Carolina Piparo (44)declaró en la causa que investiga el robo que sufrió en la madrugada de Año Nuevo y el posterior atropello de los dos motociclistas. “Jamás pensé que podríamos llevar una moto debajo del auto”, dijo sobre el episodio que la justicia intenta esclarecer para saber si los arrollaron de manera intencional o se trató de un accidente.
La diputada provincial aclaró varios puntos que salieron a la luz en los últimos días. Por ejemplo, aseveró que su marido, Juan Ignacio Buzali, que manejaba el auto, no consumió alcohol en la cena de Año Nuevo y que ni ella ni él vomitaron en la comisaría 1ra, donde radicaron la denuncia. A continuación, los puntos más salientes de lo que le contó a la fiscal María Eugenia Di Lorenzo, a cargo de la investigación:
La cena de Año Nuevo
“La noche de festejo de fin de año habíamos acordado cenar en mi casa, la que estoy alquilando en el country Grand Bell. A la tarde mi marido fue a buscar a mi suegro que desde marzo no ve a mis hijos porque es persona de riesgo, y porque él tiene mucho miedo al Covid. Iba también a buscar a mi cuñada, Alejandra Buzali y a su hijo, que los tres viven muy cerca, por la casa de mi suegro. En mi casa está mi hermano Matías Piparo, que se quedaba a pasar la noche con su mujer y la hija de ellos dos. Además, estaba mi mamá y mis dos hijos. Cenamos, ahí en mi casa, temprano, porque mi suegro le gustar irse a dormir temprano”.
“Mi esposo es una persona que por lo general toma cerveza, pero esa noche, como mi cuñada no consiguió un Uber para que se lleve a mi suegro, mi cuñada y su hija, mi marido no pudo tomar nada cuando se enteró que tenía que llevarlos él”.
“Esta fue una recibida de año rara, porque mi hijo B. se quiso ir a dormir y yo me fui arriba 12 menos cuarto con él. Además, mi suegro estaba en la cocina, cansado, y era el primer año que faltaba mi suegra”.
“Además mi sobrino había llevado un conejo porque tenía miedo qué se asuste por los cohetes, así que lo de conseguir un Uber era aún más difícil. Mi marido es una persona que jamás la vi borracha y en todo caso hubiese manejado yo. A eso de las 12 y algo mi suegro ya quería irse, pero le insisto que se quede un poco mas ya que hacía mucho que no lo veían los nietos, hasta que 1.20 o 130 ya se quiso ir. Juan (por su marido) me dice que los va a llevar y yo le dije que lo acompañaba, porque era una noche complicada y me pareció peligroso que vaya solo. Ya lo verdad que estaba enojada por que hace un mes mi cuñada me dijo que había conseguido un Uber para irse después y al final no había conseguido nada. En el auto lo dejo a mi suegro adelante y yo me voy atrás con mi cuñada y mi sobrino”.
El robo y el recuerdo de la trágica salidera
“El camino es largo, media hora seguro tardamos. Dejamos a mi cuñada primero, y vamos para lo de mi suegro. Ahí cuando baja mi suegro yo me paso adelante, mi marido sale del auto y abre el baúl para sacar unas bandejas de mi suegro. En eso aparecen tres motos y una de las motos saca un arma y me pide mis cosas. Lo único que pensé fue que, si me iban a pegar un tiro que sea en la cabeza, porque lo primero que se me vino a la cabeza fue la terapia intensiva donde estuve en el año 2010. Yo tenía la puerta cerrada con traba y la ventanilla cerrada. No podía bajar la ventanilla ni abrir la puerta rápido, y me dio miedo que me disparen. No pude ni gritar así que abrí la puerta y le di la mochila”.
“Mis vecinos empiezan a gritar que me quede tranquila, que llamaban al 911, y le digo a mi marido que se meta adentro, que yo no quería que sepan que soy yo. Después llamo al 911 donde digo que me robaron 6 motos, y me quedo sentada en un sillón un rato hasta que vino mi marido porque había vecinos que me querían saludar. Cuando salgo estaba Graciela, que es una vecina de toda la vida, que tiene animales, que mis hijos siempre la van a ver. Ahí se acercan más vecinos y uno me dice que había llamado al 911, pero que no venía nadie. Llamo a mi hermano con el celular de mi marido y le cuento lo que me había pasado. Le digo que ya íbamos para allá y que mi mamá no se entere por que se iba a poner nerviosa ella e iba a poner nerviosa a los nenes. Mis nenes, además, como que relacionan todo con la situación del tiro que recibí en el 2010”.
“Cuando nació un sobrino, el más chico B. estaba contento, pero piensa como a mi me pegaron un tiro cuando estaba embarazada, piensa que cualquier embarazada está relacionado con un tiro. Cuando nació el nene de mi cuñada B. dijo ‘qué bueno que nació y no le pegaron un tiro'”.
“En la casa de mis suegros intentamos rastrear el teléfono que me habían sustraído. Juan me dice que había una aplicación que se llama encuentra mi teléfono, pero se fijó mi cuñada y dijo que ya estaba apagado”.
Los llamados al 911
“No recuerdo si yo hice algún llamado desde lo de mi suegro. Cuando pasa todo esto, claramente me eligieron a mí por mujer porque mi marido estaba cerca y solo le dijeron tranquilo, que no le quisieron robar nada de él”.
“No recuerdo cuando tiempo pasó entre el primer llamado a la policía y el segundo llamado. Durante ese tiempo fue que yo fui, entre a la casa, volví, saludé a los vecinos y eso. Yo no quería salir mucho porque no quería que la gente se entere que era yo a la que habían robado de vuelta y estar de vuelta en los medios”.
La llegada de la Policía
“Llegaron después de 25 minutos, yo ahí estaba enojada. Llegó un móvil y una moto creo, pero el móvil se fue y se quedó una moto. Nos quedamos hablando con los policías durante unos 10 minutos. Ellos me dijeron que estaban desbordados por las fiestas clandestinas, que estaban haciendo ese control que no les correspondía a ellos, como una queja. Yo le digo que me entiendan a mí, que me habían robado y quería que los busquen. Anotan todo en una libretita y no me toman la denuncia: me dicen que vaya a 53 y 10 a hacer la denuncia”.
Los ladrones
“Yo digo que son tres porque vi cuando se escapaban, pero en el momento que me atacaron yo me sentí rodeada de motos. Aclaro que cuando dije anteriormente en esta declaración seis motos, quise decir que eran seis motochorros”.
“Eran tres motos con dos sujetos en cada una. No se mucho de motos, pero creo que eran como de correr, como de motochorro, no sé bien. Creo que una moto era oscura y otra roja, y una tercera que no sé. El que me apunta tenía gorrita, que creo que era con visera para adelante, de cara más regordeta, contextura gordita pero chiquito, calculo que tenía entre 16 y 18 años, porque tenía cara de muy jovencito. De los otros sujetos no me acuerdo nada, todos tenían gorrita o capucha. No tenían barbijo”.
El arma
“Era muy pequeña, de caño corto, pero no sé si era revólver o pistola, porque no se de eso. Entre los tres sujetos había uno con una campera color turquesa. Ni azul ni celeste. Era turquesa. Lo veo cuando los miro cuando se estaban yendo. Otro creo que tenía capucha con buzo oscuro. Después no me acuerdo ninguna vestimenta más. No estoy segura si pudiese reconocerlo, pero quizás sí”.
El botín
“Aclaro que antes de bajarme del auto, les digo por favor, con las manos rezando, porque yo tenía adentro del bolso un pañuelo blanco, que por eso en un comunicado pedí que si alguien encontraba algo más me avisé, porque era un pañuelo que cuando yo estaba en terapia intensiva con mi hijo me lo ponían a mí y al bebé para cuando se lo llevaran sintiera mi olor. Era un pañuelo blanco, con una línea tipo raso blanco en el borde, de los que usan la gente grande, como de tela dura, no de raso. Además, en la billetera tenía una carta donde escribí una frase a Isidro. Decía Isidro te amo, 12/09/2010, que es el día que salí de la terapia. Lo tenía metido en la billetera. Es un papel viejo, deteriorado por el tiempo”.
“Lo que me robaron es una mochila, no cartera, tamaño mediano, de cuero, calculo que, de unos 40 centímetros de alto, color negra con tachas color cobre en la parte de abajo, marca Rapsodia, tenía solo las dos correas típicas de mochila más la manija chica que suelen tener”.
“Tenía una cartuchera como de tela, que suelo guardar un mini perfume y cosas de higiene femenina, un hidrante labial, una crema chiquita de mano marca L’Occitane, un par de antejos de sol con borde plateado y negro, nuevo, marca Ray-Ban, de aluminio. La billetera también, de color turquesa, con todas mis tarjetas, que son una extensión de mi marido del Banco ICBC y del Banco Provincia, y una de Galeno de la Obra Social, mi DNI y el carnet de conducir. La billetera es vieja, porque no encuentro otra que me guste y no la cambié. Es marca Jackie Smith. Tenía un monederito donde siempre tengo la plata separada de la billetera que se de tela. A mí me intriga de donde sale que me robaron 20 mil pesos, porque yo en mi declaración jamás hablé de plata. Tenía también un barbijo celeste y blanco con rayitas muy finitas, y creo que del otro lado era floreado o rosa. Calculo que tenía unos 6 mil pesos de plata. Y creo que nada más.
La persecución
“Mi marido y yo nos vamos para la comisaría. Nos subimos al auto, manejando mi marido, ya que a mí no me gusta manejar y casi nunca lo hago, porque soy desorientada. Íbamos sobre 47, bajando como para el lado de 15, y habremos hecho unas cuatro cuadras cuando vemos a tres motos y uno de los que iban a bordo de una de las motos con buzo turquesa. A mí me pareció que iban dos sujetos en cada una de las motos. Ahí le digo a Juan: son los que nos afanaron. Ahí empieza un seguimiento tranquilo, creo que por calle 8, pero la verdad no me acuerdo, íbamos atrás de las motos, tratando de no perderlos de vista. Llamo al 911, y ahí una chica me dice que ya me había atendido. Yo recuerdo ese llamado nomás pero después vi que en el celular había más llamados. En el llamado le digo que íbamos por 9 para 42, que vengan por favor. No me acuerdo si vi el cartel o le pregunté a Juan. Ahí seguimos siempre sin perderlos de vista, pero nunca teniéndolos cerca”.
“Ellos iban como a una cuadra. Pero lo que es la calle, lo sentía rápido, pero frenando en las esquinas. Lo que yo me imaginé siempre era que en algún momento iban a aparecer los patrulleros y hacer un procedimiento por los llamados que había hecho. Pensé que ya habían afanado y que no quería que sigan robando. Además, con Juan somos de llamar al 911 cuando vemos algo raro. Si vemos algo raro y no llamamos al 911, si después pasa algo nos queda el remordimiento”.
Video | Qué muestran las cámaras de seguridad sobre el caso Piparo
“Creo que en algún momento doblamos, pero no lo tengo tan claro. En una los perdemos de vista. No recuerdo en que calle ni en qué zona fue, ni ninguna referencia de dónde estábamos. En un momento doblamos, ya cuando habíamos perdido de vista a las motos que veníamos siguiendo, no recuerdo en que calle estábamos, y cuando doblamos la situación pasa a ser radicalmente distinta, un panorama distinto, porque al doblar lo que veo es cinco motos, con diez tipos, ya no veo tres, y que ahora estaban cerca, delante nuestro, y ahí dije “ya está, nos cagaron”, como que nos habían encerrado”.
“Las motos estaban adelante y me dio la sensación de que bajaron la velocidad, como que las teníamos encima, fue una sensación de encierro, apenas doblamos”.
El atropello
“Cuando nos encontramos con las motos encima, quisimos escapar de esa situación. Creo que escapamos como para un costado, me doy cuenta obviamente que chocamos, por que sentí un golpe, y le empecé a decir a mi marido que corra, que corra, y le dije con mucha presión: ‘Acá los dos no nos morimos’, y le metí mucha presión para escapar, porque las motos seguían atrás”.
“Cuando doblé veo como las motos delante del auto, pero más cerca, como ocupando toda la calle, como formando una letra V. Y cuando mi marido realiza la maniobra para pasar entre las motos, siento que chocamos una de las motos. Además, sentí como que el motor del auto se había caído y que se nos iba a apagar el auto. Cuando siento el golpe, miro para atrás y veo cuatro motos encima. Luego siento eso de la moto, como si un hierro que se hubiera caído, y pensé que se iba a parar el auto porque se había caído el motor. Jamás pensé que podría llevar una moto debajo del auto”.
“Si está descartado que eran los ladrones me pongo a disposición porque yo nunca quiero que termine nadie inocente lastimado, y aunque no sea inocente igual. En ningún momento quise pisar a nadie, ni tuve un momento de adrenalina ni mi marido tampoco”.
“Él -por su marido Buzali- tampoco quiso pisar a nadie. Él se sintió en peligro también y más que nada sintió que yo estaba en peligro, porque lo único que le importa son mis hijos y yo. De hecho, tenemos una relación especial, porque luego de lo del banco, él por no haberme acompañado porque yo no lo dejé acompañarme, se quedó con mucha culpa, y ahora lo mismo, hablan del caso Piparo, y él tiene mucha culpa”.
Los heridos
“No pude ver como estaban. Yo miré para atrás y lo único que veía son las motos encima del auto que nos venían persiguiendo, así que aceleramos por que las motos nos seguían”.
“¿Cuánto tiempo sentí el ruido metálico? Unos segundos hasta que doblamos, y ahí no sentí más nada. Sentí pánico porque tenía las 4 motos encima”.
La huida
“Yo lo notaba a mi marido como que estaba desorientado. Él me dice que llame al 911, cuando llamo yo creo que no me identifico, y aviso que nos están siguiendo y ahí Juan me dice: ‘decile que por plaza Belgrano’, algo así. Yo sentí que no teníamos salida, que íbamos por calles oscuras y solos”.
“No había muchos autos. En un momento le grité a una camioneta blanca grande que llame a la policía porque nos estaban siguiendo”.
“Mi marido se empieza a ubicar más, hasta que terminamos en plaza Moreno y yo le digo que ahí estaba la policía y paramos. Cuando me doy cuenta de que es solo Municipal, porque era control de tránsito, no había policía, momento en que las motos se nos veían encima del auto donde uno se pone al costado y otro le pega una piña al auto, entonces le digo a Juan que siga, porque me di cuenta que no ser policías no iban a controlar la situación. Ahí juan da la vuelta por la misma plaza y encuentra a la policía. Ahí paramos, veo policías armados, con ametralladora, como si fuesen del grupo Geo, no eran policías comunes, tenían como otra vestimenta”.
Explosiva declaración de dos policías complica a Carolina Píparo y su marido
“En ese momento yo veo cuatro motos con ocho personas, y se baja gente descontrolada. Ahí le digo a Juan que se quede, que yo me bajaba. Me bajo y los flacos decía: se tienen que dejar cagar a trompadas. Yo me acerco a la policía y les digo que tuve un accidente, y quiero saber que pasó. Yo ahí ya me sentía más segura pero no con mi marido, porque nos seguían mirando y parece que se estaban conteniendo porque estaba la Policía. Mi marido no habló, estaba en shock total. Yo igual le dije que no se baje. Después de eso la policía me dice que no había ningún reporte, que no sabían nada de un accidente. En un momento llega el secretario de Seguridad, que es Darío Ganduglia, que lo conozco porque trabajamos juntos, y después el secretario de Salud”.
“Yo no lo llamé, sino tenía mi teléfono y no tenía mis contactos. Ahí Darío me dice: ‘Caro, escuché por la radio que te pasó algo, como estás. Yo ahí le pido a la policía tenían agua o algo, porque sentía que no me pasaba una gota de saliva. Antes yo le pregunto a la policía si habían cachado a estas personas porque yo seguía con la sensación de querían dispararme. Pasaron unos minutos y se empezaron a calmar, pero nunca dejaron de mirar el auto”.
“El secretario de salud, que se llama Enrique, me dice que no hay ningún reporte al SAME para que él pueda seguir y ve que pasó con el accidente. Luego llega una señora de la nada que le pregunto quién es, y me dice soy la que te vio, empieza a gritar asesino, y ahí subí al auto y le dije a marido ‘alguien murió y nadie me lo está diciendo’. Yo le sigo preguntando a la policía y me decían que no sabían nada. Después me dijeron que nos teníamos que ir a la comisaría. Yo ahí seguía preguntando y nadie me decía. Ya en el auto agarré y llamé a Fernando, porque es el abogado que me asistió cuando necesité uno y terminó viniendo Fabián Améndola.
La denuncia en la comisaría
“En la comisaria nos ofrecieron agua y nos dijeron que agarremos lo que queramos. Había una Coca que agarré yo porque sentía que me iba a desmayar. Había un policía alto que vio que rompí tanto las pelotas con el tema de si había muerto alguien, hasta que él me dijo que iba ir a dar vueltas por los hospitales porque nadie atendía por teléfono. Jamás pensé eso de que se había muerto alguien hasta llegó esta mujer y nos grita asesinos. Para eso ya eran las 5 de la mañana. El policía vuelve a las 6 y me dijo: ‘Señora uno de los chicos no requirió asistencia médica y otro requirió una sutura, pero ya fue dado de alta, ya está en su casa’. Ahí me descompensé, pude como respirar, vi una alfombra y pensé tirarme. Mi marido en la comisaría se descompone, le agarra diarrea. Yo me sentía mal pero no me descompuse. Sentía baja la presión o algo así. Fue al baño porque me estaba haciendo pis pero primero entró él, me dijo Caro es un asco, y como había un balde le dije que lo vaya a llenar y se fue él, yo fui al baño ahí. Nos quedamos en la comisaría hasta que nos dijeron que nos vayamos, serían como las 8 de la mañana”.
“Fuimos a la otra comisaría, la cuarta, donde ya estaba más tranquila, cansada, pero sin el estado de nervios que había tenido antes en la otra comisaría”.
El test de alcoholemia
“Nadie me dijo nada de eso en ningún momento de esa madrugada hasta el otro día que le hicieron el reconocimiento médico a mi marido”.