En el Gobierno toman nota de la baja participación electoral en las provincias y se ilusionan

Si las elecciones en el exterior generaron preocupación en el Gobierno, porque los electorados castigaron a los gobiernos que administraron la pandemia; los comicios provinciales que ya empezaron a disputarse en el país entusiasman a algunos de los armadores políticos del Presidente. No por los resultados, que no fueron del todo alentadores para el Frente de Todos, sino paradójicamente por la baja participación electoral, que jugó a favor de los oficialismos locales.

En las recientes elecciones de hace una semana en Jujuy, donde arrasó la lista del gobernador radical Gerardo Morales, votó apenas el 65 por ciento del electorado. En Misiones el nivel de participación de votantes fue aún menor. El gobernador Oscar Herrera Ahuad, del Frente Renovador de la Concordia y aliado de la Casa Rosada, que salió victorioso, disimuló ese detalle. “Se volcaron en un número muy importante, en tiempos muy difíciles para ejercer su derecho”, sostuvo, aunque solo votó el 60 por ciento del padrón.

“La baja asistencia beneficia a los oficialismos”, se entusiasma un intendente de la Provincia de diálogo permanente con Alberto Fernández. Los recursos, la estructura y el peso del Estado podrían ser más decisivos que en elecciones normales.

La pandemia influye y el temor al contagiarse disuaden a muchos votantes. Sin embargo, también operan los altos niveles de descreimiento y rechazo que acumulan los dirigentes del oficialismo y la oposición en el electorado. “La participación va a andar por ahí. No creo que supere el 70 por ciento”, arriesgó un presidenciable de Juntos por el Cambio.

La baja asistencia a las urnas puede inclinar la balanza en la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país, sobre todo en la PASO. En Juntos por el Cambio no lo ignoran. En el PRO saben que sus votantes son históricamente “menos ideologizados” que los del peronismo, por lo que miles de sus votantes suelen saltearse las primarias que muchas veces no definen candidaturas. “Hay mucha gente que está esquiando”, ironizó Elisa Carrió después de la apabullante derrota de agosto de 2019.

Una contienda entre el radical Facundo Manes y el vicejefe de gobierno porteño Diego Santilli, podría enmendar esa aparente desventaja. Sin embargo, una diferencia muy abultada el el virtual primer turno electoral en favor del Frente de Todos puede ser irrecuperable. Lo aprendieron de primera mano Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.

En Jujuy votó casi un 10 por ciento menos de gente que en los comicios de 2017, cuando Morales unificó el calendario electoral de su provincia con el la Nación. Eran los tiempos de la ola amarilla.

Un ejemplo más temprano de la baja participación que favoreció al oficialismo se plasmó en noviembre pasado en Córdoba, la tierra prometida del macrismo. En Río Cuarto, Juan Manuel Llamosas logró retener la intendencia. Ayudó por supuesto que el peronismo fuera unido, pero más todavía el derrumbe de la participación. Apenas votó el 50 por ciento de los 136 mil electores habilitados. El Frente de Todos nacionalizó una victoria que meses antes parecía imposible.

En el mundo del PRO la baja de la candidatura de Patricia Bullrich también se leyó con ese filtro. El aparato también se hará notar en la Ciudad, que el PRO gobierna desde hace 14 años. Gabriela Michetti lo sufrió en carne propia en 2015, cuando Macri apoyó a Rodríguez Larreta.

En el oficialismo y en la oposición coinciden en que los escenarios son demasiado volátiles y todo depende del prisma con que se lo mire y del éxito de la campaña de vacunación. En mayo todos miraron hacia Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso jubiló a Pablo Iglesias. La asistencia fue récord. La baja participación puede arrojar resultados imprevisibles. Lo atestigua el caso de Chile, donde solo acudió a elegir constituyentes el 43 por ciento de los electores habilitados.

Con números en la mano dirigentes que participan del armado bonaerense del oficialismo y de la oposición coinciden en que la baja asistencia no es la única rareza que se vislumbra en el horizonte electoral. Juntos por el Cambio crece entre las consideraciones de los más jóvenes, que siempre estuvieron más cerca del kirchnerismo (un detalle que también explica los guiños de Cristina Kirchner al rapero L-Gante) y la estrategia para captar votantes de esa franja etaria que anticipó Clarín. Por el otro lado, el Frente de Todos crece entre las consideraciones de los adultos mayores, un segmento en el que JxC suele sacar diferencias.

Fuente Clarin