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Es el esquema de poder del Congreso lo que se juega en estas elecciones 2021. En Diputados, el Gobierno buscará sumar bancas para acercarse al quórum, que le permitiría destrabar proyectos frenados. En el Senado -donde el bloque de Cristina Kirchner ya tiene mayoría propia- el desafío es no restar senadores para sostener esa superioridad.
Las metas de la oposición son exactamente inversas. “Estamos a 7 bancas de ser Venezuela”, repiten como un mantra los referentes de Juntos por el Cambio en la Cámara baja, que quieren evitar que el Frente de Todos gane legisladores, mientras se entusiasman con sumar propios en la Cámara alta.
Las vías del medio, cada vez más limadas, piden equilibrio.
Las apuestas en Diputados
En Diputados, donde preside Sergio Massa, se vencen 127 de las 257 bancas. Se trata de los legisladores electos en 2017, cuando la ola amarilla de Cambiemos crecía en el país. Por eso, Juntos por el Cambio, es la bancada que más diputados pone en juego: 60 de los 115 que tiene. En distritos como la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, no alcanzarían a renovar todos los que vencen mandato (10) porque para hacerlo tendrían que sacar más del 60% de los votos.
El Frente de Todos, en tanto, tiene un bloque de 119 legisladores y renueva 51. Necesitaría sostener esos lugares y sumar 10 legisladores más para alcanzar el número mágico: los 129 diputados para del quórum y la mayoría propia. Así, no dependerían -como hasta ahora- de aliados circunstanciales. ¿Por qué la oposición habla de 7 y no de 10? “Porque tres aliados circunstanciales se consiguen fácil”, argumentan.
Eso hizo que numerosos proyectos que tuvieron un avance veloz en el Senado, quedaran varados en Diputados y desataran el enojo, en plena sesión, del ultra K Oscar Parrilli. Entre ellos, la Reforma Judicial, la nueva ley del Ministerio Público Fiscal, o la Bicameral para investigar la deuda de la cerealera Vicentin.
Pero la mayoría propia en la Cámara baja parece hoy un proyecto demasiado ambicioso, solo factible si el Frente de Todos hiciera una gran elección. Si repitieran los números de 2019 (cuando con Alberto Fernández y Cristina traccionando en la boleta el Frente se impuso con el 48% de los votos, a ocho puntos de diferencia a Juntos por el Cambio) superarían con creces esa barrera. Pero el escenario económico y pandémico actual hace que ni los dirigentes más optimistas se animen a tanto y ninguna encuesta hoy pronostica esa ventaja.
Sergio Massa preside, a principios de julio, una sesión para tratar ley Biocombustibles y Monotributo. Foto Federico López Claro.
“Lo importante es arrimarse lo más posible a la mayoría. Hoy necesitamos 11 aliados para conseguir quórum (porque el diputado Ignacio de Mendiguren, a cargo del BID está de licencia) y esa brecha sí se va a achicar. Nos va a facilitar mucho las cosas”, señala un dirigente oficialista.
En la búsqueda de ampliar, el FdT ya sumó a sus filas a ex aliados de los bloques del medio, como el jefe del Interbloque Unidad y Equidad Federal, José Luis Ramón, su compañero de bancada Pablo Ansaloni, y el jefe del Interbloque Federal, Eduardo “Bali” Bucca. Los tres vencen mandato este año. Ramón y Bucca serán candidatos a legisladores provinciales este año.
Jorge Sarghini
Las apuestas en el Senado
En el Senado es otro cantar. Se renuevan 24 de las 72 bancas; un tercio de la Cámara. Como los mandatos de senadores duran seis años, renuevan los tres senadores electos en 2015, de ocho provincia: Catamarca, La Pampa, Tucumán, Mendoza, Chubut, Córdoba, Corrientes y Santa Fe.
El Frente de Todos -que con 41 senadores supera los 37 necesarios para el quórum y la mayoría propia- pone en juego 15. Juntos por el Cambio -con un bloque de 25– renueva 8 propios, más la banca de su aliado del Interbloque Federal, el fallecido Carlos Reutemann.
En Catamarca, Tucumán y La Pampa, el oficialismo confía en reponer sin sobresaltos los seis lugares y en Mendoza renovar la banca de la minoría, con Anabel Fernández Sagasti, mano derecha de Cristina en la Cámara alta.
Pero la situación de las demás provincias los enfrenta a la realidad de perder bancas. En el oficialismo lo reconocen, pero aseguran que mantendrán los 37 de la mayoría.
Juntos por el Cambio confia en, además de conservar todos sus lugares, sumar de mínima dos senadores más: uno en Corrientes -donde gobierna el radical Gustavo Valdés– y otro en Chubut, donde por cuestiones políticas, los tres representantes de esa provincia terminaron siendo del oficialismo.
Cristina Kirchner preside una sesión en el Senado, a fines de junio.
Pero en esa provincia, la gestión del peronista Mariano Arcioni es tan cuestionada que hay chances de que la oposición gane. En ese caso, el FdT perdería allí dos bancas.
La clave, serán entonces, las dos provincias del centro: Córdoba y Santa Fe. En Córdoba se descuenta que Juntos por el Cambio ganará, pero la banca de la minoría es la principal tensión porque el gobernador Schiaretti cerró por fuera del Frente de Todos. ¿La logrará retener el oficialista Carlos Caserio o le ganará su lugar el frente cordobés, que lleva a Alejandra Vigo, esposa del gobernador?
En Santa Fe, donde el Gobierno pone en juego dos bancas, la elección también es complicada porque además de Juntos por el Cambio, tiene mucho peso el Frente Progresista del fallecido ex gobernador Miguel Lifschitz.
Para que el FdT perdiera la mayoría, debería ocurrir el peor escenario: perder en Chubut, Corrientes y Mendoza, pero además no llegar a colar ningún senador en Córdoba ni Santa Fe.
A su favor siguen teniendo los monobloques de la misionera Magdalena Solari Quintana y el rionegrino Alberto Weretilneck, que no vencen mandato y funcionan como aliados.
Escenario abierto.
Fuente Clarin
