Por Matías Moreno
El expresidente y el jefe de gobierno porteño chocan por el armado electoral del año próximo y las diversas visiones sobre el futuro de la coalición opositora
medida que se acerca la etapa de definiciones de candidaturas, Mauricio Macri alterna con cada vez más frecuencia entre sus dos trajes: competidor y mentor. Sus últimos movimientos son un botón de muestra de ese doble rol que desconcierta a Juntos por el Cambio. No solo volvió a caminar en “modo campaña” por la provincia Buenos Aires, epicentro de poder de Cristina Kirchner, un territorio que visita asiduamente para verificar su nivel de aceptación y rechazo en la sociedad, sino que brindó entrevistas en las que reivindicó sin tapujos el rumbo de su gestión nacional. Sin dejar entrever sus ambiciones electorales, apeló a un tono de consejero para examinar el debe y haber de los proyectos presidenciales de sus tres herederos en Pro. A la vez, profundizó su cruzada para delimitar el espectro ideológico del espacio opositor y alertar a sus aliados sobre los riesgos de apostar por un modelo de “populismo light”, según sus palabras. “El ‘para qué’ es más importante que nunca”, predica.
El domingo, horas antes de emprender un nuevo viaje al exterior -en su escala por Miami se paseó por las tribunas del Hard Rock Stadium, donde la selección argentina jugó un amistoso, junto a Gastón Gaudio y el empresario Alejandro Macfarlane-, Macri almorzó a solas en su casa con Horacio Rodríguez Larreta. A lo largo de esa conversación, el expresidente y el jefe porteño desmenuzaron las proyecciones económicas de Sergio Massa y evaluaron el impacto de que el Gobierno decida avanzar con la suspensión de las PASO. También hablaron de la interna y del rol de Patricia Bullrich, contrincante de Larreta. En esa cumbre no hubo definiciones: Larreta se fue de Acassuso conforme con la charla, pero sin la certeza de si Macri será candidato a presidente en 2023.
El juego ambiguo y el mayor protagonismo de Macri en la escena pública mantiene en vilo al jefe porteño. Ambos pulsean de forma subterránea desde hace meses por el liderazgo opositor y el futuro perfil de Juntos por el Cambio. “Quiere equilibrar la cancha y tener una mayor incidencia”, interpretan desde el búnker larretista. Por eso, especulan, Macri volvió a ubicar a María Eugenia Vidal en la grilla de presidenciables de Pro, se apresuró a bendecir la candidatura de Jorge Macri en la Ciudad o asiste a Bullrich en el armado de sus equipos.
Tensiones y sospechas
Las heridas que generó la discusión por el armado electoral del año pasado, cuando Larreta impuso a Vidal y Diego Santilli como candidatos, pese a la resistencia de Macri, aún no cicatrizaron. Tampoco los leales a Macri le perdonan a Larreta que haya corrido al expresidente del escenario en la campaña de 2021 y que varios integrantes de su entorno intentaron pasarlo al retiro de forma apresurada. Incluso recuerdan que el larretismo se despegaba de la figura de Macri en el conurbano para no perder competitividad las legislativas pasadas. “El problema para Horacio es que Mauricio revivió”, desliza uno de sus interlocutores habituales. Por caso, la tensión entre Macri y Larreta quedó a la vista como nunca, dicen fuentes del espacio, durante el último almuerzo de la plana mayor de Pro en Happening, cuando Bullrich discutió con el alcalde por el operativo de seguridad en Recoleta. Ese día Macri ensayó una postura imparcial.
La sucesión porteña también genera ruidos entre Macri y Larreta. En la cúspide de Pro sugieren que Macri desconfía del acuerdo entre Larreta y Martín Lousteau. En un sector del macrismo temen que el alcalde “descuide” la Ciudad, el bastión de Pro, con tal de fortalecer su proyecto presidencial. De hecho, frente a la ambigüedad de Larreta, Macri salió a marcar la cancha: bendijo a su primo, Jorge, como el candidato para suceder al alcalde. El sábado, el jefe porteño lanzó una contraofensiva sutil: volvió a mostrarse en una actividad con Lousteau. Hay un nexo entre Larreta y el senador radical que exacerba los recelos de Macri: el consultor Guillermo Seita. El expresidente tampoco digiere la amistad de Larreta con Massa.
¿Candidato o mentor?
Las especulaciones en torno al futuro político de Macri crecen a medida que se acerca la fecha límite que fijó para decidir sobre una posible candidatura: marzo o abril. Mientras prepara el lanzamiento de su nuevo libro, ¿Para qué?, para mediados de octubre, Macri dice que disfruta de su resurgimiento político y su reconexión con la sociedad. Siente que recuperó la centralidad. Por eso, dicen quienes lo conocen, no entiende a los socios, como Gerardo Morales o Facundo Manes, que lo atacan para posicionarse.
Él no se sube ni se baja de la pelea presidencial y envía señales ambiguas. Está claro que al mantener el misterio conserva la expectativa y capital político para negociar. En el círculo de confianza del expresidente repiten que Macri aún no definió si desea competir en 2023. “Siente que ganaría, pero la decisión de jugar o no pasa por una cuestión interna y el aspecto personal”, dice un integrante de la vieja guardia macrista. En su entorno se esfuerzan en aclarar que “no está especulando” y que su veredicto no depende de los números de las encuestas.
En sus últimas intervenciones públicas, Macri ratificó que no pretende mediar en la interna entre Larreta y Bullrich. Quiere mantener una posición ecuánime frente a lo que considera una “competencia natural”. Entre los suyos no descartan que, en caso de que decida no postularse, adopte un rol imparcial y se declare prescindente. Es lo que viene reclamando Bullrich: que Macri se ponga por encima y habilite una disputa “sin padrinos”. “Horacio está convencido de que Macri lo va a elegir a él. Eso no lo conviene a nadie y nos dividiría”, comentan cerca de Bullrich. La exministra también se vio con el expresidente en Acassuso tras el convulsionado almuerzo en la Costanera.
La interna
En el comando de campaña de Larreta hay diversas visiones sobre cuál sería el escenario más conveniente. Por un lado, están los que consideran que Macri no será candidato y que, pese a los tironeos y su relación de “amor-odio” con Larreta, se terminará inclinando por él porque le garantizaría mayor “previsibilidad” que Bullrich. “Es el que tiene plan y equipo. Mauricio sabe que Patricia es ingobernable”, desliza uno de sus estrategas. En paralelo, hay larretistas que se alistan para una disputa “inevitable” con Bullrich y advierten que la única forma de que el jefe porteño pueda asumir un mayor liderazgo sin romper formalmente con Macri es “ganarle” la interna a Bullrich. Es que en los últimos estudios de focus group percibieron que los consultados evalúan de forma negativa, tras el naufragio de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que un “delegado” esté al frente de un eventual gobierno opositor. “A Larreta no le sirve que Macri diga ‘Horacio es mi candidato’. Lo mejor a esta altura es ir a la interna y ganar”, puntualiza uno de los integrantes de la mesa chica del alcalde porteño. Incluso, Larreta deja correr desde hace meses la idea de que no declinará sus aspiraciones presidenciales si Macri opta por postularse.
Confiado en los números de las encuestas, donde aparece más competitivo por ahora que el exmandatario, sobre todo en el conurbano bonaerense, dice que lo enfrentaría en una interna. ¿En ese hipotético escenario exploraría una alianza con la UCR? En Uspallata hay quienes no lo descartan.
En el larretismo intentan descifrar a Macri. Uno de los principales laderos del alcalde cree que acumula capital para condicionar a su retador interno. Y que, si el exmandatario no mejora en las encuestas, buscará conservar su capacidad de influir y conseguir puestos de relevancia para los suyos en un eventual Gabinete. Otro de los colaboradores de Larreta relativiza las tensiones: “La relación es periódica y densa en el diálogo. Conversan y en los grandes temas están de acuerdo, con matices”, señala.
Diferencias
Entre tanto, Macri dice que está cómodo en el lugar de mentor y que busca “ayudar” a sus socios en Pro y Juntos por el Cambio aportando “claridad en las ideas”. De hecho, esta semana volvió a cuestionar el modelo dialoguista y acuerdista que propone Larreta (el “plan del 70%”) y alertó sobre el riesgo de que sus socios no tengan la “convicción y el coraje” para enfrentar a las “mafias corporativas” y “terminar con los privilegios”. El alcalde insiste en que su plan de reformas requiere un consenso más amplio y que la apuesta por la grieta y las posturas extremistas llevaron al país al fracaso.
A Macri le inquieta, sobre todo, que sus herederos descuiden la esencia de Pro a la hora de ampliar el espacio e incorporar peronistas o pequen de “populistas light”, ante lo que considera es un cambio de época en el país. Visualiza que la situación económica incuba un giro político y un fin de ciclo para el kirchnerismo. Para Macri, hay una “oportunidad” para avanzar con reformas de fondo y una política de shock porque nota una revalorización de las ideas liberales en la sociedad.
Por eso, comentan quienes lo conocen a Macri, al exmandatario le sorprende que desde el larretismo apuesten por su corrimiento en lugar de utilizar su experiencia. “Yo no soy Cristina. Fui a Marte, sobreviví y volví. Sé con qué te vas a encontrar. Entonces úsenme para que les cuente mi experiencia”, les dice a sus íntimos.
Fuente La Nación