Más que para otros directores, Corman fue esencial en la carrera de Bogdanovich no sólo porque con él hizo de todo, aprovechando al máximo los reducidos equipos técnicos cormanianos como factor de aprendizaje: siendo asistente de dirección en “The Wild Angels” terminó con un par de costillas rotas al tratar de ordenar la horda de motoqueros reales que actuaban en el film junto a Peter Fonda y Nancy Sinatra. Corman lo dejó dirigir una de sus producciones pero con condición imposible: tenía que incluir a Boris Karloff, que le debía unos días por haber caído enfermo en el rodaje de la comedia sobre Poe “El cuervo”. Asi surgió una de las operas primas más gloriosas de la historia del cine “Targets” (“Míralos morir”, 1968) en la que un francotirador psicópata ubicaba su rífle detrás de la pantalla del autocine donde se estrenaba una película de Karloff, logrando la paradoja que fuera el monstruo quien detenía al villano.
Desde luego, la obra maestra de Bogdanovich vino después con la brillante “The Last Picture Show” (“La ultima película, 1971) melancólica visión del viejo Hollywood que impuso la moda de volver a filmar en blanco y negro. La película fue ovacionada por la critica mundial y logro 8 nominaciones al Oscar, dos de las cuales eran para el propio Bogdanovich, que simultáneamente llegó a las páginas escandalosas de asuntos del corazón al abandonar a su esposa y socia, Polly Platt, por la protagonsita del film, Cybill Shepherd.
En los años siguientes rodó otros dos grandes film, tanto éxitos de critica como de taquilla: una fue la comedia de homenaje a Howard Hawks “What’s up Doc” (“¿Qué pasa, doctor?”, 1972) con los enredos alocados de Barbra Streisand y Ryan O’Neal recaudando tanto como “El padrino” y “La aventura del Poseidón” y la posterior comedia dramática policial “Paper Moon” (“Luna de papel, 1973) también regresando al blanco y negro con Ryan O’Neal y su hija de 9 años, Tatum (que se ganó el Oscar) como una dupla de padre e hija estafadores en la era de la Depresión. Para muchos esta es su mejor película, y no por nada influyó a Fabian Bielinsky para “9 Reinas”, al punto de que uno de los “cuentos” de los estafadores está prácticamente calcado.
Bogdanovich había entrevistado a Fritz Lang, quien aseguraba que el director jamás debía salir con su protagonista, pero no le hizo caso, y así su indulgente oda a Cybill Shepherd “Daisy Miller” fue un fracaso a todo nivel que casi acaba con su carrera. Pero el director, ya separado de su estrella se fue reponiendo en excelentes películas como el sórdido policial con Ben Gazzara “Saint Jack” (1979), censurado en la Argentina de la dictadura, e incluso llegó a estar de nuevo en plena forma en la sólida comedia “They all laughed” (“Nuestros amores tramposos”, 1981), que marcaba el debut de la conejita de Playboy Dorothy Stratten, otro gran amor del cineasta. Sólo que aquí lo golpeó la tragedia cuando el ex de la playmate la asesinó brutalmente en lo que fue uno de los mas sonados casos policiales de la era (fue filmado por Bob Fosse en “Star 80”). Dicen que Bogdanovich, que extrañamente luego se casó con la hermana menor de la difunta, Louise, nunca volvió a ser el mismo después de ese trágico episodio
Peter Bogdanovich, nacido en Nueva York de una familia que había huido del nazismo, nunca dejo de filmar, e inclusive se convirtió junto a Scorsese en uno de los máximos defensores de la restauración de films clásicos. En 2016 nos visitó en el marco del Bafici. Y además de en “Los Soprano”, también actuó a las órdenes de su admirador Quentin Tarantino como un DJ en las dos partes de “Kill Bill”.