La barrera psicóloga se hizo pedazos. En un 2020 marcado por la pandemia, la crisis económica, la devaluación y el súper cepo al dólar, ni los videojuegos traen buenas noticias para los argentinos. Es que la última generación de consolas de entretenimiento, con PlayStation 5 y Xbox Series X como tanques, llegaron a nuestro país con precios de hasta 100 mil pesos. Sí, 100.000. Un antes y un después.
Pero sucede que además de los costos astronómicos de las consolas, los juegos serán verdaderos perforadores de billeteras: costarán, en promedio, más de 12 mil pesos en 2021.
A los vaivenes económicos que experimentó la economía argentina este año, con un dólar que en el mercado paralelo llegó a subir hasta un 90% y donde hubo más de 10 tipos de cambio, se le suma una decisión en la industria de los videojuegos que no se daba desde hace unos 15 años: subir el precio “base” de los juegos de 59.99 a 69.99 dólares. La tormenta perfecta.
Hacer una superproducción gamer hoy -un “Triple A”– tiene un costo de unos 100 millones de dólares de piso. Y este es el principal argumento de las desarrolladoras para incrementar el precio.
Este contexto no parece importar en Argentina, donde Sony agotó en nuestro país la primera y segunda preventa en cuestión de horas. Pero la mala noticia es que el gaming next-genserá un verdadero lujo de élite.
¿Por qué suben los precios? ¿Cómo impacta eso en Argentina? ¿Qué alternativas hay? ¿Conviene jugar en PS5 o en Xbox que tiene Game Pass, un sistema de suscripción con 100 juegos que cuesta en promedio 1500 pesos por mes? ¿Qué pasa con los precios en Nintendo Switch y PC?
Y sobre todo: ¿qué trae de novedoso esta nueva generación? ¿Vale la pena dar el salto?
DualSense, el nuevo control de PlayStation 5. Foto Sony
Si bien no hay una respuesta universal y cada jugador tiene gustos diferentes, entender qué está pasando en la industria y cómo traduce esto cada compañía -y, claro, la Argentina- puede ayudar a tomar una decisión mejor informada a la hora de comprar una nueva consola.
Sobre todo a pocos días de Navidad, fecha en la que muchos sueñan con una Play o Xbox debajo del arbolito, sin saber que eso parece casi una misión imposible para el Papá Noel de este año pandémico y de crisis económica argentina.
US$ 70 en Estados Unidos, entre $ 10 y 12 mil en Argentina
Demon’s Souls, uno de los títulos de lanzamiento de PS5, ya está 70 dólares. Foto PS Store
“Todos los que importamos juegos tenemos que traducir los precios al público y es muy complejo el panorama”, dice Adrián Gimondo, importador y vendedor de juegos en Hadriática (Colegiales, Ciudad de Buenos Aires), que diagnostica la difícil situación de ponerle el precio a un juego en el mercado local.
“Si tuviese que pensar qué va a pasar con Playstation subiendo su valor estándar de 60 a 70 dólares, creo que, de mantenerse las políticas regionales, se va a seguir traduciendo en un incremento proporcional”, agrega, advirtiendo que podrían pasar los 12 mil pesos.
Las políticas regionales a las que hace mención son clave en el impacto en los precios que pagamos por jugar: aunque Playstation tiene representación local, sus precios no están regionalizados.
Que un precio esté “regionalizado” implica, básicamente, que se adapta a la realidad económica del país donde se vende: es lo que pasa con Steam, la plataforma de juegos de PC, donde se pueden comprar estrenos Triple A por -promedio- 2.200 pesos (ese el precio de Cyberpunk 2077 en PC, por ejemplo).
Sale de Steam: los precios están regionalizados y son muy bajos. Foto Captura de pantalla en PC
En cambio, un estreno Triple A en Xbox y Playstation llega, hoy, a costar entre 10 y 12 mil pesos en disco físico con su caja. En digital, cerca de 8500 pesos: la Store de Playstation los vende a 60 dólares que, multiplicado por el dólar solidario con impuestos, llega -según las variaciones del día– a esa cifra.
Con un precio base de 70 dólares, los juegos digitales costarían así cerca de 10 mil pesos. Proporcionalmente, seguramente el precio de los físicos pasará los 12 mil que cuestan hoy, que es lo que advierten los retailers en nuestro país.
Cuando se habla de que el precio “base” saltó de 60 a 70 dólares tenemos que aclarar que estamos hablando de un juego “estreno”, por empezar, o de juegos que históricamente casi nunca bajan su precio (como Grand Theft Auto V).
En segundo lugar, a lo que la industria conoce como “Triple A”, que sería algo así como un blockbuster o tanque: Avengers, El Señor de los Anillos o Star Wars son al cine lo que GTA, Super Mario Bros, Call of Duty, Fifa y Halo son a los videojuegos.
GTA V, uno de los Triple A más importantes de la industria. Foto Rockstar Games
Cada vez que sale un juego nuevo de una marca “de peso” como las mencionadas, el precio base suele ser 59.99. O al menos así lo fue hasta este año.
Por supuesto, este precio tiene en sí mismo su propia historia, que posiciona la cifra más baja en 30 dólares (durante los 80) y nos deposita en los 70 dólares de hoy.
De 30 a 70 dólares: historia de un precio
Evolución del precio estándar de los juegos desde “el family” hasta la generación actual. (Fuente: Guillermo Crespi)
Deslizá para explorar
Ahora, 2020 despide a los 59.99 para darle lugar a un nuevo importe: 70 dólares.
Se trata de un golpe al consumidor de entretenimiento digital impulsado por gran parte de la industria. “A pesar de la crisis económica y del mercado laboral, los publishers presionan con un incremento de un precio que ven atrasado desde hace mucho”, escribieron dos periodistas en un artículo de Bloomberg en noviembre de este año.
Es cierto que un juego hoy es muchísimo más caro que hace 15 años. “Hay una lógica detrás del aumento: en esta última generación, se transformaron en superproducciones y para hacer un Triple A se necesitan cerca de 100 millones de dólares, como una una película de Marvel, por ejemplo”, explica a Clarín Mariano “Rippy” Rizza, periodista de videojuegos de Malditos Nerds.
Electronic Arts, una de las compañías más grandes del mundo de los videojuegos. Foto AFP
En ese sentido van declaraciones como las de Andrew Wilson, cabeza de Electronic Arts (EA, una de las más importantes): “El modelo de precios se irá viendo mientras pase el tiempo”, dijo, según recogió Digital Trends en un artículo de agosto de este año.
O las de Phil Spencer, CEO de Xbox, quien demostró -demasiada, quizás- fe en la ley de la oferta y la demanda: “Como industria, podemos ponerle [a los juegos] el precio que queramos, y el cliente decidirá cuál es el precio correcto: no estoy en contra de que haya un nuevo precio porque se que todos tomarán sus propias decisiones en función de sus propias necesidades comerciales”, le dijo al Washington Post en julio de este año.
Phil Spencer, CEO de Xbox, la división de videojuegos de Microsoft. Foto EFE
Sin embargo, la relación entre subir el precio para costear lo invertido se empieza a desfasar cuando se ven otros aspectos del negocio: “Hay toda una medida de cobranzas predatorias: el contenido adicional cuando es pago, las loot boxes, las tarjetas en FIFA, están recaudando muchísimos millones. En muy poco tiempo superan lo que recaudan con las ventas en los juegos”, advierte Rizza.
Más si se tiene en cuenta que los trabajadores de la industria de los videojuegos no parecerían ser los principales beneficiarios de ese aumento.
¿Es un aumento justificado?
Hay buenas razones para pensar que el aumento no tiene del todo que ver con el costo de producción.
Por un lado, la industria de los videojuegos es una de las que más se benefició con la pandemia, que vio crecer sus ganancias de manera exponencial por las diversas cuarentenas que se dieron en todo el mundo en 2020.
Y con un componente para nada menor: la forma en la que los videojuegos se realizan actualmente atraviesa una discusión por lo que se conoce como “crunch”, que es una explotación excesiva de los empleados. El caso más reciente y renombrado fue el del -ahora polémico- Cyberpunk 2077.
Un aviso de Cyberpunk 2077 en Polonia, de donde es su desarrolladora. Foto Reuters
El factor humano está “roto” en la industria: una encuesta de 2019 de la International Game Developers Association reveló que el 41% de los trabajadores de la industria (desarrolladores, diseñadores, programadores, etc.)reconoció que las horas extras son parte de su trabajo, llegando hasta a 70 horas semanales, en algunos casos sin descanso los fines de semana.
La crítica a la industria viene por este lado: subir los precios no redunda, en principio, en mejores condiciones de trabajo.
Además, no hay relación entre los costos y un incremento del precio: “Es cierto que desarrollar juegos hoy cuesta muchísimo más dinero que en 2005, cuando los precios subieron de 50 a 60 dólares. Sin embargo, las compañías hacen menos juegos y venden muchísimos más que antes, por lo que el costo de desarrollo de distribuye en muchas más unidades”, explica a Clarín Michael Pachter, analista de la industria de los videojuegos en Wedbush Securities, una firma de servicios financieros de Los Ángeles.
“Esto significa que el costo por unidad no aumentó en absoluto, por lo que el aumento en el precio no tiene nada que ver con el costo”, sentencia.
Hay, según Patcher, hay una particularidad peligrosa del tipo de consumidor gamer que las grandes desarrolladoras explotan al máximo: el “FOMO” (Fear of Missing Out, “miedo a quedarse afuera” de las novedades”).
“Las compañías juegan con que a los gamers no les interesa el precio, entonces algunos publishers van a tratar de cobrar más. Es difícil cobrar 10 dólares por el upgrade, pero es lo que parece que está haciendo Activision con Call of Duty”, piensa el analista.
La discusión sobre los precios, así, es un tema delicado que toca no sólo lo que paga el consumidor sino las condiciones en las que se encuentran los trabajadores de una industria que, como se puede ver, tiende a prácticas salvajes con sus empleados.
Argentina: un mercado que pasará de caro a lujoso
PlayStation 5 en sus dos versiones: la estándar con lectora Blu-Ray y la Digital Edition. Foto: Sony.
En nuestro país tendremos un panorama complicadísimo. Con una economía en crisis, es esperable que los precios de los juegos sigan subiendo: a las condiciones inflacionarias que consultoras privadas estiman en un 40% para 2021 hay que sumar este nuevo precio base de 70 dólares.
Los expertos de la industria que trabajan el tema desde Argentina coinciden con los débiles fundamentos sobre los que reposa el incremento global.
“No me parece justificado. Ciertos estudios ponen como excusa el aumento de los costos de desarrollo, pero esos costos nunca han impactado en el precio de venta al público de los juegos. Es más, con el crecimiento de la venta digital los costos de marketing y distribución han bajado”, cuenta a Clarín Ignacio Esains, crítico y analista especializado en cine y videojuegos.
Xbox next-gen: los precios en Argentina. Foto Microsoft
La fórmula no parece cerrar. Sobre todo si se tiene en cuenta el nivel de ganancias que tuvieron estas compañías en 2020: “Es la industria del entretenimiento que más recauda en el planeta. De hecho, es la única que creció durante la pandemia: desde marzo hasta hoy, creció un 65-70%”, analiza Juan Lomanto, director de Press Over, medio argentino especializado en videojuegos.
Este incremento se puede ver en las ventas en Argentina. “La tasa de crecimiento de este año respecto del anterior en las consolas de videojuegos fue muy grande. Si a eso le agregás el lanzamiento de la Play 5, se genera más movimiento dentro del mercado. Es decir: tuvimos dos factores muy importantes: el efecto pandemia y el lanzamiento de una nueva plataforma”, cuenta a Clarín Alejandro Taszma, director Comercial de Frávega, uno de los retailers más grandes del país.
El problema es que 10 dólares de diferencia, en la economía local, es muchísimo. Y que los precios de los juegos en formato físico en Argentina siempre estuvieron un poco inflados: “Para empezar, no es realista partir de 60 dólares, el retail local no compra los juegos a ese valor, sino a 40-45 dólares que es el precio de distribuidor en Argentina. Los impuestos los pagan estos intermediarios, pero tampoco son los mismos que paga un consumidor, siempre han sido más bajos: el retail está acostumbrado a trabajar con un margen que se puede considerar excesivo”, sentencia Esains.
Minecraft es el videojuego más vendido del mundo y tiene microtransacciones. Foto Nvidia
Para peor, los juegos suelen tener “microtransacciones” que los pueden encarecer ilimitadamente. “El precio de los 60 dólares, en muchísimos casos, está maquillado. A eso encima hay que sumarles todos los ‘extras’ para que les cierre más la inversión, microtransacciones, material desbloqueable, y un larguísimo etc. De todas maneras, todo depende del producto que se esté vendiendo, no es lo mismo un juego de fútbol que una aventura de mundo abierto AAA que dure más de 20 horas”, analiza Damián Silberstein, ex PR de compañías como Microsoft y Konami, actual analista de juegos de Radio Metro y medios especializados.
“Puedo comprar GTA 5 en Garbarino pero gastar el triple de lo que me costó en dinero virtual que va de mi Visa a [la desarrolladora] Rockstar Games”, remata Esains.
¿Qué trae de nuevo PS5 y la nueva generación?
La premisa más importante para esquivar el problema de que jugar sea lujoso es entender que lo excesivamente caro será la próxima generación. Los videojuegos no se agotan allí.
En primer lugar, hay que ver si la industria logra estandarizar ese precio completamente o si aparece una nueva estrategia de negocios: parece clave esperar, evitar el fomo y no dar el salto inmediatamente a las nuevas consolas.
“¿Todos los juegos tienen que ser producciones de 100 millones de dólares? No sé si es necesario seguir persiguiendo esa lógica: hay un crecimiento exponencial de la industria casi descontrolado, pero se podrían balancear los juegos para abajo: en 10-12 horas podés, contar una historia mucho más efectiva como en Spider Man Miles Morales que es incluso que mejor que la de 2018”, apunta Rizza. Ese título tiene un precio más bajo que el resto: 49.99 dólares.
“La excusa siempre es el salto generacional, y la reacción del público está atada a la percepción de un aumento en la calidad de los juegos. En el cambio generacional de PS3/Xbox 360 vimos el salto de definición estándar a HD, y nadie puede negar que en ese entonces el gaming evolucionó. Hoy es más difícil vender ese salto evolutivo”, explica Esains.
Y acá está la segunda cuestión clave: ¿qué de nuevo nos trae la nueva generación de consolas?
Los retailers vendieron en pocas horas toda la preventa de PS5. Foto Fernando de la Orden
Si bien hay un salto en la calidad gráfica, la batalla ahora es por la definición de la imagen y la cantidad de cuadros por segundo que pueden reproducir: por eso se habla de 4K y hasta 120 FPS (“Frames per Second”, cuantos más cuadros, más fluida la imagen).
Pero también es cierto que para sacar provecho de esas dos cosas juntas se necesita una TV con tasa de refresco de 120 HZ, para que los frames queden equiparados a la frecuencia con la que la pantalla actualiza la imagen. Y esas teles casi no se consiguen en Argentina, y si se consiguen, cuestan entre 180 y 350 mil pesos.
Esto es un poco un engaño de márketing, aunque sí es cierto que si las consolas llegan a 60 FPS en 4K, el salto de calidad gráfica es realmente notable y la experiencia de juego mejora. Sony apuesta a una nueva tecnología con sus controles hápticos que sí podría hacer la diferencia.
“Si bien en PC tenemos precios localizados como en Steam, las consolas se van a volver cada vez más elitistas, en especial la de Sony. Porque de última Xbox tiene Game Pass y ahí no lo vas a sufrir tanto el aumento. En PlayStation y Nintendo se va a sufrir muchísimo”, pone en contexto Lomanto de Press Over.
Xbox apuesta a Game Pass, un servicio de suscripción que en Argentina cuesta cerca de 1500 pesos y tiene una biblioteca de 100 juegos. Foto Xbox
Otra novedad que traen las consolas de nueva generación son tiempos de carga bajísimos: un antídoto para la ansiedad. ¿Es un game changer? Probablemente, no.
“Yo creo que va a haber una merma en el consumo y se van a fortalecer los mercados secundarios, la compra de usados o los intercambios. Si no fuera porque las nuevas consolas son imposibles de piratear, explotaría una vez más el boom de la piratería (que nunca se fue, pero mermó)”, opina Rizza, recordando los tiempos en los que un juego copiado de Playstation costaban 5 pesos/dólares (fines de los 90).
Final Fantasy VII: los juegos de Playstation popularizaron el uso de la piratería en Argentina a mediados de los 90. Foto Squaresoft
Cómo seguir jugando sin pagar fortunas
¿Cuáles son, entonces, las alternativas para no pagar más de 12 mil pesos por un juego?
“A diferencia de otras generaciones de consolas, el lanzamiento de PS5 y Xbox Series X implica no solo un enfrentamiento entre los productos en sí sino también sus modelos de negocio. PlayStation intentará mantenerse en una situación similar, haciendo hincapié en sus propiedades intelectuales exclusivas [como The Last of Us II], mientras que por el lado de Xbox la apuesta fuerte viene por el parte de los servicios que su consola pueda ofrecer, con Gamepass a la cabeza”, analiza Silberstein en una charla con Clarín.
Xbox Game Pass es un sistema de suscripción que permite acceder a más de 100 juegos por mes, de una biblioteca dinámica que se va actualizando periódicamente. Una primera opción para tener en cuenta, con la que de hecho Sony salió a competir luego de lanzar PS Plus Collection, un servicio que está disponible sólo en Playstation 5, pero que no tuvo mucha difusión.
PS Plus Collection. Foto Sony
“En una economía claramente desfasada como la de Argentina, al menos para lo que este tipo de entretenimiento respecta, resulta dudoso pensar en que prospere un modelo de negocios tradicional (el de PlayStation) con costos muy elevados por juego. Aún así tenemos el indicador que las preventas de PS5 fueron exitosas. Es un escenario incierto, pero lo que si sería algo muy beneficioso para el crecimiento de este tipo de consumos de videojuegos en el país sería regionalizar los precios, algo que hace Xbox [con Game Pass] y que PlayStation podría tomar nota”, agrega el especialista.
Por otro lado, todavía le queda vida a Playstation 4 y Xbox One: las consolas no mueren apenas aparece su sucesora.
“Creo que de hecho no se justifica durante el primer año dar el salto. Esto es parecido a cuando se lanzó PS2 y PS3, donde era un lujo tenerlas. Con PS4 no pasó, cuando salió salía 6 lucas aproximadamente, que era un sueldo promedio. Hoy estás hablando de 2 o 3 sueldos promedio: es un montón”, analiza Lomanto de Press Over. Razón que podría extender más la vida de la generación actual.
Por otro lado, tanto Sony como Nintendo permiten compartir cuentas. Esto significa que si compramos un juego digital, podemos tenerlo junto a otro usuario: no es mala idea comprar una vez cada uno y dividir así el precio por dos.
Además, considerando la poca diferencia que hay entre los juegos físicos y los digitales, si se quiere comprar algún juego de aventuras de unas 60-70 horas (como los Assassin’s Creed, Zelda, etc.), quizás convenga comprar el físico e intercambiarlo una vez terminado. O, incluso, venderlo para comprar otro.
Si no se sabe si un juego es largo o corto, siempre se pueden recurrir a las reseñas de medios especializados: YouTube está poblado de contenido donde se analizan los juegos, desde su propuestas, jugabilidad, historia y cuánto duran.
También están las alternativas de PC y Nintendo Switch, dos mercados minoritarios para Argentina, donde “la Play” es la plataforma de más uso.
Animal Crossing, uno de los juegos más importante de 2020, de Nintendo. Foto AFP
Si bien cada jugador tiene sus gustos, y armar una buena PC para jugar puede llegar a cifras impagables, hay dos particularidades.
La primera es que los precios de PC sí están regionalizados y son ridículamente baratos: hay títulos triple A ya estrenados por 300 pesos y estrenos por 2500. Y la segunda es que Game Pass de Xbox está también disponible en PC.
Nintendo, que siempre fue caro, sin embargo presenta una opción interesante: “Por facilidad de uso y control sobre el contenido, creo que hoy la mejor opción es Switch. Las consolas ‘grandes’ lanzan demasiados juegos, demasiado caros. Switch tiene una buena selección de juegos excelentes caros pero que se pueden jugar durante meses (Zelda, Animal Crossing, Mario Kart, Pokémon) y una tienda digital con ofertas indie de primera línea (Hollow Knight, Celeste, Wargroove) para llenar la consola de alternativas que van muy en la línea de Nintendo: coloridas, constructivas, bien diseñadas”, opina Esains.
Sin dudas, los gustos sobre qué plataforma elegir para jugar son muy personales y, en el fondo, cada gamer tiene su corazón en alguna de las compañías.
Lo más importante, a fin de cuentas, es estar informados sobre las alternativas que hay para adaptar un pasatiempos al bolsillo local, en una Argentina donde casi la mitad de su población está por debajo de la línea de la pobreza.
Sólo hay que bajarse de la idea de tener “lo último” y entender que el gaming es mucho más que lo que las empresas que desarrollan juegos hoy quieren instalar con sus efectivas campañas de márketing.
PJB
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