Un coronel de la Guardia Revolucionaria y un basiji -miliciano islámico- murieron a tiros en la sureña ciudad iraní de Zahedan, capital de la provincia de Sistán Baluchistán, donde a finales de septiembre murieron 66 personas en choques con las fuerzas de seguridad.
Los dos miembros de las fuerzas de seguridad «se dirigían a sus casas tras finalizar su jornada laboral cuando desde un automóvil les dispararon con un fusil Kalashnikov» y los «asesinaron» en Zahedan, indicó la Guardia Revolucionaria en un comunicado.
“Se está investigando el ataque”, añadió el cuerpo militar de élite en un comunicado.
Al menos 66 personas murieron en Zahedan el 30 de septiembre en choques entre manifestantes y las fuerzas de seguridad, según Amnistía Internacional.
Según la versión del Gobierno, un «grupo de disidentes» atacó una comisaría tras el rezo de los viernes, con armas automáticas y cócteles molotov, y entre los fallecidos se encuentran tres miembros de la Guardia Revolucionaria, entre ellos el jefe de Inteligencia del cuerpo de élite de la provincia.
La región de Sistán y Baluchistán tiene una población mayoritariamente suní y en ella operan grupos extremistas de esa rama del islam contrarios al Gobierno chií de Teherán, así como bandas de contrabandistas y narcotraficantes.
Esos choques se produjeron en medio de las protestas desatadas por la muerte el 16 de septiembre de Mahsa Amini, tras ser detenida tres días antes por la Policía de la moral por llevar mal puesto el velo islámico, que están siendo duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad.
Las protestas están protagonizadas sobre todo por jóvenes y mujeres al grito de «¡Mujer, vida libertad!», lanzan consignas contra el Gobierno y queman velos, uno de los símbolos de la República Islámica y algo impensable no hace mucho.
Las universidades se han convertido en uno de los principales puntos de unas protestas que ha causado al menos 108 muertos, según la ONG Irán Human Rights, con base en Oslo. EFE
Fuente Aurora