Por Matías Moreno
Antes y después del ataque a la vicepresidenta hubo intermediarios que buscaron generar un gesto entre ambos, que finalmente se frustró; las condiciones que pone el líder de Pro
eses antes de que Fernando Sabag Montiel gatillara su pistola Bersa 32 a centímetros de la cabeza de la vicepresidenta frente a la puerta de su vivienda en Recoleta, un episodio que podría ser la llave para estimular un eventual diálogo entre el oficialismo y la oposición, ya se había tendido un puente entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
Corrían los primeros días de julio. En ese entonces, el senador nacional José Torello, amigo íntimo del fundador de Pro, ingresó al despacho de la Presidencia del Senado, ubicado en el primer piso del Palacio Legislativo. El encuentro entre el exjefe de asesores de Macri y Cristina Kirchner, que reveló anteanoche Carlos Pagni en Odisea Argentina, que se emite por La Nación +, fue escueto y “protocolar”, y transcurrió en un clima de “respeto”.
Después de que asumiera su banca en reemplazo de Esteban Bullrich, que renunció a su banca para enfrentar la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), Torello quería reunirse con la vicepresidenta para “conocerla y saludarla”. Un acto “protocolar”. Y el peronista Adolfo Rodríguez Saá (Frente Unidad Justicialista-San Luis) lo ayudó a gestionar la audiencia. Usualmente, el puntano intenta persuadir a los senadores de Pro y la UCR sobre la necesidad de bajar el nivel de crispación y lograr una mayor articulación. “No se habló de Macri ni de ningún acuerdo, sino sobre temas generales y personales. Fue muy agradable”, grafican fuentes de Pro al tanto del sorpresivo concilio. Macri y Torello conversaron sobre el encuentro poco después. El expresidente no lo avaló, pero tampoco lo cuestionó. Es más, quiso saber los pormenores de la charla. Cristina Kirchner sabía que Torrello le informaría a su amigo sobre el contacto.
A partir del intento de homicidio a la vicepresidenta, representantes del oficialismo y de la oposición especularon con la chance de armar una foto conjunta o generar una instancia de diálogo entre las figuras más antagónicas del escenario político: Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
El objetivo de promover un hipotético acercamiento entre los exmandatarios era enviar una señal de pacificación y preservar la convivencia democrática frente a la conmoción que provocó el episodio en todo el arco político. Imaginaban un gesto de concordia entre los expresidentes para frenar una espiral de polarización. Se llegó a evaluar en la Casa Rosada la noche del fallido atentado. Y lo pidieron públicamente varios dirigentes, desde Eduardo Duhalde hasta el radical Facundo Manes.
Sin embargo, pese al operativo que activó el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el emisario de Cristina Kirchner en el Gabinete de Alberto Fernández, para abrir un “canal de entendimiento” con referentes de Juntos por el Cambio, la idea fantasiosa de tender una línea de comunicación entre Macri y Cristina naufragó rápidamente. De hecho, no hubo gestiones formales hasta ahora para establecer una conexión entre ambos. Tampoco se activó el teléfono de Torello, apoderado nacional de Pro y exjefe de asesores de la Presidencia durante la gestión de Cambiemos.
“Macri no tiene intermediarios. Si quieren hablar con él, hay canales directos: le pueden escribir o llamarlo”, dicen allegados al co-fundador de Juntos por el Cambio, quien regresó la semana pasada al país tras una breve estadía en Ruanda y se recluyó en sus oficinas de Olivos, donde programó una serie de reuniones políticas. Hasta ayer no había previsto actividades públicas.
Condiciones y recelos
En el entorno de Macri aseguran que el expresidente no recibió ningún llamado o sondeo por parte de De Pedro o de colaboradores de la vicepresidenta durante los últimos días. “No intentaron hablar ni creemos que tengan intenciones. Si llaman, veremos qué hacemos. La responsabilidad es del Gobierno”, comentaron cerca del fundador de Pro.
Entre los dirigentes de confianza de Macri miran con extrema desconfianza la pretensión de la Casa Rosada y de La Cámpora de lanzar una convocatoria a la oposición, después de que Fernández y los máximos referentes del kirchnerismo -incluso De Pedro- acusaran a los medios, la Justicia y jefes opositores de haber sido los instigadores del atentado fallido contra Cristina Kirchner. Advierten que Macri, en caso de que el Gobierno impulsara formalmente un eventual llamamiento para “reencausar la convivencia democrática” tras el intento de magnicidio, pondría condiciones para habilitar un diálogo. En primer lugar, anticipan varios leales a Macri, el exjefe del Estado no se prestaría a “una foto” para escenificar un mensaje de concordia. Antes de aceptar cualquier aproximación, quiere saber cuál es la agenda de temas vinculados a la situación económica y social que pretende discutir el oficialismo. “Sobre la Justicia no hay nada que hablar”, desliza uno de los integrantes del círculo de confianza de Macri.
A su vez, Macri considera que el ámbito para que exista ese eventual debate entre el kirchnerismo y la oposición es el Congreso, una postura que unifica a la heterogénea mesa de conducción de JxC.
Entre quienes frecuentan al líder de Pro dejan trascender las dudas que le provoca al exmandatario el supuesto intento del oficialismo de impulsar una convocatoria al diálogo. Es que el accionar ambivalente de la Casa Rosada profundizó las sospechas en el macrismo de que Juntos por el Cambio se enfrenta a una trampa.
“No hay nada concreto. Ellos hacen y deshacen. La oposición no se presta a este juego”, señalan cerca de Macri sobre la pretensión de De Pedro de abogar por la pacificación después de que el Presidente y otras figuras del Frente de Todos apuntaran contra Patricia Bullrich, titular de Pro, la prensa o los jueces por los “discursos del odio”. Macri había sido uno de los primeros dirigentes de peso en condenar el intento de atentado, un gesto que fue elogiado por sectores del peronismo. Esa noche también hubo diálogos en reserva: el jefe de la UCR, Gerardo Morales, le hizo llegar un mensaje a la vicepresidenta y el senador nacional Martín Lousteau se comunicó con Máximo Kirchner. También se solidarizó María Migliore, ministra de Horacio Rodríguez Larreta, a través de Andrés “el Cuervo” Larroque, uno de los jefes de La Cámpora y funcionario de Axel Kicillof.
Mensajes y gestiones frustradas
Como la mayoría de los referentes de JxC, Macri fue convocado para participar de “la misa por la paz” que organizó en la Basílica de Luján el sábado pasado el oficialismo. El intendente de Luján, Leonardo Boto, le hizo llegar la invitación a sus asistentes. Pero Macri y el resto de los jerarcas opositores decidieron no participar por el tono partidario que le imprimió el Gobierno. Ayer, tras la polémica y el malestar de la Iglesia, el camporista Larroque admitió que “quizá la convocatoria fue precipitada”.
Macri también recibió en su celular un mensaje de Whatsapp del diputado nacional Eduardo Valdés, un dirigente del PJ cercano a Fernández, como consignó el domingo el diario Clarín. En ese texto Valdés se solidarizaba con Macri por las amenazas de muerte que recibió el expresidente -su custodia radicó la semana pasada una denuncia en los tribunales de Comodoro Py-. Horas antes, había difundido un tuit en el que empleó el mismo tono. “Ojalá que nos animemos a escucharnos y a parar este momento de violencia. Derribemos muros, construyamos puentes”, le dijo el diputado kirchnerista al expresidente. Macri no respondió ni le devolvió el llamado, según precisaron desde su entorno. Pocas horas después de que Valdés enviara ese mensaje, Fernández repudió las amenazas que recibió a Macri a través de su cuenta de Twitter.
Frente a la falta de respuesta de Macri, Valdés le escribió a Bullrich, a quien De Pedro marginó hasta ahora de su ronda de consultas con opositores. Le pidió a la exministra que le hiciera llegar su mensaje al líder de Pro. Bullrich se comprometió a hacerlo. “Todo sirve, independientemente de si te atienden o no el teléfono”, reflexionó horas después el diputado del Frente de Todos. Antes de la misa en Luján, Valdés también se comunicó con los radicales Enrique “el Coti” Nosiglia. Federico Storani y Manes en un intento de reconstruir puentes entre el oficialismo y la oposición y bajar el nivel de confrontación. Buscó persuadirlos para que asistieran a la misa que organizó el oficialismo en Luján. “El camino es acercar, no separar”, comentó.
Fuente La Nación