Por Jaime Rosemberg
El exfuncionario reconoce que “puede haber dudas en los inversores” aunque afirma que Massa “se está viendo con la gente que debe verse”; críticas a Maduro y “comprensión” con el Gobierno
“El idioma castellano me ha ayudado mucho en mi carrera”, dice Dan Restrepo con una sonrisa mientras se acomoda en un sillón de la antigua sede de la Sociedad Rural Argentina. Con su dominio del lenguaje político, el exasesor de Barack Obama, hijo de colombianos y españoles, parece comprender bien las “razones” del gobierno argentino en su “cercanía” con países como Venezuela y Cuba, aunque relativiza la influencia de Rusia y China en el país. “Nos extrañó lo que declaró Fernández, pero Rusia no tiene la capacidad de pasar por la puerta que ofreció el Presidente en este momento”, asegura Restrepo, que llegó al país invitado por la Cámara Argentina de la Construcción.
Restrepo reconoce que la Argentina “despierta dudas” en los inversores externos más allá del viaje de Sergio Massa, y también advierte que “hay razones para sospechar e investigar” el avión de Emtrasur retenido en Ezeiza.
–El embajador Marc Stanley dijo que a Estados Unidos no le gustan algunos amigos de Argentina, pero que querían preservar el vínculo. ¿Entienden las razones del Gobierno?
–Sí, se entiende. Y parte del valor de la relación entre los Estados Unidos y el gobierno argentino son precisamente estas amistades que tienen. La interlocución que tiene el gobierno argentino no lo tienen otros de la región, con países complicados sobre los que Estados Unidos tiene una profunda preocupación: regímenes que afectan los intereses estadounidenses. Tener un socio con la capacidad de tener relación sirve a esos intereses.
-¿Entonces lo considera un aliado en la región?
–Aliado tiene cierto valor técnico, pero sí un socio importante.
–¿Influye el descongelamiento de la relación Estados Unidos-Venezuela para que esos vínculos sean más armónicos?
–La preocupación sobre Venezuela, que el régimen no respeta las normas básicas de la democracia, sigue vigente y no ha cambiado. En una relación puedes hacer dos cosas, eso no es tan novedoso [se ríe]: todos compramos petróleo de países que no son muy democráticos. Se sobreinterpreta lo que se ha hecho con Venezuela: lo que hubo es una coyuntura muy particular por la invasión rusa a Ucrania y el choque en los mercados energéticos. También ver que el aliado principal de Venezuela, Rusia, está cada vez más aislado y menos poderoso, porque la invasión a Ucrania le salió mal a Putin. Se trató que el régimen de Maduro volviera a la mesa de negociación con la oposición (Juan Guaidó y compañía) y los temas energéticos, no mucho más.
-El Presidente le ofreció a Putin ser la puerta de entrada a América Latina antes de la invasión. ¿Cómo se vio eso en Estados Unidos?
–La verdad extrañó, no se entendió por qué y para qué dijo eso. Hay una distancia, de todos modos, entre lo dicho y lo hecho, y los que manejan la política internacional de modo sensato se fijan en eso. En los hechos, no veo una puerta abierta real para Putin aquí. Los rusos no tienen la capacidad de pasar por esa puerta en este momento, tienen problemas gigantescos. Todos preguntamos por qué lo dijo, pero mejor nos enfocamos en los hechos más que en los dichos.
–Obama coincidió con gobiernos kirchneristas y de Cambiemos. ¿Nota diferencias en el relacionamiento?
–Si miramos atrás, hay vaivenes distintos. Obviamente en la relación Macri-Obama había más fluidez que en la de Obama con Cristina; Trump no tenía fluidez con ninguno [se ríe], y la de hoy entre Biden y Fernández… les va bien.
–¿Y el coronavirus es la razón por la que Fernández no tuvo su bilateral con Biden, o hay algo más?
–Esa fue la razón, ahora están viendo, y en septiembre nadie ve a un presidente de Estados Unidos, porque todo el mundo viene a Naciones Unidas y pide también pasar por Washington. La norma básica es decir que nadie ve al Presidente en ese mes. Si ves a uno tienes que ver a todos, y en general todos quieren el prestigio de estar en la Casa Blanca. No veo cortocircuitos en ese vínculo.
–¿Cómo se ve la visita del ministro Sergio Massa a Estados Unidos?
–Creo que esto nos indica que no hay cortocircuito en la relación. Massa tiene una agenda, se está viendo con gente donde realmente se hacen cosas, eso subraya la fluidez de la relación, aún con el ruido político que hay aquí, como todo el mundo lo puede ver. Hay buena relación entre gobiernos, hay buena expectativa, tiene la interlocución adecuada y correcta para hacer cosas.
–Llegó al país luego del atentado contra la vicepresidenta.
–Obviamente es muy fuerte y preocupante, en el marco doméstico y también porque estamos viviendo una época muy tensionada en todas partes. La posibilidad de una violencia política de esa naturaleza preocupa en cualquier contexto, y más en democracias.
–Se venía dando una escalada de violencia, grieta, antagonismos…
–Mira, lamentablemente la Argentina está muy bien acompañada en ese rubro, ocurre en muchas partes. Desde Washington se ve como caso número uno a Brasil, donde el presidente aparentemente no quiere respetar el proceso democrático. Hay muchos otros ejemplos. También lo tenemos en casa [se ríe].
–¿A Estados Unidos le preocupa la creciente influencia de China en Argentina y la región?
–Para mí, es un llamado para que Estados Unidos tenga que hacer más, competir más. No podemos competir diciéndole a los gobiernos que no pueden hacer esto o lo otro con China, porque entonces te preguntarán con quién lo pueden hacer. Nuestra respuesta no ha sido la mejor hasta la fecha. China puede controlar su economía, el sector privado no es tan privado. Estados Unidos no lo controla, por eso tiene que hacer más.
–¿Y no hay reparos hacia el no respeto a los derechos individuales en los países que comercian con China?
–Los chinos prometen muchísimo y cumplen solo en parte. Si miramos los últimos quince años hubo más anuncios que hechos concretos. Donde sí han hecho, la experiencia no ha sido la mejor, son socios complejos. La gran inversión china ha sido un fracaso total, la que hicieron en Venezuela.
–El avión de Emtrasur sigue detenido. ¿Está secuestrado, como dice Maduro?
–Maduro no debe hablar de los secuestros [se ríe]. Es un proceso, puede demorar tiempo, no es inusual en ese sentido, en los pleitos entre Argentina y los fondos habían propiedades que se querían reclamar, y esas cosas llevan tiempo.
–¿Hay sospechas de que la tripulación esté vinculada a actividades terroristas?
–Hay razones para tener curiosidad profunda. No manejo los detalles, pero lo que se ve da para preguntar e investigar.
–¿La Argentina es un socio confiable, entonces, con los vaivenes económicos y la retórica antinorteamericana que hay aquí?
–En gran medida, sí lo es, aunque puede haber dudas. La historia reciente tiene muchos vaivenes, y eso afecta al inversor estadounidense, que mira números y dice ‘hay momentos en que es buen negocio estar aquí, y otros que no’. Saber entender cuándo estar, cuesta. El discurso antinorteamericano incomoda, puede alimentar discursos internos, pero a fin de cuentas si se gobierna de manera sensata te fijas más en los hechos que en los dichos. Todos tenemos política doméstica y reconocemos esas necesidades internas.
Fuente La Nación