De la Canal es un pueblo bonaerense al que se llega por la ruta provincial 30 y queda a 38 kilómetros de Tandil. Según los sucesivos censos nacionales, en 1991 allí vivían 85 personas, en 2001 bajaron a 62, en 2010 a 57 y hoy los lugareños hablan de apenas 45.
Algunos de sus atractivos turísticos: una empresa láctea que llegó a Wikipedia como la fabricante del “mejor dulce de leche del mundo”; una pulpería -El Almacén Lasarte – donde se puede comprar desde mortadela hasta boinas tejidas y un histórico escenario de una violenta y sangrienta masacre protagonizada por una horda de gauchos.
Los crímenes fueron 36 y tuvieron como blanco a extranjeros, principalmente vascos. Ocurrieron la madrugada del 1° de enero del 1872 (bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento) y así lo recuerda un prolijo cartel ubicado a un costado del Almacén Lasarte. Allí mismo, donde está el cartel, los gauchos cometieron los últimos homicidios de su raid.
El objetivo en De la Canal fue Juan Chapar, un vasco francés de 34 años, dueño de un almacén y prestamista. A él lo mataron de una lanzazo y siguieron degollando a sus hijos (de 5 y 4 años, y de 5 meses), a su esposa y a sus empleados.
Es aquí, con la masacre ya concretada, cuando entra el personaje más fuerte de la historia: Gerónimo Solané, un hombre fornido y barbado de entre 45 y 50 años. Curandero de orígenes misteriosos -algunos dicen que era chileno, otros boliviano, otros argentino- a Solané todos los conocían como “Tata Dios”.
Los Apóstoles de Tata Dios, en una gráfica en el Museo Histórico “Fuerte Independencia”.
Pocas horas después de la matanza terminó detenido, acusado de haberles llenado la cabeza a los gauchos y ser el autor intelectual del ataque sanguinario a “extranjeros y masones”.
Cuenta la leyenda que Solané había sido llevado en noviembre de 1871 a un campo de Tandil, propiedad de Ramón Rufo Gómez, quien le pidió ayuda para tratar jaquecas crónicas a la esposa.
Se sabe que ya había estado preso en Azul por ejercicio ilegal de la medicina. También, que era muy respetado entre los paisanos, a los que no les cobraba ni por sus tratamientos ni por su prédica mística.
Solané fue detenido en su rancho, un puesto cedido por Gómez en su estancia “La Argentina” como agradecimiento por sus servicios. “Tata Dios” siempre se declaró inocente, pero nunca pudo decírselo al juez porque manos anónimas lo mataron a balazos por la ventana de su celda durante la noche de Reyes.
La mujer de Ramón Gómez, cuyas jaquecas dieron motivo a la atención de “Tata Dios”, el curandero.
En el Museo Histórico Fuerte Independencia, en Tandil, aún está el poncho agujereado de “Tata Dios”, quien, se dice, fue enterrado vertical y de cabeza en la puerta del cementerio, como una especie de maldición.
El próximo fin de año se cumplirán 150 años de la matanza de Tandil, una de las mayores masacres xenófobas de la historia argentina. Y un grupo de vecinos, historiadores, artistas y periodistas quiere que sea un aniversario de reivindicación pública a “Tata Dios”, a quien creen absolutamente inocente.
Tan convencidos están de que el curandero fue incriminado para tapar otra historia más pesada que en noviembre de 2020 fundaron el Frente Cultural Gerónimo Solané.
“La Solané”, como se llaman con cierto humor los integrantes del frente, tiene planeado todo un calendario de desagravios, desde un concurso de retratos de “Tata Dios” hasta ponerle su nombre a un camino que cruza la propiedad de uno de los estancieros más antiguos y poderosos de la zona.
El poncho de Solané, otra pieza en el recuerdo del Museo Histórico “Fuerte Independencia”.
“Tata Dios, inocente” y “Fueron 37” son dos de los eslóganes a los que cada vez más tandilenses se suman. El último hace referencia a los 36 muertos de la masacre de 1872 y a Solané como la víctima 37, invisibilizada por los libros de Historia.
La teoría mas extendida es que la masacre fue fogoneada por terratenientes que le debían mucho dinero a Juan Chapar. Usando el odio a los extranjeros que estaban copando la zona lograron que se formara una horda de 50 gauchos que degollaron a cuanto gringo se les cruzó, pero sobre todo a los Chapar.
Un punto a favor de “La Solané”: del almacén del vasco, los gauchos sólo se llevaron su libro contable donde Chapar anotaba todos los préstamos que daba.
Una gráfica de la matanza, entre tantos otros elementos que recuerdan el hecho en el Museo Histórico “Fuerte Independencia”.
Guido Rapallini, historiador y alma mater del grupo cultural es uno de los mas entusiastas defensores de “Tata Dios”: durante años investigó la historia de la masacre y, como él mismo reconoce, le secó la paciencia tanto a sus amigos que terminaron entusiasmándose también y acompañándolo en la formación y actividades del Frente Cultural Gerónimo Solané.
Rapallini le contó a Clarín cómo arrancó todo: “La Solané” nació de un grupo de amigos con los que jugamos al fútbol desde 2014. El grupo tiene un perfil especial: seis historiadores, seis artistas plásticos, dos músicos y el resto un mix de psicopedagogos , artesanos y empleados de comercio”, explica entusiasmado.
Por estos días, con sus compañeros, están abocados a tratar de que la Municipalidad de Tandil autorice lo de la calle con el nombre de Gerónimo Solané.
Una masacre de aquellas
Sobre la masacre de Tandil se escribieron bastantes libros y sobre uno de los últimos Clarín publicó una nota en septiembre de 2018. El título: “Un Charles Manson del Siglo XIX en Tandil. A caballo y degollando, crónica de una matanza argentina“.
¿Fue un titulo exagerado? No. Basta repasar cómo fue el recorrido de crímenes y su motivación, según declararon los gauchos que fueron detenidos luego de los asesinatos.
“La Solané” se formó con la intención de revisar aquella historia y reivindicar al curandero.
Estos sostuvieron que, en diciembre de 1871, el principal colaborador de Solané, Jacinto Pérez, los reunió y les planteó un futuro apocalíptico: el Juicio Final estaba llegando, Tandil quedaría bajo el agua de un diluvio bíblico y el pueblo solo renacería para los argentinos. Solo había que matar a los gringos y masones.
Cerca de las tres de la mañana del 1° de enero de 1872, los gauchos entraron a Tandil, fueron al Juzgado de Paz y robaron sables. De allí fueron a la plaza principal (por entonces había 1.500 habitantes) y degollaron a su primera víctima: Santiago Imberti, un organillero italiano que vivía en la plaza.
Al segundo objetivo lo encontraron a unas 20 cuadras de allí. A orillas del Rio Tandil degollaron a nueve vascos que iban en dos carretas y en su paso mataron a la peonada de la estancia Thompson. La última parada fue en De la Canal, donde tomaron el almacén y hospedaje de Juan Chapar. Entre sus familiares, empleados y huéspedes fueron asesinadas 18 personas.
En noviembre de 2020 fundaron el Frente Cultural Gerónimo Solané.
La noticia de la horda asesina llego rápido y el pueblo se organizó para atraparlos. Los encontraron en el campo de los Santamarina: mataron a 11, detuvieron a 20 y otros tantos lograron escapar. A Solané lo fueron a buscar a su rancho y lo asesinaron antes de que declarara. Algunos creen que lo mataron para que no hablara de los instigadores y marcara a hacendados locales.
En el juicio fueron condenados a muerte tres gauchos: Cruz Gutiérrez, Esteban Lasarte y Juan Villalba. Este último murió en la cárcel antes de ser ejecutado y los otros dos fueron fusilados el 13 de septiembre de 1872.
Lasarte pidió como último deseo no ser tocado, ni vivo ni muerto, por ningún gringo (inmigrantes europeos, en este caso en su mayoría eran italianos), y Gutiérrez murió gritando “¡Viva la Patria!”.
EMJ
Fuente Clarin