La división de trata de personas de la policía federal argentina, por orden del juzgado federal nº2 de morón, a cargo de Jorge Rodríguez; allanó por segunda vez el predio de la organización Abba Krishna, donde se encuentra su templo, situado en el área 20 de junio, una zona de campos de la matanza en el límite con Merlo. En los operativos, encontraron armamento, municiones y trajes bacteriológicos, que su líder detenido, vendía a 8 mil dólares la unidad.
La secta Abba Krishna contaba con al menos diez armas, entre ellas escopetas Itakas, pistolas y fusiles de distintos calibres, además de cientos de municiones, que fueron encontradas en un altillo en la casa personal del líder, sospechoso de la organización, acusados de estafas, de esclavizar a sus fieles, abusos sexuales y trata de personas, donde un testigo de identidad reservada dio inicio al caso. Los acusaron de convertir en esclavos a sus fieles, de alejarlos de sus familias y de despojarlos de sus bienes.
La organización religiosa funcionaba, al menos, desde 2017. El dios hindú Krishna era el centro de su culto, con cantos de mantras, cantos congregacionales y charlas sobre filosofía espiritual y religión que incluían en sus programas de prédica para los domingos. Una gran imagen de Krishna, de casi un metro y medio de alto, estaba emplazada en el centro del templo, donde los fieles bailaban y cantaban. Luego, salían en procesiones barriales.
Al líder de Abba Krishna lo describen como movedizo, hábil para hablar. Tomó la estética ceremonial y la simbología para captar a sus propios fieles y generar su propia organización. Así, en poco tiempo logró llamarse a sí mismo “maestro”.
Según fuentes policiales, esos fieles eran hombres y mujeres vulnerables, con posibles problemas psicológicos y situaciones familiares inestables, que se volvían conflictivos en otros cultos Krishna en Capital y el Conurbano, como la primera denunciante que dio inicio a la investigación contra Aldo y su grupo.