceremonia de ingreso al Rock & Roll Hall of Fame de 2014… y tuvo que ir a Walmart a comprar joggings XXL porque en la cárcel le dijeron que su ropa era demasiado ajustada para una visita. Ahora, dos años después de la liberación de su padre, está tratando de entender la experiencia en su séptimo disco de estudio, Daddy’s Home.
Si Strange Mercy, su disco revelación de 2011, reflejaba “el dolor y la ambivalencia” por el arresto de su padre, como escribe en un cómic que acompaña al nuevo disco, entoncesDaddy’s Home trata sobre el fin de la experiencia. Para la charla vía Zoom, Clark abandona la estética súper producida del pop elegante de Masseduction, de 2017, y en cambio opta por un pañuelo y unos anteojos setentosos.
“Creo que en el último disco había ido muy lejos con unos sonidos que buscaban salir de los parlantes para agarrarte de la garganta”, dice. Daddy’s Home se siente más humano, más hogareño, con ecos de [David] Bowie, Sly Stone y otros artistas de los setenta. Esa época, dice, era “la del fin del idealismo flower-power. Pero también anterior a la música disco. Es un período que siento que es análogo al presente. Estamos en un período oscuro, sórdido, tratando de entender hacia dónde ir”.
Clark descubrió el sonido del disco trabajando con el productor Jack Antonoff en Nueva York antes de que empezara la pandemia. “Estaba caminando por los pasillos de los estudios Electric Lady con Jack”, recuerda, “y pensé: ‘Quiero hacer un disco directo y callejero’”. Antonoff se sentó en el Wurlitzer del estudio para grabar “At the Holiday Party”, que recuerda un encuentro un poco atolondrado con una estrella venida a menos. “Pensé: ‘Sí, es así’”, dice. “‘Estos sonidos son cálidos y literales, y también evocativos’”.
Nueva York es un personaje central en el disco, pero L.A., la otra casa de Clark, también figura. En la psicodélica “The Melting of the Sun”, reflexiona sobre mujeres que fueron maltratadas por la industria del entretenimiento, entre ellas Joni Mitchell y Marilyn Monroe. “Cada vez que ellas decían algo que era verdadero y difícil de escuchar, la gente trataba de acallarlas”, dice Clark. “[Esa canción] es una carta de amor a artistas fuertes y brillantes mujeres”.
Daddy’s Home es un disco con cantantes de acompañamiento y una sección de vientos, lo cual, naturalmente, hace que Clark se pregunte cómo va a funcionar en vivo, cuando salir de gira vuelva a ser posible. “El último disco y las últimas giras que hice tenían muchos efectos multimedia”, dice. “[Esta vez] tengo ganas de simplemente tocar. Gente en el escenario tocando música y rompiéndola, sin todo el espectáculo”.