Por Dante Romanoff .Especial Total News Agency-TNA-
En psicología, existen cinco etapas para aceptar cualquier tipo de suceso, pero esto no funciona con los rusos. Sin riesgo a exagerar podemos decir que, si Putin se come a un niño en vivo, sus fans van a corear: “¡Esto es Photoshop! ¡Es un vídeo editado por la televisión americana!” Si después de eso Putin en persona reúne a la gente, asesina al niño y se lo come vivo, dirán entonces: “¡Seguro que es una broma! No es un niño, es un pastel”. Pero si, finalmente, les muestra la carne del pequeño diciendo: “realmente era un niño y ahora me lo estoy comiendo”. En este caso expresarán: “¡Bien hecho! ¡Un verdadero hombre! Quería devorarse al niño, y lo hizo. Aquí está nuestro presidente. No le tiene miedo a nadie. Él hace lo que quiere. ¡Si él no lo hubiera hecho, seguro que lo habrían hecho los soldados de la OTAN!”. ¿Sí? Es decir, la cosmovisión, sobrealimenta, cerca, reformatea, asimila los eventos circundantes bajo ciertos patrones.
No lo voy a negar, tengo una actitud negativa hacia todo lo relacionado con Vladimir Vladimirovich. Solo un idiota podría tener una actitud positiva. ¿Creo que el problema es Putin y que debemos combatirlo? ¡No! En la existencia de Vladimir Vladimirovich, en la forma en que se manifiesta el “príncipe oscuro” que amenaza a la mitad del mundo: los rusos tienen la culpa. En este caso, los rusos que viven mal… Analicemos el caso del Kursk. El presidente del país, en el aire durante un programa internacional es interrogado sobre esta terrible tragedia: – “¿Qué sucedió con el submarino Kursk?”, a lo que el mandatario responde con una sonrisa tonta: “Se hundió”. Cuando 1.000 niños fueron tomados como rehenes en una escuela en Beslán, expresó: “Yo no negocio con terroristas”. Cualquier persona normal, cualquier sociedad civil normal en 15 minutos estaría de pie con una horca en la Plaza Roja y exigiría respuestas claras a su líder. De lo contrario, ¡es lo que te mereces! Es decir, lo avalaron una primera, lo avalaron una segunda, y lo volvieron a hacer una tercera vez, avalaron el enroque con Medvedev, avalaron una guerra, una segunda, la pérdida de calidad de vida, simplemente eso es todo.
La impunidad crea monstruos. La impunidades la elección de los que no hacen nada.
Recientemente, un suscriptor me envió un video: un hombre de 60 años reclama su salario. Por el contexto del video, se puede apreciar que el empleador entiende que le debe su salario. Todo está claro… pero el empleador trata de evadirse, diciéndole: “No tengo dinero”. Entonces, el empleado, dice: “Ya es suficiente ¿por qué te burlas de mí? ¡Dame mi salario! ¡Me estás volviendo loco!” Mientras tanto, el jefe y los que lo rodean: “¡ji, ji!”, “¡ja, ja!”, “Tu sueldo no está, perdónanos hombre”. El video tiene una duración de dos minutos. El empleado no soporta la situación, se levanta, cierra la puerta, saca un arma, y apunta a los que se reían de él. Entonces, éstos comienzan a suplicarle: “¡No-no-no, toma tu dinero!”. Eso es todo, ¿se comprendió? La culpa no es del empleador. La culpa es de cada trabajador anterior que calladamente soportó el mismo trato denigrante. El hecho de que nadie se hubiera quejado antes o realizado cualquier tipo de acción conveniente, acabó con la necesidad de que alguien tuviera que recurrir a un arma. ¿Se dan cuenta? ¡Este es el verdadero problema! En este sentido, seré absolutamente honesto: en 2022 en el siglo XXI, si tienes acceso a Internet, un techo sobre tu cabeza y comida, ¡si tienes una mala calidad de vida es 100% tu elección! Es desde el punto de vista de la responsabilidad personal que quiero volver al ejemplo de Vladimir Vladimirovich.
Pensemos en un momento en el supuesto que Putin sufriera un infarto, un derrame cerebral, fuera asesinado con una granada, o simplemente se levantara una mañana y desapareciera. ¡No cambiaría absolutamente nada! Porque Vladimir Putin es un producto del inconsciente colectivo de los rusos. La tarea es cambiar los valores de las personas, que los ciudadanos deseen y exijan una vida digna, una buena educación, impuestos racionales, una sociedad civil responsable que impida los recortes presupuestarios, que denuncie las míseras pensiones de los abuelos y la carencia de medicina para los niños, en esta dirección se debe trabajar. Pero, mientras el pueblo ruso no aspire a vivir bien, comer saludable, gozar de una buena educación, tener una sociedad civil madura, buenas guarderías, diputados responsables, el poder controlar las acciones del gobierno: saber ser autónomo y todas estas bendiciones de la vida, esto no sucederá. Si se piensa, se podrá llegar a entender claramente. El único reclamo de la mayoría de los rusos ante el gobierno actual y la presente situación del país es el aumento de los productos comestibles en las góndolas. Eso es todo. En consecuencia, cuando los precios de los alimentos se equilibren, desaparecerá cualquier intento de reclamo. Todos estarán satisfechos. ¿Sí? Se puede llegar a apreciar cómo termina esto. No es Vladimir Putin quien conforma la identidad del país. Son las personas que crean a Vladimir Putin. Si es eliminado, volverán a crear otro. Por eso la única solución es trabajar con los valores y las aspiraciones del pueblo. Cuando las personas tengan valores alternativos y otra cosmovisión, entonces habrá esperanzas para pensar en una nueva sociedad rusa.