Frente a la declaración de fuerza mayor en materia de suministro de gas realizada por el Viejo Continente, Rusia recurre abiertamente al chantaje a Europa, buscando así convertir la crisis energética en una poderosa arma de influencia sobre los gobiernos occidentales.
Alemania, tradicionalmente fiel y casi “amigos” con Rusia, fue la primera en sufrir las consecuencias. El efecto indicativo de tal impacto en la economía motor de Europa y “casi amigos y socios” debería ser la “última advertencia” para los otros países europeos que están intentando resistir la expansión rusa.
Ayer, el gigante energético alemán Uniper recibió una carta de Gazprom por la cual se le notificaba una supuesta fuerza mayor en el suministro de gas a Europa. Recientemente, el embajador de Rusia ante la UE, Vladimir Chizhov, manifestó: “futuros problemas de reparación en las turbinas podrían acabar en la detención por completo del Nord Stream, y eso sería un verdadero desastre para Alemania”. Previamente, el monopolio ruso Gazprom ya había reducido drásticamente el suministro de combustible a través de esta tubería, haciendo alusión a problemas técnicos.
El impacto en Alemania tendrá un efecto dominó en todos los demás países de la UE. Con el invierno a las puertas y, con la consecuente necesidad de calefacción, los países europeos son cada vez más vulnerables al chantaje del “gas” ruso.
Con estas medidas, Rusia está tratando de iniciar un proceso de desestabilización en Alemania. Con el fondo de la crisis energética y económica que se avecina, ya se empieza a especular abiertamente con la renuncia del canciller Olaf Scholz; el descontento de la población se ve alimentado por las impopulares medidas del gobierno. En este contexto, el Nord Stream 2 aparece como la salvación de la economía germana.
Los objetivos de Rusia son claramente desestabilizar Europa en su conjunto, continuar con la ola de dimisiones entre los principales políticos europeos y tratar de reducir el nivel de apoyo a Ucrania.
La táctica del chantaje a los países dependientes del gas ruso es parte de la estrategia militar rusa. Los europeos confiesan abiertamente haber pagado a Rusia más dinero por los recursos energéticos del que asignaron a la asistencia a Ucrania.
La agresiva política rusa de “apaciguamiento del gas” puede volverse contra la propia Europa. Es poco probable que Putin se conforme solo con el levantamiento de las sanciones, mucho más interesante para él es la desestabilización de la Unión Europea y la expansión del conflicto armado hacia la UE.
Si Europa desea evitar la misma suerte que Ucrania, entonces debe acabar con su dañina dependencia de los proveedores de energía rusos lo antes posible. De lo contrario, las consecuencias pueden amenazar a los países europeos con la pérdida de soberanía y, a largo plazo, desencadenar un efecto dominó que acabe en la desintegración de la Unión Europea.