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Como si el terremoto de 7,2 grados de Haití, una tormenta tropical y la pandemia de coronavirus no fueran suficientes, el temblor dañó la única planta de oxígeno medicinal del sur del país.
El edificio que albergaba las máquinas concentradoras de oxígeno de las que dependía la región se derrumbó parcialmente y las máquinas quedaron volcadas de lado. La empresa Etheuss está dirigida por una familia famosa por su fábrica de aceites de perfume de vetiver en la ciudad de Les Cayes, una de las zonas más afectadas por el terremoto del sábado.
“Estamos tratando de que la producción de oxígeno vuelva a funcionar. Es nuestra responsabilidad, porque mucha gente depende de ello”, dijo el jueves Kurtch Jeune, uno de los hermanos que dirigen la planta, mientras mostraba a los periodistas los edificios dañados y llenos de escombros.
Las máquinas de la planta quedaron tiradas. Foto: AP
El terremoto dejó inclinadas las columnas de hormigón y el techo de las instalaciones, y los escombros de los bloques de cemento golpearon los tanques, el sistema eléctrico y la delicada red de tubos de cobre que alimenta las vitales plantas de oxígeno.
“Los generadores de oxígeno están patas arriba“, dijo Jeune. “Recibimos una promesa de ayuda del departamento de obras públicas para sacar los escombros con excavadoras”.
Jeune señaló que, aparte de dos plantas de oxígeno médico de la capital, Puerto Príncipe, su fábrica era la única que prestaba servicio a los hospitales locales. Jeune sostiene que, con el avance de la pandemia de COVID-19, la demanda de oxígeno aumentó un 200% en el último mes.
“Tenemos capacidad para suministrar 40 tubos de oxígeno por día”, afirma Jeune. “Abastecemos a varios hospitales”.
El potente terremoto que sacudió la península sudoccidental de Haití causó al menos 2.189 muertos y 12.268 heridos, según las cifras oficiales. Se estima que más de 300 personas siguen desaparecidas, dijo Serge Chery, jefe de defensa civil de la Provincia del Sur, que incluye la pequeña ciudad portuaria de Les Cayes.
Más de 100.000 viviendas resultaron dañadas o destruidas, dejando a unas 30.000 familias sin techo, según los cálculos oficiales. Los hospitales, las escuelas, las oficinas y las iglesias también quedaron demolidos o sufrieron graves daños.
Al terremoto siguió una tormenta tropical que trajo intensas lluvias y fuertes vientos a comienzos de la semana.
La planta de oxígeno parcialmente derrumbada. Foto: AP
Los suministros privados de ayuda y los envíos del gobierno de Estados Unidos y otros países empezaron a llegar más rápido a Haití el jueves, pero la pobreza estructural del país caribeño, la inseguridad y la falta de infraestructuras básicas siguen planteando enormes dificultades para hacer llegar alimentos y atención médica urgente a todos los que los necesitan.
Secuestran médicos
Para agravar los problemas, un importante hospital de Puerto Príncipe, al que fueron enviados muchos de los heridos, cerró durante dos días a partir del jueves para protestar por el secuestro de dos médicos, entre ellos uno de los pocos cirujanos ortopedistas del país.
Los secuestros asestaron un golpe a los intentos de controlar la violencia criminal que amenaza los esfuerzos de respuesta al desastre en la capital.
Una mujer duerme a la intemperie, tras el terremoto. Foto: AP
Además, un grupo de 18 voluntarios colombianos de búsqueda y rescate tuvo que ser escoltado fuera de la ciudad de Jeremie, afectada por el terremoto, bajo protección policial, después de que circulara el falso rumor de que habían participado en el asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio.
El miércoles a la noche, los trabajadores se refugiaron en una oficina de defensa civil y la policía los escoltó hasta el aeropuerto el jueves.
Se sospecha que el asesinato de Moïse, aún sin resolver, fue cometido por un grupo de mercenarios colombianos. Pese a lo sucedido a los socorristas colombianos, Haití recibe con agradecimiento a “todos los que vienen a traer ayuda”, dijo Jerry Chandler, jefe de la Agencia Nacional de Protección Civil.
Las instalaciones sanitarias de la nación más pobre del hemisferio occidental ya estaban en un punto crítico antes del terremoto debido a la pandemia. Este país de 11 millones de habitantes ha registrado 20.556 casos y 576 muertes por COVID-19, según la Universidad Johns Hopkins.
Las instalaciones sanitarias de la nación más pobre del hemisferio occidental ya estaban en un punto crítico antes del terremoto. Foto: AP
Haití recibió su primer lote de vacunas contra el coronavirus, donadas por Estados Unidos, sólo el mes pasado a través del programa de Naciones Unidas para países de bajos ingresos.
El resto de la fábrica de Jeune, que produce un aceite esencial utilizado en perfumes finos, también sufrió graves daños.
La empresa familiar procesa fardos de raíces fibrosas extraídas de la planta de vetiver para producir más de la mitad del aceite de vetiver del mundo.
El aceite de vetiver también se utiliza en cosmética, jabones y aromaterapia. Se calcula que genera ingresos de 12 millones de dólares anuales y da empleo a entre 15.000 y 60.000 agricultores.
Los daños en la fábrica amenazan la ya frágil economía rural de Haití, castigada por la sequía, la erosión del suelo y las tormentas tropicales.
Haití produce más de 70 toneladas de aceite de vetiver por año, superando a Indonesia, China, India, Brasil y la vecina República Dominicana. Es uno de los principales productos de exportación del país, en tanto se cosechan anualmente hasta 10.000 hectáreas.
Pero más del 60% de la cosecha aún proviene de productores particulares, muchos de los cuales tienen dificultades económicas, según Gabriel Gelin, portavoz del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Haití.
Marks Stevenson y Evens Sanon, Associated Press
Traducción: Elisa Carnelli
ap
Fuente Clarin
