Por Sabrina Martín
Brasil, Venezuela y Colombia son tres países vecinos que ahora además de compartir fronteras, también compartirán los mismos intereses.
La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil sella el inicio de una nueva era de la izquierda en Hispanoamérica, una en la que se le abre paso a peligrosas alianzas que podrían convertir a la región en territorio conjunto de corrupción y criminalidad.
Brasil, Venezuela y Colombia son tres países vecinos que ahora además de compartir fronteras, también compartirán mandatarios con los mismos intereses y hasta con el mismo pasado: Lula da Silva, el tirano Nicolás Maduro y Gustavo Petro son tres mandatarios con peligrosos antecedentes de guerrilla, violación de derechos humanos y corrupción.
¿Vía libre al narcotráfico?
Con la llegada a la Presidencia de Colombia ya Petro anunció una cruzada para acabar con lo que calificó como “la irracional guerra contra las drogas”. El mandatario ha asegurado que el modo de enfrentar el narcotráfico debe ser bajando el precio, regulando el consumo, y disponiendo de una “enorme cantidad de dinero” para prevenir y disminuir la demanda.
Las declaraciones de Petro sobre el tema son tan parecidas a lo expresado por Lula en su campaña, que hasta causa suspicacia por su similitud. El electo presidente brasileño ha afirmado que su país “necesita una nueva política de drogas, intersectorial y enfocada en la reducción de daños, la prevención, el tratamiento y la atención al usuario”.
A esta intención conjunta de aligerar la lucha contra el narcotráfico se suma un tercer preocupante factor: Nicolás Maduro ha convertido a Venezuela en refugio de criminales y en un gran “Hub logístico” para el narcotráfico internacional.
Ahora con Petro, Maduro y Lula en el poder, el acceso al mar Caribe y al Océano Atlántico podría convertirse en un puente marítimo que dé vía libre al tráfico de drogas.
Colombia es el mayor productor de coca y cocaína en el mundo, con Lula en la Presidencia, Brasil llegó a ser calificado como un “paraíso del narcotráfico”, mientras que Venezuela es hoy refugio de grupos criminales como el ELN, y decenas de cárteles de drogas; lo que hace pensar que el panorama es completamente desalentador.
¿Un territorio parecido al Medio Oriente?
Además del riesgo que corre la región ante la posibilidad de que aumente el narcotráfico, hay una amenaza mayor relacionada con el crimen organizado trasnacional y el avance en influencia de países como China, Rusia e Irán.
Con Petro, Lula y Maduro unidos, hay grandes posibilidades de que estas naciones se asienten aumentando su injerencia y, por ende, sus intereses.
China ha logrado acuerdos comerciales con países pequeños alcanzando que los mismos dependan de la nación asiática, y por otro lado Irán y su brazo armado “Hezboláh” han llegado a instalarse en países de la región convirtiéndose en grandes amenazas para la seguridad del mundo.
Joseph Humire, analista de seguridad hemisférica y director del Centro de Estudios para una Sociedad Libre y Segura ha afirmado que con una América Latina decayendo, la región podría llegar a parecerse al Medio Oriente.
“En Medio Oriente las principales amenazas son más el crimen organizado trasnacional, más drogas, el movimiento de terroristas internacionales como Hezboláh y la migración masiva que es una amenaza, porque se ha convertido en una forma de desestabilizar”, explica.
Con la región hispanoamericana teñida de rojo y liderada por la izquierda todo parece indicar que, en vez de intentar acabar con males como el narcotráfico y el crimen trasnacional, voltearán la mirada para dar paso a una nueva alianza con regímenes como el de Nicolás Maduro que ha evidenciado un historial de crímenes al punto de estar siendo investigado en la Corte Penal Internacional.
Fuente Gaceta